La vuelta a casa después de tanto tiempo
El día 24 de agosto se procedió a la exhumación de los restos de Francisco Mira Pons, en el tristemente conocido como Cementerio de las Botellas, donde 131 presos fueron enterrados después de fallecer por enfermedades como la tuberculosis, por las inhumanas condiciones en las que estaban recluidos, frio, humedad, hambre y deficiente atención médica. Hasta la construcción de este cementerio, los fallecidos eran enterrados en los Campo Santos de los pueblos que rodean el Fuerte de San Cristóbal, que así lo hemos conocido toda la vida, pero llego un momento que los pueblos se quejaron de que estaban saturados y que no iban a disponer de sitio para sus paisanos. A partir de aquí, se decide la construcción de un recinto en la ladera Norte, que pueda albergar a los presos que van falleciendo.
Fue a finales de 1944 cuando Francisco murió de enfermedad y paso a engrosar la nómina de enterrados en dicho Cementerio. Una gran parte de las familias de los que aquí fallecieron, ignoraban cual había sido el destino de su marido, padre o hermano, del cual no disponían de la información de donde estaba recluido y si seguía vivo o no.
Ha tenido que pasar 79 años para que su familia, descendientes directos, vendrían desde Alcoy a recoger los restos y poder hacer el viaje a la inversa que le trajo a este penal. Ahora descansara entre los suyos y esta gran familia podrá cerrar esa herida abierta durante tantos años y que por fin podrá cicatrizar.
Ver a la familia alrededor de la tumba, viendo como sus restos eran recuperados con toda dignidad y profesionalidad por el equipo de arqueólogos de Aranzadi y viendo la emoción contenida y las lágrimas que resbalaban por el rostro de la familia, me reconfortaba, lo he visto muchas veces, pero son menos de las que quisiera. Aún quedan muchas familias que desconocen el paradero de ese abuelo que saben que tuvieron y que cuando preguntan por él, lo único que les pueden decir es que desapareció cuando la Guerra Civil, el día que se lo llevaron detenido y que a partir de ese momento se convirtieron en personas desaparecidas.
Cuando los representantes del Gobierno de Navarra entregaron la urna a la nieta, una emoción mayor nos recorrió a todos, nietos, bisnietos y tataranietos recuperaban a ese ser querido del que habían oído hablar pero era un desconocido. Ahora, ante sus restos, sabían de la triste historia del abuelo y habían conocido el lugar donde paso sus últimos días y donde con toda seguridad recordaba a su familia.
La familia nos contaba que el delito de Francisco fue ayudar a mucha gente y ser militante de un sindicato, no le preocupaba el exponerse ante los demás a la hora de ser solidario, no podía imaginarse que esa actividad era la que le llevaría a la tumba. Francisco era muy buena persona, no hizo daño a nadie y siempre se preocupaba por todos.
Ahora vuelve a casa, con los suyos, de donde no tenía que haber salido nunca, un círculo que se cierra, una familia que ahora tiene más paz.
Quiero agradecer al Gobierno de Navarra y más concretamente al departamento de Paz y Convivencia, el apoyo que nos presta a las Asociaciones de Memoria Histórica y a las Familias para poder llevar esa paz necesaria que cierre heridas y conseguir una sociedad más justa.
Adiós Francisco, ahora vas a conocer a tus nietos y bisnietos y tataranietos, que seguro preguntaban por ti.