Fue de rebote, como ocurre muchas veces en la vida. Durante la primavera de 2021. Eduardo Mayordomo Carrasco, periodista y bibliotecario, militante comunista, consultaba archivos para comisariar la exposición Hombres y mujeres de puño en alto. 100 años de comunismo en Navarra, que fue inaugurada el 22 de junio de 2022 en el Parlamento con motivo del centenario de la filial local del PCE.
En un viejo tomo localizó una foto y un vago apunte sobre la existencia, en el Archivo General de Navarra, de una bandera republicana, de la época de la guerra civil, original de las Juventudes Socialistas Unificadas de Jaén. Le llamó mucho la atención. Preguntó. Y aparecieron otras tres banderas, comunistas y de fuera de Navarra. También de la guerra. Y que por una de esas macabras carambolas del destino habían dado con su paradero en el Museo del Carlismo de Estella. ¿Cómo habían llegado hasta allí?
Los materiales: tres banderas y una cinta
Mayordomo encontró la pista en un libro de Juan Jesús Virto Ibáñez, publicado en 1986 y con información sobre los partidos navarros durante la Segunda República. En una de las páginas, una breve referencia indicaba que “actualmente” –en la actualidad de 1986– la bandera estaba depositada en el Archivo General de Navarra.
Hizo una consulta y le respondieron que ya no estaba allí, que había sido trasladada junto a otros materiales al Museo del Carlismo, dependiente del Gobierno de Navarra, que disponía de más espacio tras una reforma reciente.
El PCE se queda mosca. Una cosa es que Navarra guarde en sus fondos banderas de la guerra de origen más o menos cuestionable. Otra, distinta, con otra connotación, es que esas banderas comunistas hayan terminado en el Museo del Carlismo. “Un lugar para nada apropiado”, tal y como denunció el líder del PCE en Navarra y parlamentario foral, Carlos Guzmán, durante uno de los últimos plenos antes del verano. “Es una macabra metáfora: elementos comunistas terminan en un museo que, al menos en una parte, ensalza los valores de quienes expoliaron esas mismas banderas”.
La primera bandera que Mayordomo descubrió en el libro de Virto es una bandera española con los colores republicanos –rojo, amarillo y morado– y que en el centro luce el escudo de la Segunda República, laureado, con las columnas de Hércules y la corona mural. Lleva la inscripción El CP (Comité Provincial) del PC (Partido Comunista) a la 1ª Brigada de la JSU (Juventud Socialista Unificada) Jaén. La JSU fue la unión de las juventudes comunistas y socialistas.
Los otros tres materiales que descubrió tras las primeras pesquisas son también banderas, pero muy distintas. La más convencional es una bandera roja del Partido Comunista de Euzkadi, con la hoz y el martillo en el centro, y que en una leyenda el pie detalla que es una bandera del radio del Ensanche de Bilbao. Los radios, en la guerra, eran agrupaciones de milicianos, pequeñas células, podríamos decir.
Tal y como detalla la historiadora Amaya Ibergallartu en su blog Batallón Rosa Luxemburgo, “los radios eran una especie de sectores en los que se organizaba la militancia del partido por zonas”.
En cada radio, los militantes “se organizaban en células, en grupos de 10 militantes que se comunicaban entre sí y con otras células formando de esta manera una red de comunicación del partido”.
Existían los radios de Centro, Ensanche –la bandera que aquí se exhibe es del radio del Ensanche de Bilbao–, Deusto, etc... Son “denominaciones relacionadas con los nombres de los barrios de Bilbao o municipios de Vizcaya”. Según el mismo blog, este radio tenía sus locales en la calle Henao, número 20, de la capital vizcaína.
Hay otra bandera, muy curiosa. Es una bandera de las que llamaban de balcón. Mayordomo reconstruyó su historia gracias, en parte, a la vieja publicación Euzkadi Roja. En noviembre de 1936, un representante de la Unión Soviética visitó Bilbao para alentar a los comunistas en la guerra. Hubo un desfile por la Gran Vía. De alguno de los balcones colgó esta bandera, que dice así: Euzkadi Antifascista saluda al pueblo soviético en su 19 aniversario. La última bandera es la más pequeña: una cinta roja con la leyenda Juventudes Comunistas impresa.
"Trofeos de guerra"
Es difícil saber exáctamente cómo llegaron aquí. La teoría del PCE de Navarra es que las cuatro fueron “trofeos de guerra”. Lo más probable es que las recogieran los milicianos navarros enrolados en el ejército golpista allí donde tomaban una ciudad.
“El origen es evidente que está en el expolio, en los botines de guerra”, apuntaba Guzmán en sede parlamentaria. “Tres de los cuatro elementos provienen de la batalla de Bilbao, en la cual participaron brigadas navarras de requetés carlistas”, recordó.
Lo soldados las trajeron del frente y, en algún momento, pasaron de su botín personal al Gobierno de Navarra. Todas ellas fueron encontradas en la cámara acorazada de Diputación, como otros restos de patrimonio.
Quizá, pasado el tiempo, los propios soldados o sus familias entregarían los materiales a Diputación, que los guardó allí antes de depositarlos en el Archivo General de Navarra. A esas alturas, las banderas habían perdido su titularidad original y habían pasado a formar parte de los fondos navarros. De ahí los cambios de localización, pero siempre dentro de la infraestructura pública.
No han estado expuestas
Hay que decir que estas banderas nunca han estado expuestas al público. Ni en el Archivo, ni en el Museo del Carlismo, ni tampoco en su nueva ubicación, que ya la tiene. Conocido que las banderas estaban en los fondos del Museo del Carlismo, el PCE de Navarra pide que salgan de allí. “Nuestra prioridad era sacarlas del museo, porque suponía una humillación para nuestra historia”, reconoce Guzmán a este periódico.
Representantes del partido mantuvieron una reunión con el director general de Paz y Convivencia y el Instituto Navarro de la Memoria. El Ejecutivo se hacía cargo del malestar del PCE y convenía que el Museo del Carlismo no era el mejor sitio para que permanecieran guardadas. Tras varias opciones, la decisión ha sido sacarlas de allí para llevarlas a las naves del Museo Etnológico, también en Estella, y que cuenta con unas naves acondicionadas para almacenar patrimonio. Las banderas, que son viejas, necesitan además unas condiciones determinadas para conservarlas bien.
Sin embargo, quedan flecos. La nueva localización tiene el ok del PCE de Navarra, pero tiene una pega: las banderas no se pueden visitar. El Museo Etnológico solo permite visitas guiadas y por petición expresa.
Hay muy poquitas a lo largo del año, por lo que en la práctica no las va a ver nadie –salvo en este reportaje–. Una opción planteada por el PCE era que en el futuro edificio del Instituto Navarro de la Memoria, el Palacio del Marqués de Rozalejo en Pamplona, albergara una pequeña estancia donde disponer un museo y que al menos se puedan visitar allí. Pero esto no parece nada claro.
Otro tema es el de la propiedad. Las banderas son patrimonio del Gobierno de Navarra. Pero en origen no fueron concebidas para que terminaran allá. De momento, ni el PCE de Euskadi ni el de Jaén han pedido la devolución de los materiales.