Resistentes al paso del tiempo. Incombustibles. Ajenos a las modas que vienen y van, como cantaban en aquella canción que grabaron hace exactamente cuarenta años. Así son Olvido Gara, más conocida como Alaska, y Nacho Canut, pareja artística con la que que comenzó a trabajar a finales de los setenta, pasando por formaciones históricas del pop nacional como Kaka De Luxe, Alaska y los Pegamoides, Alaska y Dinarama y Fangoria, con la que llevan funcionando más de tres décadas.

La actualidad del grupo pasa por la publicación de tres epés (Existencialismo pop, en 2021; Edificaciones paganas, en 2022; y Ex profeso, en 2022). Con esta trilogía, el dúo se adapta, una vez más, a los nuevos tiempos y abandona el formato álbum, ofreciendo sus nuevas composiciones en formatos más cortos y fáciles de asimilar. En su caso, a estas alturas, se pueden permitir este y cualquier otro experimento. De hecho, quizás estas dos últimas décadas constituyan su período de éxito más continuado, pues, a lo largo de su trayectoria, siempre han huido de posturas acomodaticias y eso les ha jugado más de una bajada en sus cotas de popularidad.

Lo de Kaka De Luxe fue, en realidad, algo mucho más subterráneo y minoritario de lo que hoy en día pueda parecer. La aportación de esta banda fue más conceptual, pues se trató de una de las primeras formaciones punk de nuestro país. Tras una corta andadura, sus integrantes pasaron a integrar grupos como Paraíso, Radio Futura o Alaska y los Pegamoides, donde recalaron Alaska y Nacho, además de Carlos Berlanga. Fue aquí donde comenzaron a acceder al gran público por primera vez con su gran hit, Bailando, y se convirtieron en un referente incluso para escritores como Francisco Umbral, que los citó en sus columnas periodísticas. Sin embargo, las discrepancias artísticas entre sus miembros hicieron que cada uno se fuera por su lado; Eduardo Benavente y Ana Curra se volcaron en su proyecto Parálisis Permanente, mientras que Carlos y Nacho dieron forma a Dynarama, grupo en el que, al poco tiempo, entró Olvido para conformar Alaska y Dinarama. Aquí fue donde, a mediados de los ochenta, alcanzaron una popularidad absolutamente masiva con canciones como Ni tú ni nadie, A quién le importa o Perlas ensangrentadas.

Cuando estaban en lo más alto, decidieron poner fin al proyecto y Alaska y Nacho formaron Fangoria. Los años 90 fueron duros y, para sus primeros trabajos, recurrieron a la autoedición y ellos mismos se encargaban de mandar los discos a sus escasos seguidores por correo postal. Con el cambio de milenio, la fortuna les volvió a sonreír y un disco, Naturaleza muerta, los encumbró de nuevo. Desde entonces han vivido su etapa más estable, obteniendo una gran acogida para todos sus lanzamientos y compaginando los conciertos con otro tipo de apariciones en eventos sociales y programas de entretenimiento. 

Musicalmente, aunque siempre se han mantenido fieles a los postulados del pop electrónico, han sabido evolucionar, trabajando con distintos productores (Carlos Jean, Guille Milkyway…), y buscando siempre nuevas fórmulas. Durante los primeros años de Fangoria, se negaban a tocar los viejos éxitos de Pegamoides y Dinarama. Sin embargo, hace poco más de diez años que decidieron recuperarlos, como ya pudimos comprobar en el concierto que ofrecieron en los Sanfermines de 2014, en la plaza de los Fueros. Pocos artistas pueden presumir de un repertorio tan icónico y lleno de himnos como el suyo.