ras sobrepasar el ecuador de la Legislatura, Navarra inicia un nuevo curso político en una situación de estabilidad política y recuperación del empleo, la economía y los ingresos fiscales. Los avances de los últimos seis años, el cambio de prioridades presupuestarios y la anteposición de los intereses generales permitieron situar a Navarra en una posición social, económica y financiera mucho mejor que en 2015 y ello ha posibilitado una gestión eficiente de la crisis sanitaria y ha permitido afrontar con perspectiva social sus consecuencias laborales y económicas. El verano ha sido un tiempo de calma chicha en la política foral. Solo un par de apariciones poco estelares de Esparza para repetir las mismas consignas de cada semana y la asunción de Chivite del papel de portavoz del Gobierno para adelantar todas y cada unas de las buenas noticias sobre la vacunación, la superación de la quinta ola de la pandemia del coronavirus y la supresión de restricciones. La gestión de la pandemia en todos sus ámbitos va a seguir marcando marcado aún la gestión diaria del Gobierno, pero es evidente que Navarra afronta ya más desafíos de importancia de cara al futuro inmediato. Uxue Barkos adelantó las prioridades de Geroa Bai para este nuevo ciclo político y situó la transformación del modelo energético, el refuerzo de la Atención Primaria, la fiscalidad, donde también inciden Podemos e I-E, y la necesidad de cerrar importantes negociaciones en materia de autogobierno con el Estado -el Convenio Económico y transferencias pendientes como el Ingreso Mínimo Vital y Tráfico-, como ejes presupuestarios y sociales. También María Chivite valora hoy en DIARIO DE NOTICIAS el presente político destacando la consolidación de la fórmula de Gobierno, la oferta a Navarra Suma para que abandone su autoaislamiento en el no por el no y las expectativas positivas de recuperación económica con los fondos europeos. Con un Gobierno de coalición consolidado internamente y con capacidad de interlocución y acuerdos en el ámbito parlamentario para aprobar nuevos Presupuestos -lo ha demostrado con EH Bildu-, la política navarra está en condiciones de afrontar esos desafíos. Tiene potencialidades políticas propias suficientes y tiene también un alto nivel de cualificación profesional y laboral -Osasunbidea es un buen ejemplo-, y un tejido empresarial y municipal con buenas perspectivas para ese tiempo que se avecina. Pensar con prioridad en las nuevas generaciones para ese futuro será imprescindible. Pero la política debe atender también a la batalla de las ideas que abre el actual periodo de cambio social. Las ideas son siempre importantes. Aunque la propaganda parezca un producto más fácil de vender y consumir, incluso detrás de toda propaganda hay ideas políticas. Las ideas crean certezas y convencimiento en la opinión pública. En este tiempo de cambios e incógnitas, la estabilidad es un buen estado político para abordar con profundidad y honestidad los problemas y acordar las soluciones más efectivas. Pero si la actual fórmula de estabilidad política e institucional en Navarra tiene vocación de marcar la política foral por mucho tiempo, será importante también librar la batalla de las ideas y de los valores democráticos que favorecen el avance de la sociedad en defensa de los intereses colectivos y el bien común.