En 1954, los noticiarios habían abierto el año con las noticias de la inminente derrota gala en su colonia de Indochina, con el cerco de Dien Bien Phu y la consiguiente masacre de franceses acaecida entre el 5 de febrero y el 7 de mayo. Luego vendría la intervención americana, en lo que terminaría por llamarse Guerra de Vietnam, con el final de todos conocido. En la otra punta del mundo, mientras tanto, un jovencísimo y delgadísimo Elvis Presley grababa su primer single, con las canciones That"s all right y Blue Moon of Kentucky.

Más cerca de nosotros, la existencia de aquella Pamplona recoleta y provinciana, poco más que un pueblo grande, que con minuciosidad científica había retratado en los sanfermines de aquel año la cámara fotográfica de Inge Morath, estaba a punto de extinguirse. Las murallas abaluartadas, renacentistas y barrocas, que amparándose en el carácter de "plaza estratégica" de la vieja Iruñea habían ceñido su contorno desde el siglo XVI, estaban siendo desbordadas por todos sus frentes, y en no pocos casos derribadas a golpe de piqueta. El Portal de la Taconera, al que ya nos hemos referido en alguna otra ocasión, había sido ya desmontado para el año 1906, y en el lugar tan solo quedaban los dos machones de la muralla y el puente que salvaba el foso ante el citado portal. Más allá se adivina la continuación del foso, siguiendo más o menos el trazado de la actual avenida del Ejército, así como un segundo puente situado cerca de la actual entrada a la Ciudadela.

HOY EN DÍA, la zona alterna elementos que han perdurado, e incluso alguno que se ha recuperado de los almacenes municipales (como el viejo portal de la ciudad, repuesto en su lugar en el año 2002), con otros edificios nuevos que se han ido añadiendo y que, por qué no decirlo, chirrían un tanto, componiendo una escena cuando menos curiosa.

Los fosos fueron rellenados hasta igualar su nivel con el del suelo circundante, y sobre ellos se trazaría la llamada Avenida del Ejército Español, institución militar a la que hubo que comprar la Ciudadela para su recuperación por parte de la ciudad. Posteriormente se erigirían bloques modernos como el llamado Edificio Singular (Guibert, Jaén y otros, 1976), situado a la derecha de la imagen, y que en realidad son tres torres unidas pero independientes. El viejo puente se convirtió en dique de contención para la tierra de los rellenos, y tan solo el foso situado en primer plano se mantuvo en su estado original, para habilitar en él el popular estanque de los patos. Años después, ya en la década de los años 80, cuando en el transcurso de las obras de acondicionamiento del actual Parque de Antoniutti se excavó la zona para instalar unos servicios, aparecieron unos extraños arcos de sillería que causaron alarma en el consistorio, y tuvo que ser el inolvidable Doctor Arazuri quien aclarara, oportunamente, que no se trataba de otra cosa que de los arcos del viejo puente de acceso al portal de la Taconera, que permanecían soterrados pero en su sitio, al fin y al cabo.