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Editorial

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Una visita que refresca la memoria

El presidente de Ucrania visitó este martes Madrid para recordar la persistencia de una guerra de supervivencia para su país que ha quedado relegada a un interés secundario

En imágenes: Zelenski inicia en el Congreso su tercera visita oficial a España y se reúne con Armengol y RollánAgencias

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EL presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, llevó este martes a Madrid en persona su petición de ayuda militar y diplomática frente a la agresión del ejército ruso. Es prácticamente la única actividad en la que se encuentra inmerso y que causa una situación complicada para él y para el conjunto del país, azotado además por una sucesión de escándalos de corrupción que, atajados con ceses tan pronto afloran, no dejan de debilitar la posición de su Gobierno y de alimentar a una oposición cada vez más crítica con su gestión de la guerra.

Zelenski recorre Europa demandando ayuda militar en una guerra en la que el potencial aéreo está marcando una diferencia sustancial y que, objetivamente, Kiev está perdiendo. Los compromisos europeos no están siendo suficientes o suficientemente eficaces para impedir el avance del superior despliegue militar ruso. La presión internacional tiene una pauta lenta, que confía en los efectos de las sanciones económicas cuyo plazo se alarga tanto como se alarga la persistencia del conflicto sin que Moscú tenga un incentivo real para ponerle fin.

La guerra provocada por la invasión rusa ha pasado inevitablemente este año a un segundo plano en la atención diplomática internacional. Han colaborado a ello tanto la brutal represalia del gobierno israelí sobre Gaza –y Cisjordania, sin que en la franja oriental hubiera siquiera excusa alguna– como la estrategia de protagonismo e influencia desplegada por Donald Trump mediante su amenaza arancelaria al conjunto de los actores comerciales del planeta.

El aparente giro de la posición de Washington, que flirteó con un desencuentro con el Kremlin, no se ha materializado por el momento en un cambio en la situación táctica sobre el terreno en Ucrania. La memoria es frágil ante las prioridades inmediatas y, en Europa, el consenso sobre la necesidad de poner freno al expansionismo ruso dentro de sus fronteras parece haber dado paso a la prioridad de restablecer el propio equilibrio interno entre los socios, enredados en debates sobre el gasto militar, que debilitan una posición diplomática fuerte.

Si, como se ha definido, es la propia democracia europea, el modelo de libertades y derechos, lo que se juega en las fronteras de Ucrania, no bastará con comprar armamento y será preciso fortalecer la democracia desde dentro.