“Es hora de liberarnos del sentimiento de culpa por no encajar en lo que la cultura oficial considera como normal”, sostiene el doctor en psicología Sergi Rufi, para quien la rareza es bella. “Lo frecuente, lo cotidiano, lo normal, nos aburre y nos acaba deprimiendo. Lo escaso, lo anormal y diferente destaca y nos atrapa la mirada, porque nos abre nuevas vías. Hace falta rebajar la culpa y afinar la sensibilidad para darnos cuenta de esto. Lo bello es diferente”, sentencia.

QUIÉN ES

Sergi Rufi es barcelonés. Doctor en psicología, es autor de Una psicología real, El arte de ser auténtico, Manual de espiritualidad rebelde, y ahora La belleza de la rareza (Ed. Cúpula). Implicado durante más de 25 años en el ámbito de la psicología y la espiritualidad, los últimos doce los ha dedicado a la psicoterapia, ayudando a miles de personas a vivir con menos culpa, vergüenza y frustración, fomentando en ellas una mayor conexión, sentido común y autenticidad.

En matemáticas, la normalidad es lo que más se da. ¿A qué llama usted raro?

Raro es aquello que no es frecuente, lo que es anormal e inclasificable. A nivel psicológico y comportamental, el raro es alguien con un mundo interior propio; suele ser crítico, rebelde, sensible, auténtico y con frecuencia culpabilizado.

La rareza de la diferencia puede ser física, psíquica, mental, sentimental, de pensamiento, religiosa. ¿A qué tipo de rareza se refiere?

En realidad, como psicólogo hablo de la psicológica, de la mental interna, pero todas las demás no dejan de ser un reflejo de esto. O sea, casos como el mío, que puedo ser raro a nivel físico y también psicológico. Hay gente que solo es rara a nivel físico, estético, pero internamente es bastante convencional. Y al revés, gente que es superconvencional por fuera y muy rara por dentro. Me refiero a todas las rarezas, porque pienso que todos somos raros si nos los permitimos y no nos sentimos juzgados.

Leyendo su libro, ¿podría interpretarse que lo que usted etiqueta como belleza podríamos entenderlo como una atracción irresistible de la rareza?

Puede ser eso, sin duda, porque todo lo que es bello es raro, aunque no todo lo que es raro es bello. No sé si es irresistible, pero sí que es una atracción, un imán que sentimos hacia algo que no hemos visto nunca o que no hemos visto lo suficiente, que es único.

Quiero entender que usted habla de sentirse bien siendo diferente al resto. ¿Esto es una cuestión solo personal, familiar, del entorno social, también legal?

Sí. Sí. Claro. Seguro que en todos esos ámbitos.

La pregunta sería si cuando usted habla de belleza de la rareza se refiere al nivel de aceptación social que tiene que tener tu diferencia.

Primero es un tema propio con uno mismo. Cada cual tiene que poder validarse con uno mismo y experimentar con poca culpa. Una vez que lo logra, todo aquel que lo culpabilice va a ser separado, si no me culpabilizo a mí, no voy a aceptar que alguien me culpabilice. Al final sí que lo de fuera y lo de dentro es parecido. Si no me culpabilizo iré con gente que no lo hace, y al revés. Al final, la clave es vivir sin tanta culpa.

Cuando vamos a una ciudad o admiramos un paisaje, lo diferente nos produce unos sentimientos. ¿A esto es lo que usted quiere denominar genéticamente belleza también en los humanos?

No sé si es genéticamente belleza, pero sí algo parecido. Es algo que te coge por sorpresa, que no esperabas ver y que te parece bonito, porque en realidad es algo que se vive hablando de lo psicológico. Yo, lo raro que veo en alguien, me va a gustar si ese alguien lo vive desde la calma, la tranquilidad y la coherencia. Ahora, si lo vive mal, yo tampoco lo viviré bien.

¿Existe mucha presión en nuestra sociedad para que quien es diferente (zurdo, disléxico, autista...) no se sienta cómodo?

Sí. Este libro va casi al revés. Se podría llamar La belleza de la rareza, subtitulado contraculpa, porque estoy intentando desculpabilizar todo aquello que la sociedad convencional, que llamo cultura oficial, conformada por un 80% de gente replicante de la norma, culpabiliza en ellos. En realidad, yo no veo que haya culpa, porque nadie ha elegido ser raro o diferente, es lo que ocurre; nadie ha elegido que llueva, que haya tormenta o haga sol. Pues es lo mismo. A nivel psicológico son fenómenos muy naturales que alguien sea raro o normal, no pasa nada.

