oquemos madera y que siga así, pero el año pasado por estas fechas la Red de Vigilancia Epidemiológica de Navarra -integrada por numerosos centros de Atención Primaria- comunicaba que en la cuarta semana del año -20 al 26 de enero- se habían atendido 2.801 casos de gripe, con una incidencia semanal de 438 casos por 100.000 habitantes -eso dobla casi la incidencia actual del coronavirus en Navarra, que es de unos 250 casos por semana y por 100.000 habitantes-. Entre los menores de 14 años, la incidencia era de 800 casos por cada 100.000. Eso los atendidos, aquellos que pasaron por el centro de salud, porque de sobra sabemos que muchas gripes, catarros, bronquitis y decenas de cuadros más en ciertos casos se pasan en casa sin acudir al médico, al menos los mayores. En clase de Luka, por ejemplo, la última semana de enero y los primeros 15 días de febrero faltaban casi todos los días la mitad o casi. Lo mismo en otras clases, claro. Este año no hay un solo caso de gripe ni en la calle ni en las aulas -el comentario general de todos los padres es que salvo por los confinamientos no están faltando a clase- y la actividad por ahora de otras enfermedades respiratorias que se adquieren por contacto con otras personas es bajísima, lo que lleva a hacerse muchas preguntas: ¿si esto del coronavirus nos deja medio en paz para el invierno que viene, habría que mantener en según qué casos y lugares esto de la mascarilla, no, sí? Comentaba el otro día un experto navarro en Salud Pública que estaban bajando algo en enero las defunciones -enero siempre es el mes que muere más gente, 140 a la semana, cuando otros meses la media es 100 semanales- a pesar del covid, ya que el aislamiento y la protección están haciendo que muchos mayores no se cojan nada, ni siquiera esos gripazos que según edad y situación podían con unos cuantos cada invierno. Curioso, positivo y a estudiar.