Decía el afamado jugador de baloncesto de los años 90 Toni Kukoc que “una canasta hace feliz a un jugador, una asistencia a dos”. Y eso debió de pensar el Chimy Ávila más generoso que se recuerdan en tierras navarras. El argentino fue el socio perfecto para que Budimir brillara y que Osasuna se llevara un partido redondo para certificar la primera victoria en El Sadar

Se le vieron las ideas al argentino ya desde el principio cuando coló un pase espectacular al croata para que este definiese con el exterior de una manera espectacular. Es de sobra conocida la buena relación de ambos delanteros fuera del campo, pero nunca habían conectado como contra el Granada. 

Si a ellos dos le sumas a dos magos como Aimar y Moi, la zona de ataque de los rojillos es un movimiento de balón constante. La recuperación de Gómez se antojaba fundamental y ya dejó detalles del porqué había esa necesidad. Y más cuando se junta con un canterano que no para de crecer. 

Lo cierto es que a Osasuna le salió todo bien. Si a los jugadores les salió todo, al entrenador parecido. La decisión de colocar a Rubén Peña en el lateral izquierdo sorprendió a todos, pero no se puede nada más que felicitar al técnico ya que el carrilero realizó un partido excepcional, tanto en defensa, como en ataque, donde dio una visión diferente a lo habitual y se metió más por dentro en vez de estar pegado a la banda, lo que confundió, y mucho, a la defensa andaluza. Todo esto estuvo excepcional, pero no se puede olvidar todo lo que aporta Sergio desde la portería. 

Si de conectar se habla, es difícil que a alguien no le llegue toda la energía que desprende el portero rojillo. Ya sea celebrando un gol, o una parada tremenda como la que selló pocos minutos después del gol rojillo. Todo tiene un áurea de sinceridad y de verdad que lo hace único y transmite aromas de ese viejo fútbol que tanto se añora.

Ese en el que mostrar tu apoyo a cualquier causa o bandera legal no está perseguido como si de un delito se tratase. O ese en el que dos niños saltan al campo y los de seguridad no corren a placarlos ya que los futbolistas los reciben con cariño. Por lo menos lo segundo aún se puede vivir en El Sadar. De lo primero, como Tebas siga mucho tiempo, ya veremos.