Son manifestaciones de la adolescencia y juventud: hacer como el grupo, fumar, beber, maltratar al otro porque no se está educando en aceptar las diferencias y al diferente en la escuela. ¿Se huye de la rareza, de ser diferente?

Totalmente. ¿Cómo cambiar esto? Si mi libro vende un millón, cambiarán cosas, si vende 5.000, menos. Si sale arte, cultura y gente que habla de la rareza desde la dignidad, desde una posición de cierto logro, creo que lentamente iremos inspirando a la gente para que active esa parte diferente e intente no conformarse tanto con lo que toca. Yo llevo muchos tatuajes porque en mi época llevarlos era ser raro. Si ahora todo el mundo los lleva, seguramente no los llevaría. Al final lo raro es una manifestación de nuestra individualidad llamando por salir, que es al final nuestro don y aporte. Al que no fuma en un medio en el que todo el mundo fuma hay que aplaudirle y decirle en voz alta chapeau. Sin duda.

"Nos han bombardeado con la idea de que tú puedes ser lo que quieras, y no es cierto, es dañino y tóxico”

¿No tendríamos que empezar a considerar como en joyería que lo raro, lo que cristaliza en otro sistema, es de por sí bello?

Lo raro no tiene por qué ser necesariamente bello. Que alguien vaya por la calle, se baje el pantalón y defeque, sería algo raro, pero no bello. Lo bello va ser siempre algo percibido estéticamente como bello, lo cual puede ir contra la norma. Pero entrará dentro de un canon estéticamente bello. Verás sensibilidad, verdad, porque verás sensibilidad, bondad, lógica.

Si se hace en joyería y en mineralogía, ¿también podría elevarse al plano humano, lo de que rareza y belleza puedan ser sinónimos?

Al final del libro giro y digo la rareza es belleza, en vez de la belleza de la rareza. Aplicado a la joyería, creo que lo que es más preciado es lo que es escaso. Es parecidísimo. Lo que es escaso a nivel psicológico es lo raro, y eso raro es lo bello porque viene a aportar algo nuevo. Hasta el siglo XX, lo raro se castigaba y ahora tenemos que empezar a valorar lo raro. Pero siempre hablo de un raro dentro de unas coordenadas estéticas y éticas válidas. Aunque va a haber provocación y quizá mi cara con tatuajes provocará a gente, pero no siento que provoque, porque pienso que entra dentro de un canon de estética válido.

¿Por qué se decidió a escribir este libro?

Porque era una necesidad interior tras 25 años en el campo de la psicología. Me di cuenta de que la gente sufre mucho por una cosa que es la culpa; la culpa nos lleva a una idea de libertad, que la gente cree que es libre. La autoayuda americana en los últimos 30 años nos ha dicho, y nos ha bombardeado, la idea de que tú puedes ser lo que quieras, te puedes reinventar… y eso es dañino y muy tóxico, porque no es cierto. Un perro nunca se puede convertir en gato; podrá ser feliz, comportarse de una manera diferente, pero poquito más. El ser humano, igual. Hemos nacido con un molde y un rasgo de característica personal muy marcado, y lo que vamos a hacer es llevarnos mejor con quien somos, y si eres raro, eres raro. Hay cantidad de gente que me venía con rarezas, con secretos, con silencios y con pautas que les hacían sentir muy culpables. De ahí nace La belleza de la rareza y en mi necesidad de explicar mi rareza, lo que hará que mucha gente también se calme en la suya.

¿Así que Sergi Rufi se considera una persona rara?

Lamentablemente cuando era niño esa palabra se me lanzó como un cuchillo. Me decían: qué raro eres, eres muy raro. Se me lanzaba el puñal de la culpa, pero yo continué siendo quien soy sin cambiar ni un ápice a nivel basal esencial, aunque sí he cambiado como ser humano, porque uno se hace mayor y al final al mostrarte coherente, consistente, consciente y visible, los que te señalaron acaban siendo los señalados. Ese proceso puede ser vivido por la mayoría si se mantienen fieles ante lo que son. Hasta el siglo XX, la rareza era más visible en el hombre, pero pienso que ahora la mujer psicológicamente lo sufre un poco más porque lleva menos años de referente, pero en unas décadas estaremos igualados.