No ha arrancado bien la negociación del nuevo Gobierno. Lo que debía haber sido un proceso rápido y fácil que diera continuidad a la experiencia de los últimos años ha encallado nada más empezar, y lo ha hecho en un asunto nada menor, el peso que debe tener cada partido en el futuro Ejecutivo foral.

La desconfianza entre el PSN y Geroa Bai no es nueva. Viene de la legislatura anterior y se ha acrecentado con las últimas elecciones. Los socialistas veían en el 28 de mayo una oportunidad de ampliar su peso en el Gobierno y Geroa Bai aspiraba a corregir algunas de las disfunciones que se han vivido en el Palacio de Navarra, donde el PSN ha ejercido con mano de hierro su mayoría en el Gabinete de Chivite.

Así que ahora Geroa Bai reclama unas garantías mínimas antes de avanzar en una negociación programática, y que pasan por reconocer el papel que cada partido tendrá en el futuro Gobierno. Dicho de otra forma, que el PSN no aprovechará el proceso negociador para recortarle presencia pública ni competencias. Hace cuatro años Geroa Bai tuvo la presidencia del Parlamento, el senador autonómico y la gestión de cuatro consejerías, una de ellas vicepresidencia. Los socialistas por su parte se hicieron con el núcleo del Gobierno, de la presidencia a la portavocía, junto con ocho consejerías, incluidas las áreas estratégicas de Hacienda y Comunicación.

Y es ahí donde está el punto de discordia. El PSN no oculta su voluntad de ganar fuerza en el Gobierno porque ahora Geroa Bai tiene dos escaños menos. Pero su socio señala que sus siete votos siguen teniendo el mismo valor y que, en todo caso, si alguien ha ganado peso es EH Bildu, a quien los socialistas siguen excluyendo de cualquier tipo de negociación. El PSn no puede pretender copar el Gobierno con 11 escaños, sostienen en Geroa Bai, que acusan al partido de Chivite de “patrimonializar el poder” repartiendo los cargos como si ya fueran suyos. “El PSN no puede ser generoso con lo que no es suyo”, argumentó ayer Pablo Azcona.

Reunión frustrada

Había un compromiso previo con el PSN de atar esta cuestión, al menos en un acuerdo general, antes de empezar a negociar el contenido programático. Pero los socialistas entienden que ya no es necesario y que la prioridad es avanzar en contenidos. Para eso citaron una reunión la semana pasada, a la que Geroa Bai decidió no acudir. Y para eso han vuelto a convocar una nueva hoy, aunque su socio ya ha dicho que no va a ir.

“Ellos tendrán que explicar por qué no van”, apuntó ayer la socialista Inma Jurío, que considera que el problema es que Geroa Bai no acaba de asumir su papel en la nueva legislatura, y que “intenta ponerse en una posición que igual la ciudadanía no le ha otorgado”. “Quizá necesitan tiempo para hacer el recorrido”, consideró la parlamentaria del PSN, que responsabiliza a su socio de las “consecuencias” que puede tener la falta de acuerdo, en una velada referencia a la repetición electoral.

Pese a todo los socialistas han mantenido la cita prevista para hoy, aunque solo ha acudido Contigo Zurekin. Cita más formal que efectiva en la medida en que será difícil avanzar sin uno de los tres socios, lo que de facto supone asumir que el proceso de negociación se va alargar.

A la cita en el Parlamento esta mañana han acudido, por parte del PSN, la parlamentaria Ainhoa Unzu, el secretario de Organización, Ramón Alzórriz, y Jorge Aguirre, secretario de Acción Electoral. Esta vez, no ha estado presente la secretaria general del PSN, María Chivite. Por Contigo Navarra, han asistido, junto a Begoña Alfaro, el parlamentario Carlos Guzmán, el parlamentario Daniel López, María Eugenia San Martín y Miguel Garrido.

Pero Geroa Bai se mantiene firme, y asume que no le compensa seguir en el Gobierno si lo tiene que hacer con menos capacidad de decisión que en la pasada legislatura. “Si lo que el PSN busca es debilitar a Geroa Bai para no avanzar en materias como desarrollo económico, transición energética, vivienda o euskera, no lo vamos a permitir”, justifica Azcona.

Entre tanto, Chivite resta importancia a la polémica, aunque asume ya que las diferencias empiezan a condicionar la negociación. “Debemos dejarnos de pequeñas peleas, de cuitas internas, para que podamos tener un Gobierno de avance”, reclama la presidenta en funciones, que desdeña las exigencias de su socio y señala que lo importante ahora es definir cuáles son las prioridades del nuevo Gobierno.

Chivite también mantiene el pulso, consciente de que juega con la posición de fuerza que le dará el liderazgo del Gobierno y, en última instancia, la capacidad para nombrar consejerías y dirigir la política del Gobierno. Una experiencia que Geroa Bai no olvida, y que le lleva a ser “más exigente todavía” después de lo ocurrido el pasado sábado en los ayuntamientos.

El escenario no es de ruptura. Ni Geroa Bai ni el PSN barajan esa posibilidad porque la alternativa es una repetición electoral en un contexto nada favorable. Pero tampoco se puede descartar porque el clima de desconfianza crece y no será fácil de reconducir en el futuro. Y queda pendiente además del papel que pueda jugar Contigo-Zurekin, tercera pata de la coalición, y el de EH Bildu, cuya abstención no está garantizada.

La mayoría en el Parlamento sigue siendo progresista. Pero también desavenida. Mal panorama en puertas de una nueva campaña y de unas elecciones generales que auguran un panorama incierto en Madrid. Chivite admite ya que la investidura quedará para después del 23 de julio. Quizás entonces lleguen las prisas.