A través de los años he visto un número razonable de familiares que han muerto dejando velas que nunca fueron encendidas, electrodomésticos que nunca fueron sacados de las cajas, vinos que fueron guardados para “una ocasión especial” y sofás nuevos que fueron recubiertos con cobijas. Esto llega a crear un hábito. Después de un tiempo, tú tienes sueños que escondes por el día esperando que llegue el momento de hacerlos realidad.
Tienes elogios hacia las personas, que postergas hasta que llegue “el momento apropiado.”
Tienes rencores que vas a aclarar cuando “encuentres el tiempo” que nunca encuentras. He aprendido que cuando no se usan, los cubiertos de plata pierden su brillo; que el perfume se convierte en alcohol y no huele igual; que el plástico para cubrir las lámparas del polvo las hace envejecerse y que las ideas que se guardan para un “futuro artículo” frecuentemente se hacen obsoletas.
Tengo el sueño que cuando me pidan dar cuentas de mi vida ante el Tribunal Celestial será algo así: Ellos dirán: ‘Bien!, vacía tus bolsillos, por favor. ¿Qué te ha sobrado de tu vida? ¿Algún sueño sin realizar? ¿Algún talento que tuviste al nacer y que aún te queda? ¿Elogios sin decir o algo de amor sin compartir?’
Y yo contestaré, “No tengo nada que devolver”.
Yo gasté todo lo que tú me diste. Estoy tan desnudo como el día que nací. Si tú guardas, guardas y guardas, si no disfrutas de los placeres de la vida sino hasta algún día, si no disfrutas de tu sala y la usas solo para las visitas, si guardas aquel vino para la ocasión especial, en cualquier momento se acabó el tiempo y te darás cuenta que simplemente no has vivido.
Cada día de tu vida debes vivirlo ese mismo día, de lo contrario se echa a perder. En pocas palabras, la vida, como el maná, “no se guarda para mañana”.
Y esto es algo que aprender: que no hagamos lo que la gente hizo y guardemos o pospongamos cada placer hasta que llegara algún día. Disfrutemos el momento, vivamos el día. Disfruten los muebles ahora, usen su vajilla hoy, saboreen aquella botella especial hoy, usen su perfume especial hoy. En pocas palabras, la vida, como el maná, no se debe guardar para disfrutar mañana.
Porque si posponemos y guardamos la vida para disfrutarla algún día, algún día descubrirás que simplemente no has vivido. Recuerda que el día que no viviste hoy, ¡mañana ya no sirve!
El autor es diplomado y Maestría en Desarrollo Humano FESC Universidad Nacional Autónoma de México