Jagoba Arrasate sorprendió a no pocos volviendo a colocar a dos delanteros juntos en la alineación cuando le había ido bien poblando el centro del campo y dejando a un solo ariete en punta.

Cosas del de Berriatua que, por esto y por mucho más, ha demostrado que sabe leer a los rivales perfectamente. Los rojillos ganaron al Eibar donde los de Mendilibar suelen ser mejores que sus rivales: por arriba. Ayudó la recuperación de Budimir, Torró y Aridane que pequeñitos no son, justamente.

Da la casualidad que pese al bombardeo aéreo de ambos equipos, el primer gol vino con una gran jugada a ras de césped. Un taconazo de Rubén (se echaba de menos una genialidad así del '14') que Manu Sánchez convirtió en asistencia para Calleri, que no perdonó. El lateral es un cañón hacia delante. Nada nuevo. Incluso en lo poco que ha jugado con el Atlético dio una asistencia parecida. Pensando en el futuro, creo que todas las partes ganarían con el joven otro año más en Pamplona para pulir lo que más le cuesta: la parecela defensiva.

Tras el gol rojillo parece que Osasuna decidió acurrucarse demasiado cerca de su área. Está bien darle la iniciativa a un equipo que no la quería, pero sin hundirse tanto. A los pupilos de Arrasate les volvió a condenar otro error al ir Nacho (que ya sí está reconocible pese a esto) al suelo en un balón largo. Bryan Gil no desaprovechó la oportunidad para ceder a Kike García y darle un golpe a Osasuna digno de cualquier boxeador de los buenos.

Pero Osasuna se recompuso y demostró carácter. Seguramente si Osasuna sale de esta con vida sea justo por eso, por su fortaleza mental y como grupo. Dmitrovic se cobró con creces el regalo aquel que les hizo a los rojillos cuando militaba en el Alcorcón. No parece el mismo portero, vaya guardameta. Le sacó una Torró y otra a Torres que parecían imposibles.

Entonces Arrasate tiró del diferente Adrián. El asturiano es el verso suelto de los delanteros de Osasuna, todos altos, peleones...menos él. Adrián demuestra su experiencia y su inteligencia en el campo en cada acción. Así, cuando todos habrían buscado la portería, él la tocó suavita al segundo palo con su cabeza.

Y por allí apareció Budimir. Y la tiró al palo. Y le rebotó. Y la metió. Y suspiró hasta el que está rematando las (no breves) obras de El Sadar. Tres puntos de oro para los rojillos. Adrián peinó al equipo y el grupo terminó de acicalarlo.