Vivimos tiempos en los que no parece tener consecuencias para quien increpa abiertamente al adversario, tergiversa la verdad sin ningún escrúpulo y ningunea la representación asumida en la política o en otras esferas sociales. Hoy me he propuesto reivindicar el beneficio que reporta lo contrario. Se trata de mi manera de entender la secuencia del ejemplo como virtud. No tendrá el éxito de Trump, delincuente convicto y desestabilizador de la convivencia, pero ayudará a la reflexión.

Frederic Laloux (Reinventar las organizaciones) se fija en la manera en que nos relacionamos (habla de las empresas, pero sirve para las relaciones humanas y educativas en general). Él se refiere a las “Organizaciones Teal” como las que obtienen los mejores resultados porque actúan en el marco de un sentimiento de confianza, alejado del modelo jerárquico. La confianza como una de las claves, el condimento secreto de una organización exitosa para que el logro sea una consecuencia más que el fruto de una exigencia.

Las reflexiones de Leloux me han recordado la escalera de valor que la experiencia me ha proporcionado y utilizo en bastantes ocasiones. En especial cuando él resalta el ejemplo como la conducta que mueve a las personas a hacer cosas, a entregarse por algo. Las palabras no convencen, el ejemplo arrastra. Dicha escalera es una secuencia de valores estimulantes que el ejemplo desencadena. Son peldaños que diseccionan las consecuencias de la conducta ejemplar, da igual si nos referimos a la empresa, a la familia o al mundo educativo, dada su capacidad de transformar actitudes y conductas. Veamos:

el ejemplo no es delegable. La incoherencia y la falsedad no son creíbles. Cuando alguien actúa ejemplarmente, con nobleza y coherencia, lo primero que logra es ser creíble. Si no creemos en el mensajero, tampoco creeremos en el mensaje. La actitud ejemplar es la puerta que conduce a la credibilidad. Cuando tenemos la fortuna de encontrarnos alguien así, se activa el siguiente peldaño de la escalera: la confianza. Ante una persona creíble, estamos en la mejor disposición para confiar y fiarnos de él. El requisito es que para recibir confianza, también hay que darla. La confianza se otorga y se acepta, no se exige. Ningún jefe poderoso, ningún padre o madre, amigo o colega pueden lograr la confianza imponiéndose; es fruto del tiempo, no es flor de un día, de ahí su valor.

¿Qué logra la confianza? es capaz de sacar de dentro lo mejor de uno mismo; ahí es nada. Cuando damos lo mejor que tenemos es porque alguien me hace sentirme seguro para brillar lo mejor de mi persona. Entonces es cuando las personas estamos en disposición de subir otro peldaño para activar la creatividad; la confianza es el marco perfecto que nos impulsa a generar ideas de valor, lo cual lleva directamente al siguiente escalón: a sentir la motivación con el esfuerzo creativo. Creatividad, motivación… que a su vez producen autoestima. Es casi de sentido común. Una vez que estamos en estas alturas de la escalera es cuando nace el sentimiento de compromiso con lo que tenemos entre manos: organización, tarea, problema a resolver… es el impulso interior a involucrarme.

El compromiso o respuesta personal llega gracias a todo lo anterior, a veces de manera inconsciente. Es fácil de entender que estas conductas no puedan imponerse, porque son la consecuencia de todo lo anterior. A veces hablamos de la motivación sin reflexionar lo que se requiere para ello. Es un vínculo emocional y afectivo que tiene sus peldaños…

Ya casi al final de la escalera, la persona comprometida con una causa (familiar, educativa, social, política…), irradia autoridad o legitimidad en lo que dice o hace. Los romanos ya diferenciaban el poder (potestas) de la autoridad (auctoritas); esta no se puede comprar con dinero ni a la fuerza. Es por lo que se ha evolucionado conforme avanzaba la complejidad: se ha pasado de orientar las actividades por instrucciones (mandar), a trabajar por objetivos (gestionar), hacerlo por valores (facilitando el compromiso), dar un salto cualitativo hacia el liderazgo de servicio (transformador), para llegar al liderazgo humano global (excelencia).

Llegamos así al último peldaño de la escalera: obtener buenos resultados. Parece una obviedad que todos queramos trabajar más a gusto consiguiendo los mejores resultados. El problema a resolver es la forma de afanarnos en ello. Hemos avanzado muchísimo en ciencia y tecnología, pero mucho menos en la manera de influir en personas y equipos como algo clave en la convivencia social y laboral, en la educación, en los derechos fundamentales… Aquellas son medios supeditados al cómo hacerlo. Los tramos de esta escalera –Ejemplo, Credibilidad, Confianza, Motivación, Creatividad, Compromiso, Legitimidad, Resultados– influyen decisivamente en las consecuencias conforme vamos desplegando el ejemplo, con lo supone el efecto cascada. Ojalá sirva este apunte en forma de escalones; y que cunda el ejemplo.