Lleva Osasuna unos meses en un bucle infinito del que no es que sale, es que cada vez se mete más en profundidad. Y lo peor es que quienes lo adivinaron en su día fueron tachados de todo por parte de los defensores del relato oficial que solo están centrados en la paz social desde el control de todo lo que sea controlable. 

Las líneas sobre este encuentro podrían ser las mismas que el de muchos atrás. Osasuna encontró, en una primera parte digna, a su mejor delantero de la historia gracias de una jugada magistral de un Pablo Ibáñez rescatado del ostracismo. 

Pero cuando el partido cambió, Osasuna entró en caos. Otra vez. El Getafe anuló la desventaja que le suponía la tarjeta de Djené, no hizo lo mismo el conjunto rojillo. Los madrileños cambiaron su idea de partido y los rojillos no supieron reaccionar nada más que con miedo. Como innumerables veces esta temporada. A todo esto se suma que cuando tocó reaccionar sí o sí, hubo cambios desafortunados, como sacar a Ibáñez, que era el único que estaba encontrando algún hueco. 

Mientras, Terrats remontaba el partido con sus dos primeros goles esta temporada y se sumaba a la interminable lista de jugadores que se estrenan en El Sadar y luego desaparecerá unos cuantos meses. 

La cuestión es que, entre pitos y flautas, Osasuna ha hecho real el mensaje conformista que se lleva mandando desde el club hace meses. Hay que pensar en la salvación, que vista la racha va a costar, y dejar de lado las múltiples opciones europeas que se van a dar este año. Seis puntos de colchón sobre el descenso cuando todo el mundo está apretando. No se puede pensar en otra cosa.

Osasuna no lo ha deseado, ni peleado, ni querido y mucho menos merecido. O por lo menos eso demuestran los hechos, luego si alguno quiere imponer un relato desde el anonimato, que lo haga. La realidad es tozuda. Mucho. 

Pero parece que es preferible empotrarse contra la pared que esquivarla. Ahora queda amarrar la salvación. Osasuna tiene quince días para reflexionar profundamente y cambiar esto. La ilusión se ha acabado, toca buscar los remos, que llevaban temporadas guardados, para remar todos.