Pamplona es una ciudad privilegiada por sus grandes zonas verdes, pero el problema es que la mayoría de ellas han sido creadas "de espaldas" al agua de escorrentía de la lluvia, ha explicado a EFE el profesor de Hidrología de la Universidad Pública de Navarra, Javier López.
El docente, quien ha sido uno de los ponentes del Congreso Nacional de Parques y Jardines Públicos celebrado en Pamplona, ha señalado que, si se observa los jardines de Pamplona, se ve que en la mayoría de los casos están separados de la acera por un bordillo y el agua de lluvia termina cayendo en el sumidero.
Esta situación también se produce en muchos alcorques en torno a los árboles de las aceras, que están delimitados por un bordillo, con lo que "no se utiliza la zona verde como captadora de agua de escorrentía".
Lo ideal, ha destacado, es integrar el tratamiento de la escorrentía con las zonas verdes de la ciudad, para que haya una mayor absorción de agua por el terreno.
López ha puesto el ejemplo de la urbanización Mugartea de Pamplona, donde el agua de lluvia no va al río, en este caso al Sadar, sino que "se queda en balsas, retenida en unos sitios para que infiltre posteriormente, y en otros de forma permanente".
NILSA, ha comentado, "lleva bastantes años ya trabajando en la implantación de estos sistemas urbanos de drenaje sostenible, pero es cierto que necesitamos dar un impulso y que se entienda" el concepto.
Un problema de contaminación
En general, ha asegurado López, el tratamiento actual de aguas de escorrentía depende del tipo de redes de saneamiento existentes en la ciudad.
En barrios o edificaciones antiguas están las llamadas 'redes unitarias', en las que las aguas fecales y de escorrentía van juntas. Y en urbanizaciones nuevas, normalmente se utilizan 'redes separativas', que llevan las fecales a la depuradora y las de escorrentía, a un cauce de agua.
"En ambos casos hay un problema. En las unitarias está el problema de que, cuando llueve fuerte, las tuberías entran en carga y hay que desbordar. Y entonces estamos echando a las masas de agua, bien sea al río bien sea al mar, aguas de escorrentía mezcladas con aguas fecales", ha apuntado.
Aunque haya una separación, ha añadido, "las aguas de escorrentía transportan toda la contaminación que hay en el suelo, como metales pesados, nutrientes y microplásticos, a las masas de agua, y eso ya está hoy contemplado como una contaminación difusa que a veces puede llevar elementos altamente contaminantes".
Por ello, ha apostado por "cambiar un poco el paradigma de urbanización e ir de una ingeniería dura, donde se hacen redes de tubos y depósitos y lo único que se hace es transferir la contaminación, a utilizar el potencial del suelo y la vegetación como agentes gestores de esa contaminación".
Los niños, en el centro
Otra de las ponentes del Congreso, María Truñó, consultora e investigadora en políticas públicas, derechos de la infancia, educación y ciudad jugable, ha puesto el foco en la importancia de los patios escolares como un factor más en la lucha contra el cambio climático.
La propuesta es que los niños y niñas, durante el tiempo escolar y las horas que se pasan en el patio, "que vendría a ser la plaza del pueblo", sean tenidos en cuenta cuando se piensa en políticas de naturalización, en políticas de lucha contra el cambio climático "y no solo desde la vertiente educativo-pedagógica".
"Darle centralidad al patio, al tiempo de juegos y de educación al aire libre es el objetivo clave, porque históricamente ha sido un espacio como fuera de foco", ha aseverado.
Truñó ha resaltado que los niños "son las personas más vulnerables a la contaminación, a los efectos del cambio climático, son las personas que no solo lo sufren ahora, sino que lo sufrirán a lo largo de sus vidas y de manera realmente injusta y desproporcionada, porque no tienen nada que ver con las causas que están provocando el cambio climático. Entonces hay un elemento ahí también de justicia generacional y de justicia climática".
Acupuntura urbana
Ha reconocido que los patios "parecen espacios pequeños dentro de lo que es el mapa de la ciudad", pero estas estrategias "son más de 'acupuntura urbana', de un poquito aquí, un poquito allá, plantamos unos árboles aquí, deshormigonamos para tener suelos permeables, generamos espacios de sombra donde no los había...".
Además, ha destacado, "lo que nos alertan los pediatras, al menos en la Sociedad Catalana de Pediatría, es que necesitamos más contacto periódico de los niños con la naturaleza y reverdecer, ajardinar al máximo sus espacios cotidianos".
"Eso genera nuevas y mejores oportunidades, también de educación al aire libre. Nos cuentan las maestras, sobre todo las de los 70 patios que ya hemos transformado en Barcelona, que hacen muchas más clases, más allá de la educación física, en los patios una vez renovados, porque lo piden los niños, porque las profesoras, las maestras le ven mucho más potencial pedagógico", ha señalado.