lega la moción de censura de Vox contra el Gobierno de Sánchez. Aritméticamente será inútil. Desde su presentación, la moción de censura está condenada al fracaso en el Congreso. Ni aun con el apoyo de PP y Ciudadanos hubiera salido adelante. Y ni siquiera tiene esos apoyos. Pero que sea inútil e imposible no quita para que Vox haya conseguido buena parte de sus objetivos partidistas y políticos. Ha logrado instalar la crispación como elemento clave del debate político en Madrid. Ha servido también para profundizar en el deterioro de las principales instituciones del Estado, objetivo estratégico de la ultraderecha española como de la ultraderecha en todos los lugares del mundo donde se ha consolidado. Igualmente, ha devaluado la imagen y la capacidad de respuesta del sistema democrático ante los problemas de la sociedad, agravados ahora con la crisis sanitaria y socioeconómica de la pandemia del coronavirus. Y sobre todo ha desplazado al PP y al resto de las derechas políticas, UPN incluida, de sus intentos por recuperar, tras perder el poder, posiciones centristas. La moción de censura ha servido para desorientar aún más al PP de Casado y a un Casado que ya deambulaba desorientado derrota electoral tras derrota electoral. Opte por el voto en contra o por la abstención, Vox ha llevado al PP -y en Navarra a UPN, aunque al menos este partido ha decidido votar no- a su discurso destructivo y bronco. Ése es su principal éxito hasta ahora. Se juega el liderazgo entre Casado y Abascal en la derecha española y el discurso ganador en ese mismo espacio. La moción de censura es hija de aquella foto de Colón, que reunió en Madrid a PP, Vox, Ciudadanos, UPN y grupúsculos falangistas, fascistas, neonazis y ultras de todo pelaje en febrero de 2019. Aquella foto también se saldó con el tiempo con un fracaso político. Sánchez finalmente formó Gobierno con Unidas Podemos y el apoyo de una mayoría parlamentaria plural territorial e ideológicamente. Y pese a los constantes y grotescos intentos de tumbar al Gobierno, incluso desestabilizando el Estado, Sánchez sigue en la Moncloa mientras la mayor parte de los asistentes a aquel festín ultra tratan ahora de borrar de la memoria política su presencia. Vox será protagonista esta semana del foco político, mientras quienes le han jaleado en su alocada política ya han pagado electoralmente esa complicidad con la ultraderecha. Y quizá la moción de censura sea con el tiempo, al igual que la foto de Colón, un gran error. El principio de la decadencia de Vox. De hecho, ya está ocurriendo en otros estados europeos donde han llegado a ser fuertes. El último, en Austria. Y posiblemente perjudique más que beneficie también a las fuerzas de derecha que, como UPN o PP, no tuvieron reparo alguno en situarse cómodamente junto a Abascal y los suyos en fotos y discursos. Una excepción en la Europa democrática avanzada.