No le asustan los cambios. Es más, lejos de amedrentarse, los afronta con ganas. Y está acostumbrada a ellos porque desde que decidió lanzarse a la piscina, emprender y tejer su propio futuro, encara los retos desde otra perspectiva. Una con la que, además, puede ayudar a cualquiera a hacer lo mismo: a cambiar para crecer, porque el desarrollo, también, pasa por abrir la mente y buscar nuevos horizontes. Para la pamplonesa Laura Lerga, vecina de Erripagaña de 40 años, el coaching es un proceso de acompañamiento "para que una persona que quiera logra un objetivo pueda llegar a él de una manera más rápida y, seguramente más profunda, más duradera", explica.

Orientadora laboral, estudió Trabajo social y trabaja en el área de empleo de Cruz Roja en un proyecto para jóvenes, pero decidió aprovechar el confinamiento para recuperar una de sus viejas pasiones. "Retomé mis libros de psicología que tenía por ahí aparcados y me apunté a cursos de coaching que me interesaban, ya hice hace unos años en Barcelona para búsqueda de empleo y, de hecho, gracias a eso cambié a uno mejor. Yo creo que es muy necesario aunque por desgracia es un sector hacia el que hay muchos prejuicios porque hay quienes lo hacen de manera inadecuada, sin tener ningún estudio. Estaría bien que hubiera más coaches para que sea algo más conocido, los que nos dedicamos a ello lo hagamos bien, creemos sinergias, y sea de calidad para que la gente confíe".

Ella se formó para conseguir las correspondientes titulaciones y se decidió por un ámbito que, "al menos por aquí", no está muy desarrollado: el de los valores. "Trabajar en ellos permite llegar más allá en el proceso, al final los cambios nacen ahí. De hecho, el estrés que padecemos viene muchas veces de la incongruencia que tenemos en nuestro sistema de valores", relata. Ella trabaja con unas cartas que ayudan a identificar a cada persona cuáles son sus valores fundamentales y su grado de satisfacción con ellos, para conocer esas incongruencias y trabajar un plan de acción hacia un mejor nivel de satisfacción.

Presente y futuro

A diferencia de un psicólogo, un coach no hace terapia. Se centra en el presente y en el futuro, mientras que la terapia lo hace en el pasado y en las causas, en un persona que, por lo general, no está sana. "El cochaing parte de la base de que tú estás bien, que necesitas un cambio y que estás dispuesta a cambiar. Lo bonito y diferente es que el propio cliente va haciendo su plan de trabajo, el coach no le dice lo que tiene que hacer. Él va dándose cuenta de lo que va necesitando y, además, tiene que hacer un compromiso -explica Lerga-. Cualquier persona que quiera mejorar o cambiar algo en su vida puede recibir coaching".

Acaba de lanzar su web para darse a conocer (lauralergacoach.com) y en ella ofrece desde sesiones de diagnóstico hasta talleres gratuitos (de inteligencia emocional que se realizó el día 23 y mañana, día 30, otro de valores, telemáticos por la situación actual) y cuenta con programas destinados a adolescentes para mejorar el rendimiento académico -algo novedoso, de hecho un colegio ya le ha pedido realizarlo-; también para parejas, personas divorciadas o solteras; y para el desarrollo profesional (liderazgo, equipos de trabajo o emprendedores).

Ella se ha enfrentado al miedo a volver a emprender, ha pasado su propio proceso de coaching "para pensar que se puede hacer y se va a hacer bien". Y asegura que, ahora, es algo muy necesario: "La pandemia nos ha hecho darnos cuenta de que los cambios están ahí y tenemos que saber adaptarnos a ellos. Y que tenemos que hacerlo sin que eso nos suponga sufrimiento. Hay mucha gente que se intentaba aferrar a las vidas de antes, a la vida sin cambios, y no va a ser posible. Si estamos mejor preparados para vivir un cambio lo vamos a aceptar de una manera diferente, con otra actitud y vamos a llevarlo mejor que si nos negamos a aceptarlo. Tenemos que hacer frente a nuestros miedos y convertirlos en una fortaleza, en algo positivo", señala.