La gélida mañana del 23 de diciembre de 2014 unas decenas de apasionados del rugby nos concentramos frente al Parlamento de Navarra tras una pancarta que decía “Si es de todos es para todos-Denona bada denontzat behar du”, que sostenían unos cuantos chicos y chicas ilusionados con este deporte. Queríamos respaldar así la petición que habíamos registrado al día siguiente de que esa cámara legislativa aprobase la ley de refinanciación de la deuda de Osasuna por la que el estadio del Sadar y las instalaciones de Tajonar pasaban a manos públicas a cambio de 54 millones de euros de deuda con todos nosotros. Pedíamos poder usar un campo de los 8 de Tajonar para jugar a rugby, un deporte que hoy practican con licencia más de 800 personas en Navarra y que carece de una instalación pública en la Cuenca de Pamplona.

El consejero de Deporte entonces, Iñigo Alli, dijo que nuestra petición era oportunista en una pregunta parlamentaria. Otros, en redes sociales y mensajes particulares nos llamaron otras cosas mucho peores. También hubo un parlamentario de Aralar que propuso hacer allá huertas ecológicas. Sin embargo, la situación del rugby no era ninguna broma ni tampoco era cosa de ayer la situación de un deporte que se ha visto reiteradamente desalojado de instalaciones y que sufre un déficit evidente de recintos de juego en la comunidad con mayor número de instalaciones deportivas por habitante.

El INDJ y Osasuna han presentado el acuerdo para que otros clubes de fútbol puedan utilizar las instalaciones públicas de Tajonar. Más de dos años después de la petición de la Federación Navarra de Rugby, el club acepta que los horarios que no tengan ocupados los usen otros equipos. Desde el rugby nos felicitamos de que otros equipos no tengan que renunciar a desarrollar su deporte por falta de instalación y que, por fin, unas instalaciones públicas se abran al uso de algunos que la necesiten.

El convenio entre el INDJ y la UPNA para el uso de su recinto deportivo a un precio menor de las tasas fijadas por el centro público ha subsanado, por el momento, la falta de una instalación digna para el rugby. Sin embargo, es necesario asegurar el futuro para unas instalaciones públicas que permitan no depender de vaivenes constantes o de voluntades particulares. En los últimos 4 años se ha multiplicado por dos el número de practicantes del rugby y son cada día más quienes apuestan por los valores de compañerismo, respeto e inclusión de un deporte que es mucho más que un deporte de contacto. Por ello, todavía nos queda mucho por hacer para evitar que la pasión que revelaban las promesas del rugby que sujetaban la pancarta en 2014 decaiga por falta de una instalación para jugar.

El autor es presidente de la Federación Navarra de Rugby