Cuando los futbolistas terminen de arreglar los problemas con su convenio colectivo deberían redactar una propuesta en la que soliciten la inmediata implantación de la tecnología para ayudar a resolver la jugada más comprometida del fútbol, esa en la que el ojo humano no acierta a descifrar si el balón ha traspasado o no la línea de gol. No lo digo por el atropello sufrido ayer por Osasuna en Valladolid -que también- sino por tantas acciones en las que un ascenso, un descenso o una contienda de la Copa del Mundo se dejan al albur de un golpe de vista. Hay ejemplos que son historia del fútbol como el gol (que no fue) de Inglaterra en la final de 1966 o aquel no concedido a Michel contra Brasil en México´86. Que en los dominios de Villar piensen en el futuro cuando siguen anclados en la época feudal suena a broma, pero tan interesados como los jugadores son los propios árbitros; hoy, en el caso de Lesma López y sus auxiliares, me imagino que sonrojados y con la conciencia alterada después de burlarle dos puntos a un equipo que lucha por escapar del descenso y de la desaparición. De cualquier forma, con ojo de halcón o sin él, que un árbitro con siete temporadas en Segunda división y cerca de 150 partidos de Liga a sus espaldas no sea capaz de advertir en la trayectoria de un balón si ha botado dentro o no es para mirárselo, y no precisamente en el oftalmólogo. Él y también su auxiliar de línea, pegado al banderín de córner y el mejor situado, y que no da validez al gol. Si es verdad que a final de temporada los errores y aciertos arbitrales se reparten a partes iguales -que no lo creo- solo quedan cuatro partidos para enmendar todas las expulsiones injustas y los goles anulados que han costado puntos a Osasuna. Y, la verdad, creo que no les queda tiempo para subsanar tanto agravio.
Y los méritos de Osasuna.- Es una pena dedicar al arbitraje tanto espacio (esto sigue hoy, mañana y el martes) porque abrevia los méritos de Osasuna para ganar el partido. Desde un planteamiento de protección de su área, los rojillos fiaron al contragolpe y a las jugadas a balón parado la suerte del encuentro. Con la premisa de mantener la portería a cero, el Valladolid apenas disfrutó de un par de buenas ocasiones, mientras que los rojillos tenían en las botas de Hervías, Roberto Torres y David García las ocasiones de marcar. La reacción al gol de Miguel Flaño en propia puerta y el gol no dado como válido de Nino hablan de un equipo con capacidad de reacción y con ambición para buscar la victoria hasta el último segundo del partido. Dibuja, en resumen, a un Osasuna que de verdad es diferente.
Fuera miedos.- Estamos ante un equipo que ha perdido el miedo; con valor para meter a un juvenil de 17 años en la zona donde ataca un elemento tan desequilibrante como Mojica; con la entereza de un Miguel Flaño que arrastrando una de sus temporadas más grises se sobrepone a un autogol; un grupo que asume un sistema de juego basado en la solidaridad de los esfuerzos. Y esto, los ojos del osasunismo lo ven y lo aplauden. Aunque ayer le despojaran del premio.