La claudicación intermitente es una condición en la que una persona siente un dolor en las piernas al caminar, lo que la obliga a detenerse con frecuencia para aliviar el malestar. Por este motivo también se conoce como síndrome del escaparate, ya que quienes lo padecen tienen que detenerse como si estuvieran observando los expositores de las tiendas.
Para definir la gravedad de la enfermedad, la clave está en medir la distancia recorrida desde el momento en que se comienza a realizar la actividad hasta que aparece el dolor que obliga al paciente a detenerse o si hay dolor en reposo. Las personas mayores de 60 años, especialmente aquellas que tienen antecedentes de hipertensión, diabetes o enfermedades cardiovasculares, o quienes llevan un estilo de vida sedentaria tienen un mayor riesgo de desarrollar este síndrome.
Síntomas comunes
Ante la presencia de dolor, el paciente se detiene y se sienta, una postura que permite que las láminas entre las vértebras se separen, ampliándose en canal vertebral. De esta forma, se descomprimen los nervios y el dolor desaparece. La persona puede volver a caminar. Pero unos pocos metros, hasta que el dolor reaparece.
Al ser una condición poco conocida, en la mayoría de los casos se diagnostica cuando la enfermedad ya se encuentra en un estado avanzado, por lo que conocer cuáles son las señales que nos pueden alertar de que lo padecemos es muy importante. Los síntomas principales incluyen:
- Dolor en las piernas, especialmente en las pantorrillas, al caminar. Este dolor puede variar desde molestias leves hasta un dolor intenso, y suele mejorar con el reposo.
- Calambres y entumecimiento.
- Sensación de cansancio muscular no asociada a la carga propia de haber hecho deporte.
¿Se puede prevenir?
Los especialistas aseguran que existen medidas preventivas que pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar el síndrome del escaparate como:
- Mantener un estilo de vida saludable.
- Caminar. El tratamiento más eficiente es el paseo diario y no puede ser sustituido por ningún otro ejercicio como la bicicleta. La razón es que los músculos que usa el cuerpo para caminar son muy diferentes a los que pone en funcionamiento para desarrollar otro tipo de ejercicios.
- Evitar el tabaco y, por supuesto, controlar el colesterol. Habitualmente se suele administrar un tratamiento farmacológico con estatina para regular el colesterol y antiagregantes para conseguir que la sangre sea menos espesa.
- Elegir calzado cómodo y nunca usar zapatos ajustados, ya que estos aumentan la posibilidad de padecer problemas de circulación.