pamplona - Un barrio joven, en formación, administrado por cuatro municipios, carente de servicios y dependiente en muchos aspectos como el educativo de Mendillorri, del que les separa una autovía de doble calzada. El colegio Elorri de Mendillorri acogió ayer las últimas demandas del Foro de Barrio que impulsa el Ayuntamiento de Pamplona exponiendo las problemáticas de Ripagaina, Beloso y Bidezar. Para vecinos del sector de Ripagaina vinculado a Pamplona lo más lógico es que los servicios a los que se adscriba la población sean los de Mendillorri. “El centro de salud de Sarriguren está saturado, sobre todo en el servicio de Pediatría”, indican.
La concejala de barrio Maider Beloki (EH Bildu) destacó las conversaciones que están manteniendo las cuatro administraciones locales implicadas (Pamplona, Egüés, Burlada y Huarte, que cuenta con terrenos en la zona) para dar forma a un convenio de colaboración que posibilite una reorganización eficiente de los servicios. “Un convenio que queremos sea equitativo y que abarque aspectos como el uso de instalaciones deportivas, escuelas infantiles, en materia de seguridad (policía municipal) y limpieza, entre otras”, remarcó. Los vecinos pidieron a su vez poder participar de estas reuniones. Una trabajadora social de la unidad de barrio de Mendillorri dejó claro que Ripagaina-Pamplona pasó de ser atendido desde Mendillorri a pasar al Ensanche y volver, hace poco, al servicio social de Mendillorri.
Antonio Ursua, de la asociación de vecinos de Ripagaina, enumeró los diferentes problemas del barrio. Así, destacó la falta de limpieza en las parcelas que quedan por construir, también en la zona destinada a uso comercial, así como de las zonas destinadas a pipican que se encuentran copadas de maleza. Reivindicó a su vez que los tres ayuntamientos se deben poner de acuerdo a la hora de asignar el centro de salud, el colegio o el polideportivo, en función de la proximidad, además de ser necesaria una escuela infantil. Respecto al transporte comarcal, piden una nueva parada en la mitad del barrio para las líneas 18, 20 y 23. Carecen también de un local para usos socioculturales pese a que Egüés les cedió espacios en el centro familiar de Sarriguren que queda lejano, indicaron. Para tratar asuntos deportivos, se reúnen en un bar o recurren a un aula del campo de fútbol de Burlada. Se quejan a su vez de la velocidad de los vehículos en la avenida Ripagaina y de la falta de papeleras y fuentes. Otra de las demandas vecinales planteadas ayer es crear un paso seguro entre Ripagaina y Mendillorri (los vecinos de Pamplona acuden al colegio público de Mendillorri). Existen dos pasos de cebra, uno a la altura de Taberna y otro en la zona del colegio, sin embargo los vecinos han creado un nuevo paseo en mitad de la urbanización dada la peligrosidad de los otros puntos. Entre las alternativas destacan la posibilidad de crear un grupo semafórico, apoyado en guardias dormidos, un paso elevado o un paso subterráneo. Se quejan también de las dificultades por los altos precios y tipos impositivos (más caros que en Egüés o Burlada) a la hora de montar negocios en locales de Pamplona. El barrio pamplonés adolece también de una plaza o espacio de “encuentro”, y desconoce el futuro de varias parcelas dotacionales previstas. Otro vecino planteó la opción de aglutinar en un mismo edificio todos los servicios necesarios en el barrio con apoyo de ayuntamientos y Gobierno.
Entre el público expusieron por otro lado la problemática que se genera entorno al portal número 12 de la calle Londres que alberga a viviendas de alquiler social al detectar “trapicheo, robos en trasteros y garajes, coches rallados”... inseguridad a la que se suma la imposibilidad de cerrar los garajes porque “el Ayuntamiento no nos deja”. Los vecinos han instalado cámaras y reclaman un mayor “seguimiento” de estas familias dada su conflictividad. Otra residente añadió que el problema de consumo y trapicheo tiene su origen en Mendillorri, principalmente fuera de los colegios, lo que exige “medidas conjuntas” y mayor presencia policial en la calle, una realidad que la concejala Beloki aseguró conocer y en la que, dijo, se trabaja a nivel preventivo.