Las fiestas de San Fermín han evolucionado desde su comienzo pero en los últimos 50 años se han ganado una fama internacional que han elevado las fiestas a otro nivel. Al igual que la propia festividad, los actores de la misma han progresado al ritmo que les ha marcado la ciudad. Un ejemplo de ello son los integrantes del grupo de baile municipal Duguna, Duguna Iruñeko Dantzariak, que han presenciado la evolución de las fiestas desde sus actuaciones y salidas.

En 1949, el Ayuntamiento de Pamplona buscaba crear un grupo de baile municipal y la tarea corrió a cargo del Orfeón pamplonés. Gran parte de los primeros integrantes eran parte de la entidad, pero el resto fueron “reclutados entre gente que formaba parte de la cultura de la ciudad”. Entre aquellas primeras personas estaba María Teresa Paños, que entró con 19 años. “Yo hacía teatro y me invitaron a unirme al grupo. No dude ningún momento, accedí encantada”, recuerda.

El primer contacto de María Teresa con la música fue en Donosti, en el parque Txomin Enea. “Tendría 5 o 6 años y paseando con mis padres llegamos a un lugar donde estaban tocando el txistu y empecé a bailar al son de la música”, cuenta. Enamorada de la música y la danza, entró al grupo, que empezaba su camino de manera apresurada. “Se creó pocos meses antes de las fiestas y justo llegamos a tener los trajes”, explica.

En ese momento, se vieron obligados a incorporar más dantzaris y así fue cómo entró Gerardo Lecea. “Vi en un anuncio que buscaban gente y me presenté con dos amigos. Nos hicieron bailar la jota y la porrusalda y entramos”, subraya. Gerardo salió por primera vez el día del Corpus de 1950 y estuvo en el grupo cuatro años más hasta que se mudó a Madrid.

A pesar de los buenos recuerdos que guarda María Teresa, ella no pudo bailar nunca de manera oficial con el grupo en Pamplona ya que a las mujeres no les estaba permitido. “El grupo dependía del Ayuntamiento que tenía influencias del clero y no dejaban bailar a las mujeres. No salíamos en la procesión ni participábamos en los actos oficiales pero justo después de que se acabasen actuábamos todos y todas en la Plaza del Castillo”, recuerda. Otra dantzari que no bailó de manera oficial en Iruña, pese a entrar un década más tarde que Paños, es Pilar Casales. “En Iparralde y en todos los viajes que hacíamos fuera, bailábamos juntos, pero en Pamplona nunca”, rememora. En 1951 se creó el espectáculo Duguna en el que sí bailaban hombres y mujeres de forma conjunta aunque duró unos dos años por la dificultad de mantenerlo y el elevado desembolso que implicaba.

Avances del grupo

“Teníamos a la calle con nosotros”

Ya a mitades de los años 70, las mujeres comenzaron a salir en el desfile de la corporación. Laura Saldise entró como dantzari en 1986 y bailó de manera oficial desde el principio, pero asegura que “fue una fiesta de hombres hasta una generación anterior a la mía”. Además de la prohibición de actuar con el cortejo oficial, otro problema era que las mujeres dejaban el grupo después de casarse. Pilar fue una de ellas, al igual que María Teresa. “La vida de las mujeres cambiaba por completo. Te quedabas embarazada y asumías muchas responsabilidades; se salían todas del grupo”, asegura Pilar. En cambio Laura pudo bailar siempre de manera oficial junto a sus compañeros y ha disfrutado de una fiesta más igualitaria.

Uno de los mayores incentivos para entrar al grupo era la posibilidad de viajar, “que cualquiera no podía en aquella época”, admite Pilar, que recuerda que “cada fin de semana íbamos a Iparralde. He viajado como seis veces a Italia, una a Nueva York y el grupo también ha bailado en Inglaterra o Japón”. Cuando cruzaban la frontera, “bailábamos todos los grupos juntos y hacíamos el saludo a la bandera con la ikurriña”, recuerda Gerardo. Por su parte, Pilar destaca que “en Iparralde nos juntábamos todos los grupos artísticos en el frontón y ahí cantábamos de todo, hasta nos sacábamos fotos con la ikurriña”.

