El eco de las pioneras se mantiene vivo
Las cuatro raquetistas que profesionalizaron la pelota femenina se reunieron ayer por la tarde en pamplona
Isabel Rodríguez Chiquita de Ledesma, Gloria Agirre Txikita de Aizarna, Mercedes Castro Merche y María Elena Hernández son cuatro pioneras del deporte femenino y ayer por la tarde se reencontraron en Pamplona durante la 2ª edición de la Muestra de Cine Mujeres y Pelota, en un emotivo acto que recuperó la memoria de las raquetistas que, entre 1917 y 1980, llenaron los frontones del país. El encuentro, celebrado en el local municipal de la calle Calderería 11, sirvió como antesala de la entrega de premios de la primera edición de cortos Mujeres y Pelota, donde se presentaron cinco cortometrajes: Pilotáries, de Paqui Méndez, Ellas también juegan, de Gema Iriarte, Emakumeak eta pilota, de Miren Martín, Pelotaris, de Raquel Cubillo y Por ti, de Eva Beunza.
Las cuatro mujeres tomaron asiento en una sala donde asistieron una veintena de personas aficionadas a la pelota vasca. Cada una de ellas traía su propia historia, de distintos orígenes, que finalmente se encontraron en los frontones de Madrid. Desde entonces, las cuatro mujeres han compartido una amistad de más de media vida juntas.
Los inicios
Isabel Rodríguez, de 75 años y originaria de Salamanca, explicó cómo llegó la pelota a su vida cuando apenas tenía 13 años: “Lo conocí en Bilbao cuando estuve viviendo de pequeña”, inicia Rodríguez. “Después me trasladé a Madrid y ahí debuté con 16 años”, indicó.
Por su parte, la historia de la madrileña Mercedes Castro Merche es distinta: “También empecé con 13 años. Mi padre era aficionado a los toros y conocía a mucha gente. Entre ellos a alguien del frontón”, de esta manera Castro se introdujo en el mundo de la pelota, donde debutó dos años más tarde, con 15 años: “Fue en 1960, allí estuve jugando hasta 1980, momento en el que cerró el frontón y todo se vino abajo”, relata con lástima.
Además, confiesa que en esos veinte años estuvieron sin profesionalizarse hasta prácticamente “cuando lo dejamos”.
Desde el otro lado del charco llegó la mexicana María Elena Hernández en el año 1972. Sin embargo, sus inicios en el mundo de la pelota son del año 1966: “En mi país se apostaba mucho a caballos, frontón de chicos, de chicas o pelea de gallos y un día fui con mi madre a ver pelota. Al día siguiente volví”, dice Hernández.
Debutó un año después, en 1967 y jugó en México hasta 1972, momento en el que clausuraron su frontón.
Tras ese varapalo llegó a Madrid el “28 de noviembre de 1972”, recuerda con gran memoria.
Pero sin duda la que tuvo más facilidades fue Gloria Agirre o más conocido en la cancha como Txikita de Aizarna, porque allí en su pueblo el único deporte que se practicaba era la modalidad de raqueta: “Mi caso es el más genérico porque mi padre era pelotari y me introdujo muy fácil”, confesó.
El ambiente en sus años
Las cuatro longevas mujeres coincidieron en que el ambiente de los frontones era bonito. La mexicana María Elena Hernández comentó que “todas éramos queridas”, mientras que la madrileña Mercedes Castro añadió que “había luces y sombras. Te decían ‘olé’ cuando todo iba bien y te insultaban cuando iba mal”, pero lo recuerda con cariño porque “éramos deportistas y la gente lo valoraba”. María Elena justifica esas luces y sombras a que “había muchas apuestas y era normal que la gente fuera así”. Por otro lado, la mexicana dijo que “no teníamos estudios y el público era muy selecto y al relacionarte con ellos te educaban”.
Isabel Rodríguez relata que “era muy bonito el ambiente y sigo soñando con ello. Lo llevo en la sangre”.
Las mujeres, que llegaron a jugar las cuatro juntas, rememoraron anécdotas como que debían cumplir los partidos incluso estando embarazadas. Mercedes Castro dijo que “tuve que jugar con 7 meses de embarazo y a los tres meses de nacer mi hija ya estaba otra vez en la cancha”, también lo hizo Hernández con 3 meses de embarazo. “Éramos de hierro”, dijo la mexicana.
Agirre señaló que “eran buenos tiempos y es una pena que no se grabaran los partidos para ver de la categoría y nivel que teníamos”.
El cierre de los frontones
La charla se volvió más melancólica al hablar del final de sus etapas como raquetistas, que llegó en 1980. En el caso de María Elena todo vino provocado porque “no me renovaron el contrato al ser mayores, aunque no lo éramos”, justifica. Se quedaron los hombres y según ella “fue un desastre. A Madrid le gustábamos nosotras porque éramos más vistosas”.
Y por último Agirre se lamentó sobre que “se perdió nuestra modalidad, aunque ahora hay chicas que juegan a mano” y con cariño dijo que “la pelota es muy apreciada y muy querida. Más en nuestra tierra”, comentó la natural de Aizarna, Guipúzcoa.
Finalmente la cita del día de ayer concluyó con la entrega de premios Mujeres y Pelota, donde el público congregado y cinco jueces seleccionaron uno de los cinco cortos presentados: Pilotáries, de Paqui Méndez, Ellas también juegan, de Gema Iriarte, Emakumeak eta pilota, de Miren Martín, Pelotaris, de Raquel Cubillo y Por ti, de Eva Beunza.
Los jueces Armando Bolaño, Ainara Pagola, Ignacio Fernández, Miriam Cabeza y el resto de los presentes seleccionaron como ganador el corto de la pamlonesa Gema Iriarte, mientras que en segundo lugar quedó la valenciana Paqui Méndez.