No sé si llamarme nostálgica o definitivamente me estoy volviendo una antigua.
Soy fiel consumidora de la agenda cultural y de ocio que oferta Pamplona. Sin ir más lejos, este fin de semana he hecho doblete: Chimo Bayo y El Cigala… ¡qué gran combinación! Desgraciadamente, no he disfrutado de los eventos como a mí me hubiera gustado, de forma analógica…
El teléfono móvil forma parte de nuestra vida desde hace 25 años. Y aumentamos su consumo cada vez más… Puedo entender que queramos que nuestra gente sepa que estamos aquí o allá, y por eso colgamos en nuestras redes pruebas audiovisuales. Confieso que yo también lo he hecho: grabar un poco de un concierto para dar envidia al personal. Pero, ¿realmente es necesario grabar los 180 minutos?
En algunos espectáculos está prohibida la grabación. Gracias a eso, los móviles salen clandestinamente de los bolsillos, con poco brillo, escondidos y escasos segundos…
Pero si no existe esa prohibición, la sala se convierte en un continuo reflejo de luces de pantallas, que deslumbran, distraen y hasta impiden ver el escenario al resto de espectadores.
Pagar para ver un espectáculo (con los precios que maneja la cultura hoy en día) y acabar viéndolo a través de una pantalla ajena, no es mi idea de disfrutar de un directo.
Me planteo modernizarme. Crear una red social donde todo el mundo suba sus videos de conciertos, teatros, ballet… y así, me ahorro pagar una entrada y tener que salir de casa estos días de invierno.
Tal vez soy tan antigua que esa red ya existe. Y yo, gastándome el dinero.