Suena la campanilla en las redacciones de los periódicos navarros. Son las 19.20 horas del viernes 22 de noviembre de 1963 cuando el timbre alerta a los redactores de la llegada de una noticia trascendental. El presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, ha sido asesinado.

Cincuenta años después, tres viejos amigos y compañeros de profesión en la época, se reencuentran en el Café Iruña de la Plaza del Castillo para recordar cómo se vivió entonces este acontecimiento. Gerardo Huarte, Arturo Gracia y Pedro Lozano Bartolozzi son algunos de los pocos periodistas navarros que ya trabajaban en las redacciones cuando se produjo el asesinato y que siguen vivos hoy en día.

Gerardo Huarte se encontraba en un bar de la calle Estafeta cuando vio la noticia por televisión. Recuerda que se dirigió corriendo hacia la redacción de El Pensamiento Navarro, situado en los números 18-20 de la calle Leyre, periódico en el que trabajaba como corrector. "Fui a la redacción por curiosidad. Y al llegar, me di cuenta de que podía ayudar a Celso Torrea, comentarista de política internacional", señala. "Yo tenía 20 años y era un aspirante a aspirante de periodista", recuerda ahora mientras se acomoda las gafas. Huarte mantiene la memoria clara y se remonta a 1953 para relatar unos de sus primeros recuerdos. "Yo vivía en Nagore, en el valle de Arce. En aquella casa teníamos una radio Telefunken, enorme, que era buena para la época. En ella escuchamos que había muerto Stalin. Uno se enteró después de cómo era aquel pájaro y yo creo que hasta los carceleros de Siberia suspiraron aliviados".

La información sobre JFK había llegado a la redacción de El Pensamiento Navarro a través de un telefax de la agencia EFE. Ésta se encargaba de suministrar las noticias internacionales a los medios que no podían mantener un corresponsal en países extranjeros. "El periódico que publicaba la mejor sección internacional de Navarra era Arriba España", recuerda Gerardo Huarte. Arriba, que formaba parte de la prensa del movimiento franquista, obtenía su información de la agencia PYRESA, que contaba con corresponsales como Manuel de Agustín, José Luis Avendaño y Jaime Campmany, que recogieron cómo se había vivido la noticia en cada una de las capitales.

El día que asesinaron a Kennedy, Arturo Gracia estaba en el bar Noé de la calle Comedias, con quien entonces era su novia, y ahora es su mujer. Tenía 27 años. A esa hora cientos de personas alternaban por los bares del Casco Viejo pamplonés y la noticia corrió de boca en boca. Al enterarse, salió hacia la calle Zapatería, en donde estaba la redacción del Arriba España, el periódico del que era periodista deportivo. "Fui corriendo a pesar de que no era mi ámbito, porque pensé que podía ser de ayuda", explica con su porte elegante y un vistoso bigote blanco de puntas retorcidas que recuerda al de Dalí. Durante más de 40 décadas de profesión trabajando para medios como la Gaceta del Norte o El País recuerda que pudo entrevistar a personalidades de la talla de la reina Sofía, o el escritor estadounidense Ernest Hemingway.

Pedro Lozano Bartolozzi se encontraba muy lejos de Pamplona cuando murió JFK. Este veterano periodista y profesor universitario, de cabello grisáceo y rizado, tenía solo 22 años cuando se aventuró a cruzar el Mediterráneo hasta Egipto. Su misión era escribir crónicas acerca de la expedición que había establecido la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para salvar monumentos y tesoros arqueológicos en Nubia durante la construcción de la presa de Asuan. "Escribí un artículo titulado La pirámide de Nasser", dice.

Fue en el Cairo, al ver en la embajada española la bandera a media asta, cuando se preguntó qué estaba sucediendo y cuando se enteró de que el presidente Kennedy había sido asesinado. Para su sorpresa el proyecto arqueológico en el que trabajaba no se interrumpió. "Se mantuvo igual, solo se notó más vigilancia de la habitual. En aquel momento no se sabía nada, solo los tiros, las fotos y Jacqueline Kennedy manchada de sangre", recuerda.

después de la noticia

De la sorpresa a las dudas

Una noticia de semejante magnitud no podía esperar a ser publicada al día siguiente, por lo que los periódicos, con los medios de la época, deciden reaccionar. Diario de Navarra contaba en su edición al día siguiente que había sido el primero en recoger la noticia emitida por La Voz de América a las 19.20 horas. Ante ello, el periódico colgó una pizarra en la fachada de la redacción, situada en la calle Zapatería, en la que daba cuenta de lo poco que hasta el momento se conocía del atentado. Cuenta Gracia que la gente, conmocionada, se aglomeró rápidamente en torno a ella y que de este modo se conoció la noticia que estaba estremeciendo al mundo. El periódico informaba también de que había recibido "llamadas telefónicas constantes" pidiendo noticias del atentado "y nuevos detalles".

Sin embargo, las primeras imágenes del atentado de Dallas aún iban a tardar unas cuantas horas en llegar. Es la foto del presidente Kennedy en Dallas aún sonriente junto al gobernador de Texas, John Connally, la primera en entrar a las redacciones y la que ilustra las portadas del día siguiente en los principales periódicos.

