“la casa hay que empezarla por abajo. Queríamos terminar con nuestra portería a cero y lo hemos conseguido”. Lo dijo Sergio León al término del partido de ayer y no le falta razón al delantero de Osasuna, que ayer volvió a disponer de minutos de juego saliendo desde el banquillo. El conjunto navarro conquistó su segundo punto de la temporada y lo hizo merced al generoso despliegue defensivo de todos sus jugadores, ante un Celta muy superior, pero al que le faltó tino en ataque para castigar a su rival. El equipo rojillo obtuvo una suculenta recompensa (0-0) en una mañana en la que el portero Mario se erigió protagonista -por su estreno como titular en Liga después de 49 jornadas a la sombra de Nauzet y por sus paradas- y en la que Osasuna se encomendó al oportunismo de sus jugadores de ataque en busca de un gol del que, sin objeción alguna, el Celta estuvo siempre más cerca. Solo acciones puntuales de De las Cuevas, sin duda el hombre con más calidad del plantel de Martín, un par de jugadas individuales de Jaime Romero (que fue suplente) y un complicado balón al espacio que Sergio León no pudo aprovechar en la recta final del choque (porque la pelota no botó como él quería) se convirtieron en los únicos instantes en los que los rojillos estuvieron a punto de sobresaltar a un adversario que jugó infinitamente mejor. El resto del choque fue un monólogo del Celta, dueño y señor de la pelota, y también de las ocasiones más claras. Y es que los jugadores del conjunto gallego se toparon hasta en tres ocasiones con los palos de la portería defendida por Mario y otras tantas veces (o más) con el guardameta cántabro. En definitiva, que Osasuna no encajó por vez primera en cuatro partidos después de haber recibido un gol en Málaga, dos en El Sadar contra la Real Sociedad y cinco del Real Madrid en el Santiago Bernabéu.
Oier refrendaba las palabras de Sergio León. “Mantener la puerta a cero es la base para poder sacar puntos en la competición”, decía el estellés, que ayer actuó de central tras tres jornadas ejerciendo de centrocampista. Matizaba, no obstante, que “quizás hayamos descuidado un poco la parte ofensiva”. La mejor prueba de esto, la actuación de Oriol Riera. Al delantero le tocó correr como un poseso para iniciar la presión rojilla (que se fue retrasando con el paso de los minutos y la acumulación del esfuerzo y el cansancio) y para echar una mano a sus compañeros del centro del campo, zona en la que a Fran Mérida y también a De las Cuevas les tocó ejecutar más labores defensivas que ofensivas. Qué decir de Imanol García y Aitor Buñuel, los jugadores que mayor distancia recorrieron ayer en El Sadar (11,5 kilómetros cada uno, según las estadísticas de beIN SPORTS), y del sufrimiento de los centrales, que padecieron la velocidad de Theo Bongonda, la calidad de Iago Aspas y la fuerza del corpulento Guidetti.
Pero Osasuna sobrevivió a todo esto. También al fútbol elaborado de un Celta con un centro del campo con jugadores de un nivel exquisito. El conjunto gallego casi siempre tuvo el balón y la iniciativa, pero no marcó y elevó a cinco su cuenta de partidos oficiales sin conocer la victoria (cuatro en Liga y otro en Europa). Si continúa como ayer, pronto abandonará los puestos bajos de la clasificación. Tiene pinta de que a Osasuna le costará un poco más, pero va poniendo los cimientos para puntuar: la portería a cero. El siguiente paso, estrenar el casillero de victorias. El próximo jueves, otra vez en El Sadar y contra el Espanyol. Con ello soñaba ayer el presidente, Luis Sabalza. Y como él, todo el osasunismo.