asta ver la inquina con la que Sánchez y Bolaños se dirigen a Sayas y Adanero llamándoles tránsfugas para percatarse de la robustez del acuerdo que los socialistas establecieron con Esparza. No se explica de otra manera la reiterada represalia contra quienes decidieron contravenir ese apaño de restaurante madrileño, Cerdán mediante, en el que el todavía jefe de UPN arrió sus velas y optó por convertirse en paquebote del sanchismo. Justo ahora que cada votación en el Congreso se dirime por la mínima, los dos diputados ofrecidos en bandeja eran un manjar con el que alimentar eso que Rubalcaba bautizó como Frankenstein. Duele en Ferraz no haber culminado una operación que no es nueva -Pepiño la perpetró antes- pero que precisamente por eso despeja cualquier duda de que los regionalistas están para lo que están. Concretamente, en el último intento de que su líder tenga un hueco bajo el sol de la política navarra, con toda la apuesta por vicepresidir con Chivite, o que esta vicepresida con él, que da lo mismo. Justo dentro de un año, tal domingo como hoy, se celebrarán las elecciones forales y municipales. Piensan en Príncipe de Viana (es un decir) que habrá un desgaste de los cinco partidos que hoy sustentan el Gobierno de Navarra, que Vox llegará al Parlamento foral, y que en el horizonte de un cambio de ciclo político, ellos y el PSN volverán a repartirse las gabelas. Eso, o Esparza regresará, si puede, a la tiza.
Ya estamos escuchando de nuevo si las opciones para todos los partidos que en Navarra no se denominan ni de izquierdas ni vasquistas -a saber, UPN, PP, Cs y Vox, más lo que pueda deparar la plataforma de Sayas y Adanero- serían mejores juntos o por separado, o con qué grado de cohesión estratégica han de acudir a la contienda. De nuevo la vieja disquisición de si es conveniente amalgamar una única oferta electoral o tirar los dados de la diversidad de marcas. Para diseccionar asépticamente el asunto, convendría ir por partes, de lo más sencillo a lo más complejo. En la ecuación hay algunos elementos indubitables. Cs ya no es nada, ha muerto por dedicarse al populismo centrista, ese que existe igual que existe el de derechas y el de izquierdas. No cuenta en ninguna fórmula. Otro fijo: Vox no va a pactar con nadie, se presentará, y será difícil que no moje escaños forales. Los de Abascal eran, justo hace cuatro años, nada más que una página web. Hoy están consolidados y su mezcla de conservadurismo y transgresión encarada con la progrez ubicua tiene un buen público. Otro elemento que no admite dudas: UPN se cree el gallo de la granja, están convencidos de que siempre podrán marcar la pauta a los demás -ahora me interesa Navarra Suma, ahora no- y por eso juegan a mercar sus apoyos, lo mismo a diestra que a siniestra. Anquilosados en los mismos tópicos, desprovistos de capacidad para regenerar un discurso que ya ha fracasado, lo que ofrecen es política borona y actuaciones advenedizas. Como lo último ha sido decantarse por Sánchez, poco más habría que considerar. Si acaso, pedirles que lo digan con la claridad exigible. El PP lo tiene complicado para volver a presentarse con sus siglas, después de una legislatura subsumidos en una coalición que no les ha permitido lucir. Varios medios nacionales han publicado estos días informaciones que señalan inequívocamente que en la Génova de Feijóo ya están cavilando qué hacer en Navarra, y sobre todo cómo asegurar en el medio plazo que haya algún diputado disponible para una investidura. Espero que arriben a la conclusión de que su hasta ahora socio, UPN, es lo que es: el proyecto personal de un gañán que ni tiene palabra, ni entiende la política como otra cosa que un pueril deseo de subsistencia a costa de lo que sea. Pero aunque Esparza saliera por la puerta mañana, lo que quedaría es un partido incapaz para lucir un ideario propio, porque lleva mucho tiempo asimilando lo que le dictan los poderes fácticos que ya sabemos. Será una aventura arriesgada, pero es más necesario que nunca que alguien represente una opción que muchos electores de la llamada derecha sociológica agradecerían: la consistente en soslayar las componendas y dedicarse a pensar por qué Navarra no es lo que merecería ser, y cuáles son las barreras mentales que hay que empezar a romper sin contemplaciones. Lo que sabiamente se ha dicho siempre: las casas se construyen desde los cimientos, no por el tejado. l
La vieja disquisición de si es conveniente amalgamar una única oferta electoral
o tirar los dados de la diversidad de marcas
En la Génova de Feijóo ya están cavilando qué hacer en Navarra, y cómo asegurar algún diputado disponible para una investidura
¿No les gusta el rey Juan Carlos I? Pues ahí lo tienen, por la gracia de Dios, tan garboso, en su fin de semana de regatas y marisco
Ya ha anunciado el fugado que piensa volver pronto. Allá él, y allá ellos, porque la monarquía va a dispararse un tiro en el pie