Mientras tanto, en Pamplona les registraban a la vuelta de los viajes “para ver si habíamos traído propaganda” y se les prohibía utilizar la bandera que querían para cada función. Años más tarde, en la década de los 80, el grupo ondeaba la ikurriña en la procesión de San Fermín, lo que les supuso un enfrentamiento con el Ayuntamiento, a pesar de “tener a la mayoría de la calle con nosotros”, subraya Mikel Iraizoz. A partir de ese momento el grupo apostó por crear la sociedad Duguna Iruñeko Dantzariak y el Consistorio disolvió el grupo oficial. Ya como sociedad, el colectivo logra mayor libertad en el uso de símbolos y continúa mantiendo sus actuaciones. El presidente desde hace 18 años, Ángel Arana, reconoce que “los viajes han disminuido porque han desaparecido varios festivales, sobre todo a raíz de la pandemia”.

Imagen de una salida del grupo de danza municipal en sus primero años de actividad. Redacción DNN

La igualdad del blanco y rojo

“Las fiestas eran nuestras”

Los dantzaris más veteranos recuerdan la dedicación al baile durante todos los días de San Fermín. “Íbamos al Paseo Valencia al txistu y se formaban unos corros impresionantes”, relata Gerardo, quien asegura que “si no estabas implicado en la danza tenías que acudir a algún sitio privado porque la fiesta no estaba en la calle”. Pilar insiste en que “en la calle había mucha menos gente. Había fiesta en clubes como el Tenis, en el Club Natación y en Larraina, nada más. La única música en la calle era las peñas y cualquiera que sacase un instrumento, pero no había nada programado a nivel oficial”. Con el paso de los años y el aumento de turistas, la oferta musical y cultural se amplió y se organizaban eventos de manera oficial, como ocurre ahora. “Una auténtica invasión”, bromea Gerardo al echar la vista atrás.

Por un lado, “aumenta la oferta cultural y hay eventos para todos los gustos”, pero, por otro, “provoca que cada uno busque su espacio dentro de la fiesta. Ya no existe esa sensación entrañable de fiestas de pueblo, de salir todos juntos y conocerse...”. Un cambio que María Teresa resume en que “antes las fiestas eran nuestras”, relata quien tuvo ocasión de ver a Hemingway “sentado en La Perla solo.... no había tanta gente ni tantas personas conocidas”.

Otro gran cambio para Duguna tiene que ver con la vestimenta de la fiesta cómo se confeccionaban durante el año “el traje de San Fermín” que fueron sustituidos por el blanco y rojo. Una tradición que Mikel pone en valor porque “así nadie es más que nadie. Ya no es hacerte un traje, es ir todos de blanco y rojo; y no hay nada más democrático que eso”. Este es el resultado de un largo proceso en el que los Sanfermines salieron de los clubes a la calles llenándolas de música y danza para popularizarlas.

María Teresa Paños: “En actos oficiales, las mujeres no bailábamos”

El 29 de noviembre de 1949 salió por primera vez el grupo de dantzas municipal y comenzó una larga historia de baile en Pamplona, pero que estuvo dividida durante sus primeras décadas. Los 16 dantzaris que bailaron aquel día eran todos hombres, a pesar de que desde el principio, había varias mujeres dentro del grupo. María Teresa Paños formó parte del colectivo desde el primer día, pero no bailó nunca igual que sus compañeros. “En los actos oficiales y, por tanto, en la procesión de San Fermín, las mujeres no podíamos bailar. Eso sí, en cuanto acababan, bailábamos hombres y mujeres en la Plaza del Castillo”, recuerda. Sin embargo, cuando actuaban fuera de Pamplona, sí que bailaban todos juntos, pero utilizaban los mismos trajes de los hombres ya que no tuvieron propios hasta varios años más tarde.

Mikel Iraizoz: “Las fiestas cambiaron por completo con la masificación”

Uno de los actos principales del grupo de baile municipal era salir en la procesión de San Fermín, actuación que también ha ido mutando con los años. “Iba bastante menos gente que ahora y también duraba menos. Antes ni se le cantaba y ahora está lleno de momenticos”, asevera Mikel Iraizoz, que bailó durante 14 años. Durante los años en los que perteneció al grupo, los Sanfermines atrajeron más turismo y empezaron a convertirse en el evento internacional que son ahora. “Con el fin del franquismo hubo muchos cambios, evidentemente. Nacieron movimientos sociales, políticos... llegaron las barracas políticas que transformaron las fiestas de día y de noche”, recuerda Iraizoz. Con la apertura democrática, ya en los años 80, “comenzó la masificación y las fiestas perdieron quizás el carácter entrañable de pueblo al conocerse en todo el mundo”.