En las jornadas posteriores, el crimen sigue ocupando las primeras planas, mientras los acontecimientos se suceden: la jura de Lyndon B. Johnson, el entierro de JFK, las hipótesis del atentado, la detención y el asesinato de Oswald. Unos días frenéticos que siguen arrojando dudas. "Todavía hoy, el atentado sigue sin ser esclarecido. Se barajaron varias opciones, como que pudo haber sido la mafia, la agencia CIA, los comunistas rusos, los cubanos, o quienes desde el sector conservador querían cambiar por los derechos civiles", señala Bartolozzi, que había de especializarse años después en Relaciones Internacionales.

La Guerra Fría, que enfrentaba al bloque capitalista de los Estados Unidos contra el bloque comunista de la Unión Soviética (URSS), generaba fuertes tensiones internacionales que se habían visto reflejadas en la crisis de los misiles de Cuba dos años antes. En su opinión, podría haber sucedido cualquier cosa, desde un golpe de estado hasta el estallido de la Tercera Guerra Mundial. "El mundo estuvo con el corazón en un puño", dice.

En definitiva, "no sabemos qué fue lo que realmente ocurrió porque asesinaron al asesino, Lee Harvey Oswald, dos días después", dice Arturo Gracia, a quien impactó la secuencia de imágenes de Jacqueline Kennedy ensangrentada saliendo a gatas del coche en el que había sido tiroteado su marido. A esto Huarte añade dos imágenes que se le quedaron grabadas en la memoria: "La del vicepresidente Lyndon B. Johnson jurando el cargo en el mismo avión en el que se trasladaba el cadáver de Kennedy, y la del hijo pequeño del presidente cuadrado en el funeral de su padre. Fue un momento socialmente conmocionante".

Kennedy era un personaje muy carismático que despertaba gran simpatía en la sociedad. Nieto de inmigrantes irlandeses, fue el presidente más joven, y el primer católico en llegar a la Casa Blanca en la historia de Estados Unidos. Una realidad que se veía reflejada en la sociedad navarra, como cuenta Huarte: "Mi madre era religiosa, sin ser beata, y para ella por ser católico, ya era bueno".

los recuerdos

El periodismo artesanal

En 1963, Navarra era otra, agraria y con una industria que apenas empezaba a florecer . También el periodismo resultaba muy diferente. "En aquellos años, los periódicos cerraban tardísimo, bien entrada la madrugada", recuerda Gerardo Huarte, que desarrolló su carrera en El Pesamiento Navarro, antes de colaborar durante la transición para Europa Press "y otros medios" y de trabajar para el Ministerio de Cultura y para el Gobierno de Navarra, del que fue jefe de protocolo. Aquella redacción era poco menos que un punto de encuentro de la capital navarra. Algunos navarros desayunaban en la panadería Equiza, cercana al periódico, mientras que otros se adelantaban, subían a la redacción y amenizaban la espera con alguna de las botellas de pacharán que había.

Las relaciones con sus familias no siempre fueron fáciles por la ausencia de un horario fijo, pero, entre los periodistas resultaban muy cordiales. "Había menos rivalidad que ahora", dice Pedro Lozano. En varias ocasiones, iban a comer o a cenar a un bar al que ellos mismos recuerdan como la gasolinera, situado en la carretera de Guipúzcoa. Y todo resultaba muchísimo más artesanal, explica Arturo Gracia, quien recuerda los años en que cubrió la Vuelta a España o el Tour de Francia o cómo transformó el modo de contar el encierro "cuando no se retransmitía por televisión". "Tenía mis informantes distribuidos por el recorrido, que me contaban qué había pasado en los distintos tramos. Algunos decían que parecía que yo había visto el encierro en helicóptero".

De la boca de los tres periodistas fluyen los recuerdos. Los buenos y los otros. De los primeros, Gracia se queda con una artículo que tituló El ángel enfermo y el belén. "Tuve que cubrir un concurso de belenes en el que participó un pequeño de siete años que estaba muy enfermo. Le decía a su madre que quería un belén de esos y le preguntó si los reyes magos pasarían esas navidades por su casa. Su madre contestó que los reyes no pasaban por la calle Descalzos. Escribí un artículo. A los pocos días llamó un señor preguntando por mí para que le diera la dirección de este niño, se la di y me olvidé. Poco después vino la madre del niño llorando a la redacción y con un gran abrazo me agradeció el precioso belén que le habían regalado al niño".

También hubo momentos duros y Huarte rememora con tristeza el 8 de julio de 1978, en los Sanfermines que fueron suspendidos, cuando no se pudo publicar la edición del periódico por faltar una sola página. Anécdotas de años intensos y de acontecimientos que todos recuerdan, como la muerte de Franco, contada desde Europa Press por otro periodista navarro, Marcelino Martín Arrasogaray. Si la de JFK tomó a todos por sorpresa, la del dictador se hizo esperar, hasta el punto de que los titulares empezaron a agotarse: "Franco enfermo, Franco grave, Franco muy grave, Franco agoniza, Franco se muere -revive Huarte-. Llegó el día en el que no supimos como titular, lo habíamos agotado todo".