La caída en las urnas y la posición de fuerza no fueron esta vez vasos comunicantes para el independentismo que, con el actual equilibrio en el Congreso, puede presionar a Pedro Sánchez en el avance de sus objetivos. La portavoz de ERC, Marta Vilalta (Torregrossa, 3-XII-1984), desbroza el horizonte tras la primera reunión entre Pere Aragonès y el presidente del Gobierno español. Tras la amnistía, toca abordar el referéndum.

¿Qué valoración hace de la cumbre entre Aragonès y Sánchez?

—Es un buen punto de partida para dar cumplimiento a los acuerdos de investidura. El inicio del traspaso de Cercanías, la condonación de parte de la deuda del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y la mejora de la financiación en investigación o la dotación para los Mossos tienen un impacto positivo en lo que llamamos nosotros carpeta de la ciudadanía y en la mejora del día a día de la gente.

Esquerra no empieza de cero en el proceso de diálogo con el Gobierno de Sánchez. Pero el escenario es ya otro, de ejecución de acuerdos.

—Bienvenidos sean todos los actores políticos a la estrategia de la negociación. Hemos visto que con la perseverancia se consiguen cosas que parecían imposibles. Esquerra ha hecho este camino durante cuatro años, así que bienvenidos, también Junts per Catalunya, porque así tendremos más fuerza. Ahora bien, con la amnistía ya en marcha, lo que empieza es el camino hacia el referéndum, la hora de una segunda fase de la resolución democrática del conflicto que, más allá de terminar con la represión, pasa por pactar de forma acordada un referéndum de autodeterminación y que la gente pueda decidir.

“El ‘ya veremos’ no nos sirve. Sánchez no tiene alternativa, o cumple con los acuerdos, o no habrá legislatura”

Sánchez insiste en que solo es parte del relato independentista y que se trata de una vía intransitable.

—Lo decimos porque estamos convencidos de que es el camino y porque es un consenso de país en Catalunya. Alrededor de un 80% de la ciudadanía dice que está a favor de poder decidir en un referéndum aunque no todos estén de acuerdo con la independencia. No es un capricho ni un brindis al sol nuestro. Estamos tan convencidos que hay gente que ha pagado por ello años de su vida acabando en prisión o en el exilio. Es una cuestión de voluntad política. Parecía imposible que hubiera una amnistía y está pactada y tramitándose.

Fue Gabriel Rufián el que subrayó en el debate de la ley de amnistía que Catalunya estaba preparada para perder un referéndum.

—Estamos preparados para aceptar el resultado. Retamos al Estado a asumir la capacidad de decidir de la ciudadanía. No pedimos nada que no hayan hecho ya otros países.

En la agenda de la negociación del Govern de Aragonès está sacar adelante el traspaso de Rodalies y, sobre todo, una financiación propia. Pero la ministra María Jesús Montero ya puso en duda esto último.

—El ya veremos no nos sirve. Lo que se pacta se debe cumplir. Todos los acuerdos vinculados a la investidura están sujetos a que se cumplan para que haya legislatura. En la negociación para investir a Sánchez teníamos claro que había que negociar la ley de amnistía pero a la vez cuestiones que afectan al día a día de los catalanes y uno de los agravios que sufren es el sistema de Cercanías que está obsoleto y ha padecido una desinversión durante décadas. Otro de ellos es una financiación injusta con un déficit fiscal estratosférico que afecta a servicios básicos como educación, sanidad... Lo que recaudamos se va y no vuelve igual. Creemos en la solidaridad entre territorios pero hablamos de un déficit que asfixia nuestras finanzas, 18.000 millones de euros al año, y eso es inasumible. El café para todos ya no nos vale.

¿Creen que podrán sacar adelante el reconocimiento del catalán en las instituciones internacionales?

—Hemos logrado una realidad histórica, que se pueda hablar catalán, euskera y gallego en el Congreso. Y hasta que no ha habido una aritmética necesaria para ello no había sido posible, cosa que demuestra que sí lo era. Se ha acordado una ley del plurilingüismo que garantizará que toda la ciudadanía se pueda dirigir a la Administración del Estado, en especial en la Justicia, en todas las lenguas cooficiales. Es un paso importantísimo gracias a la presión independentista, pero aquí no acaba todo. Queremos que sean reconocidas como lenguas de las instituciones europeas y el Gobierno de Sánchez sabe que es un deber que tiene pendiente. Toca superar la situación de menosprecio que han sufrido estas lenguas durante décadas. Había que haberlas preservado y protegido en lugar de señalarlas y perseguirlas, fomentando incluso el odio hacia ellas.

¿Sánchez, que ahora hace de la necesidad virtud, es consciente de que la legislatura dependerá del cumplimiento de su palabra?

—Si no se cumplen los acuerdos de la investidura, no habrá legislatura. En política hay que ser responsables y útiles. Todos tienen que ceder y conseguir cosas pero también hacer que estas cosas pasen. Si no es así, solamente hay retórica y papel mojado.

“El mayor problema está en que el sistema judicial haga una cruzada en contra de la voluntad legislativa”

¿Hay ahora más motivos para confiar en el líder socialista?

—Sabemos que cuando han podido, se han escaqueado y desecho de los pactos. Pero esta legislatura hay algo diferente: es que no tiene alternativa. La alternativa es PP y Vox. El PSOE, el Gobierno del Estado, Pedro Sánchez, no tienen otra y deberán cumplir con los acuerdos o irnos todos hacia una dimensión desconocida.

