Osasuna no levanta cabeza en la Liga y sigue engordando su racha de encuentros consecutivos sin ganar, ya son nueve, que ya van poniendo a prueba la resistencia en el ánimo de todo el mundo y, también, inyectan la dosis suficiente de falta de confianza, que es la peor compañía cuando se trata cada semana de ponerse a prueba. En Las Palmas, Osasuna ofreció una nueva versión en este discurrir sin triunfos en Liga, ya que no fue capaz de sostener un resultado favorable, cedió ante un rival que estaba con un hombre menos y, como guinda amarga, encajó el gol del empate en el tiempo de descuento –en el minuto 98– en una acción de auténtica mala fortuna, con rebote en una barrera abierta en un lanzamiento de falta muy discreto.

Osasuna sumó un punto en Las Palmas, continúa con su marcha lenta y tenaz en la Liga –llega a los 27 puntos–, pero el encuentro dejó menos sensaciones satisfactorias que tras otras citas con el mismo botín. Los rojillos, que no habían sufrido nunca ante un gris equipo local, concedieron mucho terreno a Las Palmas –que apretó como muerden los animales desesperados, sin miedo y sin precaución– y también demostraron ausencia de capacidad de gestión de las circunstancias cuando no podía haber un escenario mejor. 

Aimar Oroz, de largo el mejor futbolista sobre el terreno de juego, había puesto a su gran actuación el premio del gol. Essugo, el fogoso medio centro de Las Palmas, se hizo el harakiri en una protesta absurda ante el árbitro –Gil Manzano–, un tipo rapidísimo desenfundando tarjetas, y dejó a su equipo con uno menos con veinte minutos por delante. Y la prolongación, que resultó casi como una parte de una prórroga –13 minutos de añadido se decretaron–. 

La reunión de circunstancias, sin embargo, empequeñeció a Osasuna y le apocó. El partido –desequilibrado para el lado de los rojillos– se volvió todavía más loco por los cambios de Las Palmas, que metió a todo aquel jugador con alguna idea para atacar que estuviese en el banquillo, y por el repliegue del equipo de Vicente Moreno que, como no sabe ganar desde hace tiempo, pareció no recordar los mecanismos adecuados para conducirse hacia la victoria. Todo empujó hacia un final desastroso, con los rojillos pendientes de un hilo, nerviosos, desajustados y arrinconados, cuando no había sido para tanto. Un punto en el casillero y una losa en el ánimo se trae el equipo de Vicente Moreno de Las Palmas.

91

Mejores imágenes del Las Palmas - Osasuna Ángel Medina/Sabrina Ceballos

No era para menos. Osasuna dispuso de ocasiones suficientes en el primer tiempo como para haber decidido el choque. Estaba siendo un partido desarreglado en el juego, con muchas impreciones, pero el conjunto navarro estuvo más cerca del gol que Las Palmas, un equipo que ofreció una imagen crispada y atenazada, con ademanes para controlar el juego, si no fuese porque perdía la pelota inmediatamente. Osasuna no ofreció en absoluto continuidad en su juego, pero sus apariciones fueron de las buenas. Una falta de Rubén García, un disparo de Budimir –con paradón de Cillesen– y un poste de Kike Barja fueron la suculenta lista de ocasiones. Las Palmas tuvo más profusión en la búsqueda de la portería, pero o no encontraba los tres palos o sus intentonas siempre fueron mansas y sosas.

El control de la situación, la ausencia de apuros, no era para Osasuna sinónimo de ejecución de tranquilidad porque la segunda mitad exigía un cambio, si no de guion, sí de ejecución. Aimar Oroz, fino con la pelota, hábil en la toma de decisiones –su fútbol se reñía con la tosquedad de los demás–, tomó las riendas de la situación y el partido comenzó a rodar para el lado de Osasuna con un gol a los 18 minutos de la reanudación. 

Con Sergio Herrera seguro y presto a desenchufar los intentos de conexión de Las Palmas, como en una aparición de Sandro. Antes de que Essugo le hiciera un favor a su equipo autoexpulsándose, lo que supuso para los suyos un llamamiento a la reacción y al esfuerzo, hubo un buen rato de esparcimiento con el VAR en una caída de Moleiro ante Areso, reclamada como penalti por los canarios, que acabó tras la revisión con la señalización de una falta a Iker Muñoz en el otro lado de la acción.

Y Osasuna, uno más en el marcador y uno más en el campo, tembló. Las Palmas le llevó a jugar alrededor del área de Sergio Herrera, los rojillos no acertaron a sacar la cabeza con acierto y algunas de sus contadas llegadas a posiciones de remate fueron despachadas sin arte, de forma blanda. El gol de Januzaj, por ejecución y momento, fue una puñalada. El miedo asaltó el corazón de Osasuna, y lo pagó.