El curso político en el Parlamento de Navarra termina con alta tensión. El terremoto del caso Cerdán, con su epicentro judicial en Madrid pero con todas sus réplicas sacudiendo de lleno el Palacio de Navarra, monopolizó este jueves cinco intensas horas de debate. Una sesión crispada y con un enemigo claro para la derecha: María Chivite. La presidenta fue el blanco de una ofensiva total, una guerra sin cuartel, liderada por UPN y el PPN, contra una jefa del Ejecutivo que, sin esconderse, proclamó que no tiene nada que ocultar: “No voy a agachar la cabeza”.
Javier Esparza, portavoz de UPN, espetó a Chivite que “el daño que está haciendo a Navarra es brutal. Se ha quedado sin equipo, sin credibilidad y sin palabra. ¿Va a seguir actuando como si no tuviera nada que ver con usted?”. “No se puede liderar una Comunidad cuando está acorralada por la sospecha, bloqueada por los escándalos y superada por la realidad”, insistió el regionalista.
No se quedó atrás el presidente del PPN, Javier García, que acusó a Chivite de “arrastrar el buen nombre de la Comunidad por los escándalos que le rodean”. Exigió su dimisión inmediata y le dijo que “su entorno está hundido, pero usted no debe mirar para otro lado. Váyase, señora Chivite”, sentenció. García acusó además al PSN de ser “zona cero de la corrupción sanchista”, criticando incluso los “ataques a jueces y periodistas” que, según dijo, se han producido desde las filas socialistas.
Chivite se defiende
“No voy a huir porque yo no tengo absolutamente nada que esconder”, respondió Chivite, quien subrayó que ni el informe de la UCO ni ningún documento oficial recoge ilegalidades cometidas por el Gobierno foral. “Soy una presidenta honesta. Sobre mí no pesa ninguna ilegalidad, ni la pesa, ni la va a pesar, porque no la he cometido. ¿Qué casos de corrupción apuntan los informes policiales en Navarra? Ninguno”, sentenció.
Chivite, tajante en repetidas ocasiones, aseguró que “rendirme en estas circunstancias sería hacer dejación de mi responsabilidad”. “Sé que van a seguir con su acoso, con su hostigamiento, hablando de mi hermano, de mi suegro, llamando a los afiliados del Partido Socialista para que saquen todas sus mierdas”, denunció.
Su vicepresidenta tercera, Begoña Alfaro, más tranquila al no verse en el ojo del huracán, puso en valor que el Ejecutivo foral “ha actuado con diligencia en cuanto a lo que atañe a los intereses de Navarra”. Destacó la “triple vía de fiscalización” para las adjudicaciones a Acciona y Servinabar, propuso “nuevas ideas para actuar fundamentalmente contra los corruptores” y criticó al PP por tener “en estos momentos 30 causas abiertas”.
Blindaje de los socios
Los socios del Gobierno cerraron filas. Pablo Azcona (Geroa Bai) recordó que el informe de la UCO no sitúa el foco en Navarra y que lo que se investiga es una trama empresarial-política ajena a la Administración foral. No obstante, reconoció que la información conocida “nos interpela a reaccionar” y defendió el compromiso de su grupo “con la transparencia, la legalidad y la responsabilidad institucional”: “Solo el control democrático puede restaurar la confianza ciudadana”.
Desde Contigo-Zurekin, Carlos Guzmán ligó la corrupción al modelo neoliberal y al “bipartidismo que ha mercantilizado incluso los valores”. Cargó también contra las empresas que forman parte de un engranaje, ya que “detrás de cada político corrupto hay una empresa corruptora, y no podemos seguir mirando para otro lado”, reclamando contundencia “aunque tengan apellidos ilustres”.
La portavoz de EH Bildu, Laura Aznal, mantuvo un equilibrio entre la crítica a la corrupción y el reproche a la derecha. “Se está hablando de los corruptos, y así debe ser, pero también hay que hablar de los corruptores”, reclamó. Pidió sanciones ejemplares para las empresas implicadas, exclusión de contratos y ayudas públicas, y una inspección constante. Asimismo, criticó el carácter “endémico” de la corrupción y que el PP se erija ahora en “adalid de la transparencia”.
Finalmente, la nueva portavoz del PSN, Ainhoa Unzu, defendió que “quien no tiene nada que ocultar, no tiene nada que temer”, aseguró que el sistema democrático navarro “funciona bien” y reclamó “luz y taquígrafos”.
La derecha tiene claro su guion: Cerdán como ariete contra Chivite, y de paso contra el conjunto del Gobierno foral. La guerra está declarada.