bilbao. Hay quien teoriza que si ETA militar no hubiera hecho volar el coche del presidente de ministros franquista Carrero Blanco hace 40 años, aún podríamos vivir en dictadura. La venganza, sin embargo, llegó cinco años después cuando ultras españoles mataron a Argala en Iparralde, icono de la banda armada, como presunta persona que detonó la bomba. De estos hechos se cumplieron ayer 35 años. Hoy, la familia de José Miguel Beñaran Ordeñana, Argala, que tenía 29 años cuando fue asesinado por el Batallón Vasco Español, añora a su pariente. Dos de sus hermanos, Maite y Pablo, lo recuerdan.
Se cumplen 35 años sin su hermano. ¿Qué sienten cuando llega el 21 de diciembre?
Una sensación de pérdida y añoranza de su persona, sólo que suavizadas por el tiempo. Ni rabia ni odio porque ese lugar lo ha ocupado siempre el deseo de que se consiga aquello por lo que nuestro hermano y tantos otros han dado su vida y su libertad: la paz, la justicia social y la libertad para nuestro pueblo.
¿Creen que los medios de comunicación hemos deformado la figura de su hermano?
Algunos medios de comunicación le intentaron desprestigiar achacando su muerte a su propia organización (ETA-m) por discrepancias internas. En cambio, otros medios han tratado con sumo respeto la figura de Argala, su lucha y su aportación política al proceso revolucionario vasco.
¿Qué recuerdos conservan de él no relacionados con el Movimiento de Liberación Nacional Vasco?
Le recordamos como un hermano muy humano, cariñoso, alegre y muy estudioso. En su vida, la familia tuvo siempre un papel muy importante. A nosotros nos ayudaba en los estudios, nos llevaba al monte, nos enseñaba canciones en euskera, le gustaba hablar y discutir en la sobremesa? También le gustaba estar con sus amigos: iban al monte, jugaban a pelota, cantaban, iban al cine?
¿Cómo fueron los últimos contactos familiares con él?
Antes de su exilio a la isla de Yeu le vimos de forma esporádica. Luego, durante varios años, no pudimos visitarle ya que nos retiraron los pasaportes. Tras su vuelta de Yeu acudimos con cierta regularidad a visitarle. El año en que le asesinaron pasamos una semana con él, aunque su labor militante le impedía pasar mucho tiempo con nosotros. El último contacto fue por teléfono el día anterior a su muerte. Me llamó para expresarme su alegría de poder pasar unas navidades juntos en ocho años.
A pesar de que el juez Santiago Pedraz ordenó en 2009 al Ayuntamiento de Arrigorriaga que la herriko plaza no continuará llamándose Argala, el pueblo no se doblega y sigue denominándola así. ¿Cómo interpretan este hecho?
La decisión de cambiar el nombre de plaza de España por el de Argala fue tomada por unanimidad en un pleno municipal. De esta forma querían reconocerle todo el trabajo que había desarrollado en beneficio del pueblo de Arrigorriaga. Fue uno de los organizadores de la primera cabalgata de Reyes Magos (la felicidad de los niños y niñas era para él muy importante), colaboró en la organización de las Gau Eskolas, organizó cine fórums, participó en la Legión de María que se ocupaba de ayudar a la gente más necesitada. Por todo ello, a pesar de la decisión antidemocrática del juez Pedraz, los vecinos del pueblo siguen nombrándola plaza Argala.
¿Qué forma de ser, talante, tenía su hermano?
Era una persona muy humana, solidaria, preocupada por los problemas de la gente más humilde, lo que le llevó a colaborar con la Legión de María, un grupo de la iglesia, que se dedicaba a ayudar a la gente más pobre y a visitar enfermos. En una de estas visitas conoció a un niño que falleció por falta de atención por no contar con recursos económicos. Esto significó un punto de inflexión en su pensamiento, pues se dio cuenta de que esto no eran más que parches y que la solución sólo podía venir por un profundo cambio social.
¿Qué recuerdo guardan de aquel 21 de diciembre de 1978? ¿Cómo les llegó la noticia del asesinato?
Fue el recuerdo del peor día de nuestra vida. Aunque pensábamos que en cualquier momento podía suceder un hecho como este debido a su lucha, nunca estás preparado para recibir tan brutal noticia. Yo (Maite) estaba trabajando en el colegio y vinieron a avisarme dos amigos del pueblo. ¡Fue un golpe terrible! Quizás el peor fue el caso de Pablo, que se encontraba en Cartagena prestando el servicio militar, sin ningún familiar con quien compartir el dolor de aquel momento.