a celebración del centenario de Osasuna nos ha deparado una situación inesperada: los directivos golpistas que tuvo el club -Maíz, Visiers, Lizarza, Goicoechea entre otros-, no han sido recordados por su contribución al desarrollo de Osasuna. Quizás, la culpa de este “olvido” se deba al hecho de haber mezclado la celebración centenaria -siempre motivo de alegría- con la conmemoración -palabra que connota cierta tristeza, se recuerda algo, pero no se celebra-, de los asesinatos en 1936 de directivos, jugadores, técnicos, socios y periodistas de izquierdas relacionados con Osasuna.

Es evidente que no existe ningún principio de causalidad entre el primer término -el crimen- con el segundo -Osasuna-. Pues ninguna de las personas asesinadas en 1936 y que estaban relacionadas con el club, lo fueron por esta razón, sino por ser de izquierdas. Desde Séneca se dice que “aquel a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido”. Los asesinatos de Cayuela, Bengaray, Cilveti, Lamas, Aguirre etc., ¿a quiénes beneficiaron? ¿A Osasuna? Sería lo lógico, pero Osasuna no tuvo nada que ver en esa barbarie.

Pero reconózcase, también, que el club tampoco actuó como una santa fundación al estilo de Schindler. Hubiera sido una historia para recordar que directivos de derechas hubiesen utilizado la tapadera de Osasuna para salvar las vidas de quienes estaban en las listas negras de los golpistas. Nada de eso sucedió. O quién sabe. Quizás a última hora alguien descubra una historia semejante a la lista de Schindler y escriba un libro.

Más bien y por lo que sabemos ocurrió todo lo contrario. Goicoechea, por ejemplo, utilizó el “sentimiento del club” para azuzar desde Diario de Navarra la persecución del deportista rojo y nacionalista alistado al “ejército rebelde” republicano. El aplauso a estas manifestaciones del periodista fue unánime y durante más de cuarenta largos años la derecha se sintió orgullosa de haber limpiado al club de comunistas, nacionalistas y socialistas, directivos y jugadores.

De ahí que extrañe la inhibición de la derecha en la celebración de este centenario de Osasuna dejando de lado a los suyos, los que mantuvieron en el club el espíritu del Golpe, década tras década. Tiempo en el que la derecha se ha pavoneado de ser el Belén del Alzamiento. El régimen franquista lo reconoció así, concediendo la Laureada a Navarra. Y el homenaje a estos caídos por Dios y por España ha sido permanente. La Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz aún sigue, en sus Caídos, celebrando misas en su memoria, reivindicando los “valores” que los hizo mártires en aquella Cruzada, bautizada y bendecida por el obispo Olaechea.

¿Por qué la derecha se ha inhibido en reivindicar los nombres de los golpistas Maíz, Lizarza y Visiers, cuando, en opinión de Goicoechea, se entregaron a Osasuna con toda su alma? Increíble, pero del silencio de la derecha se deduce que tales sujetos ni existieron. No los han recordado ni sus más acérrimos seguidores ideológicos. Ni, siquiera, Diario, que tantas medallas les colgó, por lo que, a la vista de los forzados homenajes del presente para con las víctimas, parecería que Osasuna solo fue cosa de republicanos, socialistas, comunistas y nacionalista. Lo que es falso.

Ahora bien, si a la derecha le sale más rentable no remover el lodazal de sus parientes ideológicos, ¿por qué no exigir a la directiva actual que los borre de la historia del club? ¿Merecen seguir formando parte de la Memoria de Osasuna? La respuesta parece más que obvia si se repara en que el criterio del “posicionamiento político” ha sido el único utilizado para reivindicar su memoria y feliz centenario. Que el club Osasuna haya estado presidido por Lizarza y Goicoechea, más que un recuerdo feliz, supone un baldón ignominioso con carácter retroactivo. Lo mismo cabría decir de cantidad de vocales carlistas y falangistas que apoyaron el golpismo sin pestañear, manteniéndolo en el tiempo sin cuestionarlo.

El comportamiento de la derecha resulta paradójico. Si la derecha actual sigue defendiendo que el golpe de Estado fue necesario, pues salvó a Navarra y a España del comunismo, ¿acaso no sucedió eso mismo en el terreno deportivo, librando al club del cáncer bolchevique? La hemeroteca bélica y de postguerra de Diario lo confirma, con textos de la propia cosecha o copiados de J. Miquelarena o de Spectator, seudónimo de Alberto Martínez, el inventor de la expresión “la furia roja”.

Además, como plantea un replicante, “si ser golpista no anula el sentimiento de afecto que uno ha cultivado por Osasuna”, ¿por qué, entonces, no los homenajean? A fin de cuentas, “antes de 1936, ¿se pueden encontrar diferencias sustanciales en el trabajo realizado por el club entre unos y otros?”.

Nada que objetar. Ahora bien, ¿por qué, entonces, la derecha navarra no ha reivindicado a los directivos golpistas del club si eran tan buenos en el terreno deportivo? Esta tozuda negación por reconocer su pertenencia al club como vocales y presidentes, ¿significa que se avergüenza de ellos? ¿O simplemente se prefiere no significarlos para normalizar su presencia y evitar la reivindicación de “verdad, justicia y reparación”? ¿Igual que los jugadores de Osasuna que se adhirieron al Glorioso Movimiento Nacional? Ninguno de sus nombres han salido a la palestra. Si defendieron, entonces, la causa justa de “la Patria, de Dios y de la Religión”, incluso brazo en alto, ¿por qué dicho olvido?, ¿por qué dejarlos como si nada hubiesen hecho?

Triste situación de la derecha navarra. Se celebra el centenario de un club por el que sienten veneración y donde desde el primer momento de su fundación participaron sujetos que con los años serán nortes y vigías de su ideología fascista y no se atreven ni a pronunciar sus nombres.

Tanto ardor guerrero para evitar que los nombres representantes genuinos del golpismo sean retirados del callejero y, sin embargo, no han movido un dedo para homenajear los de quienes en su día fueron fervorosos vocales y presidentes de Osasuna. ¿Qué es lo que les impide recordarlos? Al fin y al cabo, ¿no son parte relevante del club? ¿O no lo son?

Desgraciadamente, viene siendo habitual que la reivindicación de las víctimas no traspase la línea de los responsables, como si estos carecieran de nombres y apellidos o no hubiesen existido y tuviéramos que tragarnos el peaje de un olvido conveniente y oportunista.

*Firman este artíulo: José Ramón Urtasun, Carlos Martínez, Clemente Bernad, Jesús Arbizu, Txema Aranaz y Víctor Moreno, del Ateneo Basilio Lacort

¿Por qué, entonces, la derecha navarra no ha reivindicado a los directivos golpistas del club si eran tan buenos en el terreno deportivo?

Desgraciadamente, viene siendo habitual que la reivindicación

de las víctimas no traspase

la línea de los responsables