Ni Amazon, ni AliExpress, ni grandes superficies comerciales. El regalo está en el ruedo. La Feria de Navidad, organizada por la asociación San Nicolás y el colectivo Gabonak, regresa a la Plaza de Toros de Pamplona con 54 puestos en los que se encuentra de todo: prendas de abrigo, camisetas, juguetes de madera, jabones, cremas naturales, bisutería, lámparas de arena, cubos de rubik, la fantástica piedra blanca...
Lámparas de arena
Para combatir el estrés
El gallego Samuel Pérez vende lámparas de arena desde finales de los 80 y es la primera vez que trae a Pamplona sus cuadros vivos. “Cuando las lámparas se giran, los granos de arena caen poco a poco al fondo y realizan dibujos aleatorios. No se repiten nunca”, describe Samuel.
Las obras abstractas “hipnotizan” a txikis y mayores, que se quedan absortos mirando el puesto como si hubiera una chimenea encendida. “Se consigue el mismo efecto relajante”, defiende.
Como la inmensa mayoría de viviendas no dispone de chimenea y vivimos en un mundo frenético, Samuel recomienda las lámparas a todo aquel que últimamente se sienta estresado, necesite bajar revoluciones y quiera estar más calmado.
“Vamos corriendo de un sitio a otro y el día a día nos come. Debemos relajarnos e ir más despacio. Este es un puesto cen, el objetivo es parar la mente”, subraya.
Las lámparas están rellenas de arenas “especiales” que proceden de “Plutón y Saturno”, bromea, y de agua coloreada de rojo, azul, amarillo, verde, blanco, morado y naranja. “La cromoterapia es un mundo y cada color tiene distintas propiedades. Fuerza, serenidad, vitalidad, optimismo, energía...”, enumera.
La fantástica piedra blanca
Limpia todas las superficies
Daniel Osuna también se estrena en la feria, es de Sevilla y se ha venido a Pamplona con la fantástica piedra blanca, un producto “ecológico y natural” inventado en Alemania en 1972 que sirve para “limpiar casi todas las superficies porque no contiene sulfatos ni químicos” asegura Daniel.
El sevillano demuestra en directo las propiedades mágicas de la fantástica piedra blanca, ensucia adrede una vitrocerámica con leche condensada y la quema para que suelta la grasa. “Se queda costra. A no ser que se raspe mucho con una cuchilla, es muy difícil que salga toda esta suciedad”, señala.
A continuación, Daniel coge una esponja, la moja en un barreño lleno de este producto disuelto en agua, la escurre y empieza a frotar. La mierda desaparece. “Tiene un alto porcentaje de glicerina vegetal que chupa la grasa. Además, devuelve el brillo a la vitrocerámica y la protege”, incide.
Más que ingenio
Juegos de madera
Adrián Fernández, argentino residente en Almería, siempre vende juegos de los más variopintos en su puesto Más que ingenio: imanes, spinners, cubos de rubik, el tangram, las damas chinas, puzzles, el solitario, la bola que más bota del mundo... “Tenemos los clásicos y novedades que se han vuelto virales en internet”, explica Adrián.
Por ejemplo, unos huevos gigantes que contienen dragones en su interior, muñecos extensibles o un tablero parcialmente imantado en el que los jugadores deben colocar pequeñas bolas y evitar que se queden pegadas.
Más que ingenio también se caracteriza por su línea de madera y el mítico juego de liberar la botella de vino. “Está atada por unas cuerdas y solo se puede liberar de una manera específica. La familia debe colaborar estas navidades si quiere disfrutar de una buena botella de vino”, indica.
Marea verde grow shop
Cannabidol medicinal
Chupachups, chicles, cervezas, cachimbas, pipas, grinders, CBD lúdico y medicinal... Bienvenidos a Marea Verde, la grow shop de Burlada y Txantrea que desde hace tres años tiene stand en la Plaza de Toros.
Manuel Goñi, socio de Marea Verde, indica que el cbd lúdico –el cannabidol es uno de los componentes de la marihuana, pero no es una droga ni provoca efectos psicoactivos– es lo que más se vende.
“Regulariza el sistema nervioso para que todo vaya mejor, más tranquilo y ordenado. Como vivimos en un mundo de locos, viene muy bien. No coloca, pero te quita el gusanillo”, se ríe.
Manuel también asegura que ha subido mucho su uso medicinal: dolores, problemas de insomnio, fibromialgias, cánceres... “No lo cura, pero te da fuerzas para luchar contra él. Estás más relajado, te comes menos la cabeza y ayuda a sobrellevar una enfermedad”, reflexiona
Aceitunas y torreznos
Cuarta generación
En el ruedo también hay papeo. José Ignacio Romero, cuarta generación de una familia de Ciudad Real que vende aceitunas y torreznos, lleva cuatro años viniendo a la feria. “El ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”, bromea José Ignacio, que está muy contento con la clientela pamplonesa. “Repito porque es buena plaza. Se vende muy bien”, expresa.
El puesto está repleto de aceitunas, aceitunas rellenas –ajo, queso, pulpo, almendra, anchoa o berenjena–, pepinillos, gildas, cortezas de bacalao y torreznos. “Vendo muchas barritas energéticas. Uno ya sabe qué traer aquí”, asegura.
Cecina de León
De avestruz, toro, cabra...
“Es un alimento con más de 2.000 años de historia. Cuando Cristóbal Colón descubrió las Indias ya llevaban este manjar”, se ríe Raúl, de Cecina de León, empresa de Astorga que elabora artesanalmente este producto desde hace décadas.
“Empezó mi bisabuelo Jacinto. Soy la cuarta generación. La veteranía y la experiencia valen muchísimo y sacamos una cecina espectacular. No está ni muy seca ni muy cruda; ni salada ni sosa... Le tenemos cogido el punto”, defiende.
Raúl vino a Pamplona hace cinco años por recomendación de un compañero que, como él, salta de feria en feria. “Aquí vive mucha gente de Castilla y León que echa de menos el sabor de la tierra. La cecina les tira mucho”, explica.
Raúl se ganó los paladares de sus compatriotas y pamploneses, que creían que este embutido era jamón. “Nos preguntaban qué era y cuando la probaban decían que les gustaba más que el jamón”, recuerda.
Cinco años después, ha fidelizado a una clientela que desea que regrese al ruedo por Navidad para llevarse a casa un taco de cecina de ciervo, toro de lidia, wagyu, buey, caballo, cabra, burro... ¡E incluso de avestruz! “Es una cecina poco común, pero la gente se sorprenderá de lo rica que está. Además, tiene mucha proteína, no es grasienta ni engorda”, afirma.
A Raúl le gusta la cecina de todas las maneras y normalmente la come loncheada con un chorretón de aceite de oliva y pimienta molida, entre pan y pan con una copa de vino tinto o con queso parmesano rallado y lima. “Buah, es demasiado”, finaliza.