Sostienen que con la amnistía se salda una deuda. ¿Todo este escenario es gracias a lo sembrado anteriormente por ERC con los indultos o la reforma del delito de sedición?

—Es muy importante reconocer el camino. No habría amnistía si antes no se hubiesen producido los indultos. Un camino para, primero, reconocer el conflicto, como hizo el PSOE hace cinco años. Después para establecer esta vía de resolución democrática con la desjudicialización, los indultos y la reforma del Código Penal. Y ahora, subidos a la escalera, hemos llegado al estadio de la amnistía. Hay un acuerdo político, se está tramitando y ERC está valorando introducir enmiendas que afectan a contar con una mayor seguridad jurídica. El problema será que se aplique, que el sistema judicial haga una cruzada en contra de esta voluntad legislativa. Aquí están los principales problemas, por lo que emplazamos a la Justicia española a que haga su parte de responsabilidad. No están para hacer las leyes, están para cumplirlas. Que no hagan política y que sea posible la separación de poderes.

Entre estas presiones judiciales está la negativa de los jueces a comparecer en las comisiones de investigación que se han promovido, caso de la ‘Operación Catalunya’.

—Demuestra que España tiene aún mucho trecho por recorrer para consolidarse como una democracia con todas las letras. Los jueces hacen política y la política recurre al ámbito judicial para paralizar lo que no se gana con mayorías electorales. No lo decimos los independentistas, sino otras instituciones que le amonestan por no cumplir con los estándares en derechos humanos o le recriminan que no se renueva el CGPJ.

Dice el líder del PSOE que quiere reunirse con Oriol Junqueras y Carles Puigdemont para “recuperarlos para el sistema político español. ¿En qué sentido lo interpretan?

—Más que declaraciones o intenciones, queremos que acabe la represión que el Estado español ha validado a lo largo de años. Por suerte ahora estamos en otro camino, el de la recuperación de la política, el pacto, el diálogo y el acuerdo. Es imprescindible que haya esta reparación y estas personas sean rehabilitadas políticamente.

¿Le preocupan a ERC las negociaciones unilaterales que mantiene Junts con Sánchez? ¿Tienen que mirar por el retrovisor?

—No estamos preocupados, celebramos que Junts haya llegado a asumir esta apuesta por la negociación, por hacer política. Estaban situados en el cuanto peor mejor, en el no a todo, y así solo renunciaban a sumar esfuerzos para conseguir cosas. ERC se quedó sola defendiendo Catalunya. Ahora han decidido subirse al barco. Lo que pedimos ahora es poder tener la máxima coordinación porque compartimos muchas cosas, el horizonte a la independencia. No se trata de competir a ver quién consigue más, sino que entre todos hacer que gane la ciudadanía catalana. Invitamos a Junts y la CUP a sentarse en la misma mesa de diálogo. La coordinación no se está dando como nos gustaría pero seguiremos insistiendo. Hemos pasado de tenerles poniendo palos en las ruedas a montarnos en la bicicleta con la posibilidad de presionar al adversario común, un Estado que tiene de su parte muchos poderes.

Y en el exilio no solo está Puigdemont. También Marta Rovira.

—Aquí también hay un sesgo de género. Lo denunciamos cuando se hablaba de los presos que estaban en una cárcel y se obviaba a nuestra presas políticas. Es evidente que Puigdemont fue president y hay una carga de responsabilidad. Pero quiero poner en valor la dedicación de Rovira en su trabajo de incidir en Naciones Unidas porque muchas de las resoluciones que afectan a España han sido posibles gracias a su insistencia.

¿Vislumbran que en el Congreso se dé un eje ideológico con Junts y PNV acercándose a la derecha?

—Es verdad que PP y Vox compiten a ver quién es más extremo pero ya se ha visto que ese eje existe en cuanto a leyes o conquistas de derechos. Ocurre también en el Parlament de Catalunya: Junts acaba de aliarse a PP, Ciudadanos y Vox en cuanto a los pisos turísticos.

¿Puede existir una conexión entre las Cuentas catalanas y los Presupuestos Generales del Estado?

—Hay un clima favorable a aprobar presupuestos en las distintas cámaras con una actitud responsable. El Govern tiene el proyecto avanzado, estamos negociando con los grupos y esperamos aprobarlos pronto.

En este permanente ciclo electoral, llegan los comicios europeos y después las autonómicas catalanas. ¿Hasta qué punto está preocupada ERC por su pérdida de votos?

—Lo afrontamos aprendiendo cada día. Las últimas elecciones no fueron bien pero tomamos nota de los mensajes de la ciudadanía, bien porque apostó por el voto útil, bien porque no se movilizó. El Govern está haciendo un muy buen trabajo con transformaciones en el ámbito feminista, social, educación, transición ecológica...

Supongo que conscientes de la desazón en el mundo independentista.

—Desencanto, expectativas incumplidas, frustración... Pero es que no hay alternativa. Probamos un camino y llegamos más lejos que nunca, hubo una represión muy fuerte y hemos emprendido otro, el de la negociación, que nos puede llevar al objetivo: la independencia. Transitemos porque no hemos llegado al máximo. Lo imposible se torna en realidad.