Estos días se ha publicado algún artículo totalmente sesgado sobre los sucesos en los que la alcaldesa Marta Ruiz de Alda y dos jóvenes, uno de ellos mi hijo mayor, se vieron involucrados en las fiestas de la Virgen del Puy de Estella-Lizarra.
Los ataques a las txoznas de nuestro pueblo, a las que tanto esfuerzo dedican nuestras hijas e hijos, la persecución mediática y judicial al grupo Raimundo el Canastero por una simple canción y los 27 jóvenes investigados por los no sucesos de la Bajadica del Puy parecen no ser suficientes para UPN y quienes les apoyan. Esto ha llegado demasiado lejos. Mi hijo sufrió una agresión física por parte de la alcaldesa “de todos los estellicas”.
El artículo al que me refiero solo habla del puñetazo que mi hijo dio a una persona que se abalanzó contra él y de los insultos que dijo a la alcaldesa, y que, si los hubiera proferido, por ejemplo, la portavoz de UPN, Ana Duarte, habrían sido transcritos posiblemente como “me gusta la fruta”.
Mi hijo y su amigo, ambos investigados por la Bajadica, fueron a mostrar su malestar a la responsable de que se enfrenten a penas de prisión. Aunque tras el inicio sosegado de la conversación los ánimos se calentasen, no hay ninguna justificación para que la máxima representante de nuestra querida ciudad suelte un fuerte bofetón en la cara a un chaval.
Todo personaje público debería asumir que puede recibir críticas por parte de los ciudadanos. La familia todavía no nos lo podemos creer.
Creo que hablo en nombre de muchas familias de Estella-Lizarra que sufren la persecución a la que se está sometiendo a nuestras hijas e hijos. Y podemos decir alto y claro que estamos orgullosos de que luchen por lo que creen. Está en el espíritu de la juventud, y les dejaremos hacer su camino mientras lo hagan por causas justas y no discriminen a nadie.
Como padre, no estoy dispuesto a que el futuro de mi hijo se vea truncado por falsedades o medias verdades y lucharé por ello.