Gerardo Lecea: “Nos registraban al volver de Iparralde”

 Los comienzos del grupo de baile tuvieron sus dificultades y sus integrantes vivieron dos realidades sociopolíticas muy diferentes a ambos lados de la frontera. Gerardo Lecea se unió al grupo en su tercera salida, en la procesión del Corpus de 1950, y recuerda con claridad las controversias del grupo. “Mientras en Iparralde hacíamos el saludo a la bandera con la ikurriña, en cuanto entrábamos en Navarra nos registraban para ver si traíamos propaganda o algún tipo de bandera, pegatinas o lo que fuese”, explica. Las autoridades paraban los autobuses en la Venta de Baztan y registraban las pertenencias de los ocupantes, incluso les visitaban en sus domicilios. Lecea recuerda que “más de una vez ha venido un policía a mi casa justo al volver del viaje. Yo siempre les decía: no soy político, yo voy a bailar”.

Laura Saldise: “Los mejores años de mi vida son los que pasé como dantzari”

Todas las personas que han pasado por el grupo de baile en algún momento de su vida coinciden en que “se crea una conexión especial”. Así lo defiende Laura Saldise, que perteneció al grupo durante 11 años, y tal y como lo siente recibe la rotunda confirmación de todos sus compañeros y compañeras. Al pensar en su trayectoria, Laura señala que “no podría elegir un solo momento, todos los años fueron maravillosos”, a tal nivel, que asegura que “fueron los mejores años de mi vida”. Destaca su primera salida en un “momento de efervescencia cultural”, los viajes y celebraciones, pero se imponen “las amistades, que son para siempre, la convivencia el compañerismo”. Emocionada, Saldise destaca que “siempre va haber conexión especial y cariño entre los que hemos sido y somos componentes del grupo por el propio hecho de haber pertenecido”.

Pilar Casales: “Hemos bailado en Italia, EEUU, Japón o Inglaterra”

Cuando se puso en marcha el grupo de baile municipal tuvo mucho solicitudes ya que “te daba la oportunidad de un ambiente y una vida más libre dentro de aquellos años tan malos”, resalta Pilar Casares, que entró como dantzari en 1957. Además, “un reclamo fuerte era la posibilidad de viajar, que en aquella época apenas nadie lo hacía”. “Casi cada fin de semana íbamos a Iparralde, nos juntábamos todos los grupos en el frontón y cantábamos de todo. Nos rompíamos ahí”, recuerda. Además, también ha viajado “unas seis veces a Italia y una a Nueva York, pero el grupo también ha bailado en Inglaterra o Japón”. Eso sí, tras el viaje, debían realizar un servicio social y, “si no lo hacías, no volvías a viajar”, como limpieza, costura o estudios de libros de la Falange. “Si salías de viaje tenías que jurar que luego ibas a cumplir”, reitera.

Ángel Arana: “La ikurriña detonó romper lazos con el Consistorio”

Durante varios años se abrió un conflicto entre el grupo de baile y el Ayuntamiento por el acto de abanderar la ikurriña en la procesión de San Fermín y en el resto de actos oficiales. “Eso no gustaba en el Ayuntamiento y con la excusa de tener que formarnos como autónomos para que nos contratasen, nos declararon inexistentes”, recuerda Ángel Arana, presidente de Duguna Iruñeko Dantzariak. Esto sucedió en octubre de 1988 bajo la alcaldía de José Javier Chourraut, quien once años más tarde, en 1999, recibió en el Consistorio a casi 40 integrantes de la sociedad Duguna cuando celebraban el 50 aniversario. “Curioso que coincidiese con él al frente”, señala Arana. Este año, en la celebración del 75 aniversario, Arana vuelve al Consistorio de Iruña y, en concreto, al balcón para lanzar el chupinazo en nombre de los 150 socios de Duguna “y todos los que han pasado”.