PAMPLONA- “Cuando Navarra mata, mata tanto, que hasta mató una flor, a Maravillas. Y la tiró a la boca de los perros en campos ya sin risa. (...) Hoy en Navarra al fin podemos darnos esta mirada húmeda y tan limpia, y para ellas, todo. Yo mi grito, de rabia y de alegría”. Así leyó ayer, en verso y sentido, Antonio Custodio. Un granadino que llegó a Soto Lezkairu para rendir homenaje, además de a Maravillas Lamberto, a su hermana Josefina, allí presente, que le escuchaba atenta y emocionada con un ramo de rosas blanco impoluto apoyado en sus rodillas, a un lado, y una bandera republicana de vivos colores, al otro.

En claro contraste con las nubes grises, al final la lluvia dio tregua e incluso salió el sol para respetar, al menos, parte del acto de inauguración de la plaza que se erige ya en honor a Maravillas Lamberto, ubicada en el Soto Lezkairu, una que pasará a formar parte de la historia y la memoria de los pamploneses para recordar la figura de una de las mujeres que mejor encarna la represión franquista en Navarra. Ella, que nació en Larraga en 1922, quiso acompañar a su padre, Vicente Lamberto, militante de UGT, cuando fue detenido en 1936. Tenía 14 años.

Según recoge el Fondo Documental de Memoria Histórica de la UPNA, fue víctima de repetidas violaciones de quienes la habían apresado hasta que la asesinaron junto a su padre. “Víctima inocente, como todas -indicó el alcalde, Joseba Asiron- Lamberto cometió el único pecado de no querer dejar solo a su padre, de querer saber a dónde lo llevaban y qué iban a hacer con él”. Era de noche cuando acudieron a la casa de Vicente en busca de éste y de paso cometieron “una de las mayores barbaridades. Un crimen que ha aterrorizado por la injusticia y el ensañamiento, porque engañaron, secuestraron y asesinaron a una chiquilla”, relató ayer, en un acto muy emotivo y repleto de gente, que contó con la presencia de representantes del Ayuntamiento de Pamplona, Larraga y diferentes asociaciones para la memoria.

“A nadie salvo a estos matones podría ocurrírseles vileza mayor”, valoró, mientras recordaba que el franquismo “tenía claro que aterrorizar era la mejor manera para imponer su dictadura del terror”. Josefina, hermana de la víctima, tiene claro que después de 82 años de dolor este reconocimiento supone “un poco de paz en nuestros corazones”, eso sí, señaló que no es capaz de “perdonar ni olvidar”. Y después de recibir un obsequio por parte del Ayuntamiento, besos, abrazos y sentidas palabras por parte de quienes la aprecian, a ella y a su familia, indicó que le daba un poco de pena que no fueran conocidos tampoco “ni mi padre ni mi madre, con lo que sufrieron, y otra hermana que también se fue”.

Pero se confesó contenta, orgullosa de haber conseguido lo que también reseñó Asiron, el compromiso del Ayuntamiento de Pamplona con la Memoria Histórica. Bajo un intermitente xirimiri, se recitó el poema Maravillas, acompañado por las voces de la Coral Paz de Ciganda, compuesto por Fermin Balentzia y con arreglos de Imanol Erkizia. Voces que despertaron, también entre los asistentes, sentimientos encontrados.

Esta nueva plaza consta de 13.000 metros cuadrados, similar a la plaza del Castillo, con zonas verdes y columpios a la que se anexan 6.000 metros cuadrados en forma de L en los que se levantarán viviendas.

El Ayuntamiento, tal y como explicó el alcalde, quiere que sea un lugar de uso vecinal, además de un lugar de recuerdo. De memoria, uno en el que la florecica de Larraga tendrá presencia, como parte viva de esta ciudad, donde se pueda rendir tributo a su memoria. “Porque como dice el gran Fermín Balentzia -recordó Asiron-, la muerte no fue capaz de sepultar tu mañana, ni podrá pintar de olvido la acuarela de tu alma. Ese mañana es hoy, y nuestro recuerdo te revive. Gure maitasuna eta gure oroitzapena, zuretzat dira, Maravillas”.