Andan estos días Esparza y su equipo de comunicación a la desesperada intentando colocar la palabra Fuero en cualquiera de los mensajes del líder de UPN. Un intento tardío de echar tierra sobre las sucesivas fotos de Esparza y de las siglas de UPN con el frente derechista y antiforalista que conforman el PP de Casado, Ciudadanos y Vox. Esas fotos ya no tienen remedio. Ni menos aún la indisimulada disposición de Esparza a pactar con los tres partidos tanto en Madrid como en Navarra. De las palabras a los hechos suele haber en muchos casos un buen trecho. Y en política, ese trecho es casi siempre un abismo insuperable. Esparza trata de mantener a UPN en la imagen de defensa de los fueros navarros, pero la realidad política le sitúa junto a quienes en sus programas electorales llevan sin tapujo alguno su apuesta por eliminar los regímenes forales de Navarra y la CAV. O, como el caso de Casado, con quienes azuzan constantemente el enfrentamiento territorial en el Estado con el único objetivo de obtener réditos electorales y alimenta una nueva ola de centralismo contra el autogobierno foral. UPN votó junto al PP en contra de completar el proceso de transferencia pendientes, en Navarra son 24 recogidas en el Amejoramiento y aún no completadas. Es una contradicción difícil de ocultar a la opinión pública navarra y, peor aún difícil de superar a estas alturas. UPN, obsesionada con recuperar el poder en Navarra a costa de lo que sea, ha antepuesto de nuevo su interés partidista particular a los intereses generales de Navarra. Y eso tiene un coste político, social y electoral en Navarra. Lo sabe Esparza y por eso se pone ahora el disfraz foral para desviar la atención de sus pactos, acuerdos y sintonía con los partidos antiforalistas de Madrid. La próxima estación de todo esto será la prueba del algodón de la lista electoral a las generales del 28-A, si comparte UPN siglas con el PP o lo disimula de momento, a la espera de los comicios forales y municipales del 26-M, dejando al margen a los populares. En cualquier caso será sólo una táctica de camuflaje, porque la estrategia de un gran acuerdo de derechistas y ultras, en el que UPN quiere estar presente, ya está cerrada. Y amenaza también al autogobierno foral, político y social de Navarra.