“Echo la tierra, le hago una presita al árbol para que cuando baje el agua se quede en el hoyo, y se le pone la estaca para que sepan que hay un árbol si vienen a limpiar. Pongo el árbol y me mancho las manos. No se debe ver la turba, que se seca enseguida con el sol. Y si la semana que viene le caen 15 litros de agua, sería una bendición”.

A un lado el alumnado de 4º de Primaria del colegio Doña Mayor, y al otro el de Grado Medio de Agroforestal, atendían al profesor Javier Vergara. Todos han sido responsables de plantar, entre este martes y miércoles, 60 especies de roble (quercus pubescens), cerezo de Santa Lucía (prunus mahaled) y pino de alepo (pinus halepensis) en las faldas de Ezkaba abrasadas por el fuego en septiembre de 2022. 

“La iniciativa surge de Doña Mayor. Cuando se quemó toda esta ladera fue muy impactante para los txikis. Se quedaron impresionados y utilizamos esto como una oportunidad de aprendizaje”, ha explicado la profesora del centro Susana Aguilera, coordinadora de una iniciativa en la que colaboran el CIP Agroforestal, Donibane y María Ana Sanz. “Ha sido una gozada la colaboración, hemos hecho el trabajo entre todos”.

Primero contactaron con Agroforestal “y les fuimos a visitar en la tala que están haciendo detrás del polvorín. Nos explicaron esta labor tan importante de limpieza, entresaca, corte, tala... y surgió la idea”. Ahí nació Ezkaba Reforest’action, proyecto de Aprendizaje de Servicio premiado por el Ayuntamiento de Pamplona.

En una visita posterior al centro de Agroforestal, cada uno de los 60 niños y niñas de los tres cursos de 4º de Primaria se llevó a su casa un pequeño árbol. Tenían que cuidarlo hasta que ayer lo plantaron, colocando una estaca con su nombre junto al árbol. “Queremos que sea un sitio de referencia para los niños y las niñas, que creen un vínculo. Por eso lo de cuidar el árbol en su casa y que cada estaca tenga su nombre. En mayo pondremos un cartel informativo sobre el proyecto, y queremos que sea un sitio al que vengan, que se construya un pequeño bosque para nuestro centro”.

Susana ha reconocido que el alumnado estaba “encantado. Esto es un aprendizaje de verdad, un servicio a la comunidad totalmente enlazado con lo que han vivido. Es mucho más poderoso que un libro o una clase de ciencias. Podíamos estar trabajando las plantas viendo el dibujo en clase, o podíamos venir aquí y cuidar la planta y tener un espacio en la naturaleza. Lo tenemos tan accesible desde el centro... ¿cómo vamos a desaprovechar esta oportunidad? La respuesta del alumnado es maravillosa, están entusiasmados. Y también la de la familias; han venido un montón de padres, madres y abuelos”, ha dicho.

Ainara Los Arcos, de 9 años, ha ido con su clase al monte “a plantar árboles para el medio ambiente”. Ella con un roble que había cuidado “poniéndole agua y dejándolo fuera, donde el ascensor”.

Alazne Vázquez, este miércoles acompañada por su madre y su abuelo, tiene intención de enseñarle a su hermano pequeño cómo es esto de plantar un árbol. “En su cumpleaños, que es en febrero, le traeré”.

Igor Zabalza estaba contento porque le había tocado un roble “y es más grande”. “Haces con la azada un agujero, clavas la estaca y le pones el árbol”, resumía satisfecho sobre su jornada al aire libre. “Prefiero estar aquí, porque en clase me aburro un poco”.

A Irene Martínez la experiencia le ha servido “mucho para cuando seamos mayores, para saber cómo tenemos que plantar las plantas. Aunque también teníamos que tener un poquito de cuidado, por ejemplo con el martillo y la azada. La verdad es que a todo el mundo le ha gustado esto”.

Y a Nizar Laoulaou, que no tiene mucha costumbre de monte, “me gustaría mucho seguir cuidando el medio ambiente. Es muy importante, si no hubiera árboles no podríamos respirar tan bien”. 

Desde 1994

Los 4.000 pinos que cubren las faldas de Ezkaba, desde los túneles hasta la trasera de las cocheras de las villavesas, dan buena muestra del trabajo del CIP Agroforestal desde 1994. “Es una explotación que no busca producción de madera. Es protectora. Lucha contra la erosión. Las intervenciones son mínimas, y todos los años se hace una pequeña repoblación en la asignatura. Desbroce previo, cierre, ahoyado y plantación”, ha descrito el profesor de Forestal Javier Vergara.

No dudó cuando desde el colegio Doña Mayor le propusieron esta tarea conjunta. “Me hace ilusión inculcarles a estas crías y críos lo importante que es el medio ambiente, plantar un árbol...”. Él, como muchos de los alumnos, también estaba “mucho más a gusto” en el monte que en clase. “He tenido dos horas de teoría, pero está claro que en la FP, sobre todo en estos grados medios... si en una escuela forestal se va un alumno sin plantar un árbol, apaga y vámonos”.