Pese a la derrota que encajó ayer Osasuna en el Spotify Camp Nou (1-0) contra el líder de la Liga, un Barça cada vez más cerca del entonar el alirón, el portero del conjunto navarro, Aitor Fernández, se mostró tremendamente orgulloso de su actuación y de la de sus compañeros. “El equipo ha hecho un partido de matrícula de honor”, dijo el cancerbero guipuzcoano, titular ayer en la Ciudad Condal, en declaraciones a DAZN instantes después de la finalización de un partido en el que los rojillos jugaron durante más de una hora con un futbolista menos por la expulsión de Jorge Herrando, que en su debut en Primera vio la roja directa.
“Sabíamos que siempre es complicado jugar aquí y más con uno menos desde el minuto 26”, dijo el guardameta de Osasuna en referencia a la tarjeta que le mostró el árbitro al central de Campanas por sujetar y derribar a Pedri siendo el último defensor del conjunto navarro. “Todo el osasunismo debe sentirse orgulloso del partido que hemos hecho y ahora toca pensar en la final del sábado”, añadió Aitor Fernández, que solo puso un pero: “Hemos defendido a las mil maravillas, menos en la jugada del gol, que ha llegado casi al final, pero al final cansa mucho cuando casi no tienes el balón”.
A que las opciones de Osasuna de llevarse un punto de Barcelona fueran creciendo con el paso de los minutos contribuyó de manera decisiva el propio Aitor Fernández. Con una espectacular colección de paradas, a cada cual más espectacular, el portero mantuvo en el partido al equipo de Jagoba Arrasate, que se defendió como gato panza arriba en un ejercicio de solidaridad por parte de todos. De los cuatro zagueros. De los extremos, que durante gran parte del partido ejercieron de laterales. De todos los que pasaron por el centro del campo, incluido un Pablo Ibáñez que rindió a un nivel colosal incluso cuando le tocó ejercer de improvisado central tras la expulsión de Herrando. Y de los delanteros, sobre todo de ellos, porque el de ayer fue un compromiso en el que les tocó trabajar lejos del área. Como dijo Aitor, un partido de matricula de honor, nota a la que con un empate se le habría podido añadir el calificativo cum laude (con alabanza), pero no pudo ser. Por poco.
