Un silogismo (pero con tres premisas, en vez de dos, que no sabemos si es lícito, pero nos da igual):
- 1) Algunos grandes (muy grandes) escritores no tienen el Nobel. Los sabios de la cosa literaria parecen de acuerdo en citar las ausencias incomprensibles o lamentables de Kafka, Joyce, Proust, Rilke o Borges. Y, ya sin unanimidad, de Ionesco, Lorca, Dinesen, Tolstoi, Musil, Zola, Ibsen, Cortázar, Musil, Galdós...
- 2) Muchos buenos escritores no tienen el Premio Nobel. Aparte de haber también ausencias raras del tipo ¿por qué a este sí y a éste no?, porque buenos escritores hay muchos y solo se da un premio anual. A cambio, es indudable que entre los premiados hay menos grandes (muy grandes) que buenos.
- 3) Para recibir el Nobel hay que estar vivo. La media del ganador es de 64 años y la edad media en lo que va de siglo supera los 68. La de este año, Svetlana Aleksievich, tiene 67.
- 3) De lo que deducimos que para recibir el Nobel de literatura es más importante escribir bien y llegar a viejo que escribir muy (muy) bien y morirse antes.
Vale que a Rudyard Kipling se lo dieron con solo 42 años, pero Doris Lessing tuvo que esperar hasta los 88, y treinta de los 112 premiados superaban los 70 años. Esos márgenes dejaban fuera a Kafka (murió con 40) y Lorca (38) y dieron muy pocos boletos para la rifa a Proust y Rilke (51).
Lo de la Academia Sueca con los literatos es desconcertante. Hay quien dice que se lo toman con calma a propósito, para ver cómo envejece la obra de cada escritor. Pero a menudo se pasan. Un ejemplo entre muchos otros: Mario Vargas Llosa (digresión: ¿cómo se puede ser tan combativo con el poder en las novelas, y tan facha y neoliberal en la vida real? ¿De verdad son la misma persona?). El peruano brilló especialmente con sus obras de 1963 a 1981 -o, si nos apuran, hasta 1993-, pero tuvo que esperar hasta 2010, cuando ya tenía 74 años, para que le dieran un galardón que habría que rebautizar como el Premio Nobel de Literatura y Supervivencia.