Llevan toda una vida barnizando frutos secos con azúcar. Pero ha llegado el final. María Jesús Cacho y Santiago del Rincón, matrimonio de Tafalla responsable de Dulces Artesanos Virgen de Ujué, afronta su última Feria de Navidad en la Plaza del Castillo.

Después de 42 y 50 años de profesión respectivamente, es tiempo de descansar. Se jubilan “de la mano. Hemos empezado juntos y terminamos juntos”, dice María Jesús, que a partir de enero se va a dedicar “a pasear, a disfrutar de los nietos y a no tener obligaciones”.

“Yo ya aguantaría 5 años más, ¿eh? Porque estoy como un toro”, bromea Santiago, que en realidad no tiene ningún inconveniente en jubilarse. “Que trabaje otro por mí que ya he trabajado yo por algún otro. 50 años llevo haciendo garrapiñados”. En 2025 su sobrino Ibai Flamarique cogerá el testigo. “Ese viene muy fuerte”, afirma.

Santiago comenzó con 16 años ayudando a su madre. Es la tercera generación, porque antes su abuela también se dedicó al oficio. “En aquellos años hacía el pirulí rojo, se rellenaban gominolas... eran otras cosas. Hacían romerías con productos hechos y comprados”.

Su madre iba de ferias por capitales como San Sebastián o Pamplona “con una casetita de ventas que se llamaba Almendras la Mezquita, porque mi padre era cordobés. Vendía almendra, pero no tanta variedad. El coco partido por la mitad, las manzanas de caramelo... Esto ha cambiado, ya es un obrador y es tu estilo artesano”, defiende Santiago.

“Antes no tenían tanto control de sanidad, y nosotros, la nueva generación, empezamos con todo eso; nos hicimos de Alimentos Artesanos, de Reyno Gourmet... es un producto muy muy bueno”, concreta María Jesús.

Y así se han ganado la vida, trabajando en el obrador y vendiendo después en ferias: “No hemos querido nunca meternos en más. Hacemos y los vendemos. Somos dos, no da para más las manos”, explica él. Los garrapiñados tienen tirón, “lo que pasa es que uno ya está cascado y cansado. Este negocio es para vivir muy bien. Pero hay que trabajar mucho”, argumenta.

Estos artesanos reconocen que el garrapiñado “no tiene secretos. Es azúcar, agua y almendra. Pero contra menos azúcar lleva, mucho más fino es. Entonces trabajamos que sea vea la almendra, barnizando la almendra”. El oficio tiene tirón: “Ahora está muchísimo mejor. Ya te conocen, vienen, la gente pasa y prueba porque les gusta mucho y porque ya tienes una marca y tus clientes”.

Para María Jesús no hay discusión. “El fruto seco rey es la almendra. Pero ahora mismo llevamos pistachos, avellanas, anacardos, macadamia, sésamos, coco... ahora se garrapiña todo”. Lo más importante en estas fechas, continúa, “son los turrones. Son todo miel, con almendra, piñón y cacahuete”, explica. “Se deshace en la boca y la gente lo busca”, añade él. “Luego está el garrapiñado, con muy poquita carga de azúcar, que por eso gusta tanto, y los caramelos típicos de Navidad, con los Olentzeros, Mari Domingis... que no nos falten para los niños”, incide María Jesús. 

Todo se vende bien porque “la verdad es que Pamplona es un gran público. De todo lo que hacemos, nos quedamos con nuestra tierra. El norte es lo mejor de lo mejor”, argumenta. Ellos se jubilan, pero confían en que las próximas navidades “siga la cosa así, que es muy bonito y esta feria anima mucho el centro de Pamplona”.