el curso político ha arrancado en Navarra envuelto en la interesada polémica derivada de la elección del senador autonómico. Es un asunto que no deja en buen lugar a ninguno de los implicados, que debería haberse solucionado de puertas hacia dentro y que emana de una redacción muy mejorable del pacto con el que Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra concurrieron a los comicios del 28 de abril bajo la denominación Cambio-Aldaketa. Si se lee el punto número 2 del acuerdo, que reproducimos en la página 14, lo mismo sirve para satisfacer la reivindicación de I-E que para interpretar que es Geroa Bai quien tiene razón, por lo que en primer lugar cabría preguntarse si los protagonistas de aquel fallido pacto sabían qué firmaron. Pero en el fondo da lo mismo. El cuatripartito salió de las urnas del 26 de mayo con solo 19 escaños. Es decir, tiene uno menos que Navarra Suma, por lo que llevar hasta las últimas consecuencias la demanda de I-E sólo serviría para que el cargo del senador recayera en la derecha. Entre tanto, el PSN ha dejado claro que va a respetar el acuerdo que tiene para sumar sus 11 votos a los 9 de Geroa Bai. Dado que EH Bildu, fuera del acuerdo de gobierno tras una legislatura de lealtad al pacto anterior, ya ha avanzado que dará sus 7 votos al único que tiene I-E, será Podemos quien desnivele la balanza. No me imagino a la formación morada facilitando que el próximo senador autonómico sea de Navarra Suma por no respaldar con sus dos escaños a los dos partidos con los que comparte consejo de gobierno. Supondría llevar este desencuentro al colmo del absurdo, justo cuando acaba de comenzar una legislatura en la que va a hacer falta mucha cintura y altura de miras.