Anda la vicepresidenta Yolanda Díaz muy preocupada por nuestra economía. Y no es para menos con la inflación disparada, los precios de la energía por las nubes y la cesta de la compra cada vez más difícil de llenar a precios asequibles. La pandemia hizo que nos volviéramos más sibaritas y nos diéramos en casa pequeños caprichos y lujos asequibles ya que no podíamos disfrutar plenamente fuera de nuestros hogares. Tras unas pocas semanas de calma, la guerra en Ucrania ha vuelto a poner cuesta arriba el llenar la nevera. Las marcas blancas se han hecho omnipresentes, los lectores de precios echan humo y las aplicaciones para comparar los precios baten récords de clics. Mientras el ciudadano de a pie las pasa cada vez más canutas las grandes superficies se forran con unas subidas de precios de dos dígitos que no revierten en el agricultor, ganadero o productor. Para acabar de ponérnoslo más difícil el BCE acomete una histórica subida de los tipos de interés del 0,75% que pretende combatir la inflación pero que nos aboca a una recesión. La idea de intervenir los precios de la cesta de la compra ya ha sido adelantada por algún supermercado con tintes promocionales. El intervencionismo en la distribución es un mal augurio reflejo de otras épocas. Pero no lo es menos que llenar la cesta de la compra se está convirtiendo en una odisea. l