La hostelería descansa tras el rotundo éxito de los Sanfermines de 2024
Las ventas de los bares aumentan entre un 2% y un 4% con respecto al año pasado, a pesar de que la presencia del “turismo de botellón” sea cada vez mayor
En cuestión de horas, Pamplona ha pasado de unas calles abarrotadas de gente a no encontrarse con una sola alma. Después de nueve desenfrenados días, el paisaje de Pamplona se ha modificado considerablemente como consecuencia de que la mayoría de los bares del Casco Viejo decidieron tomarse el día libre para descansar y recuperarse de la fiesta, después de un éxito absoluto durante los Sanfermines, en donde las cifras han mejorado con respecto a años anteriores. Por ahora, solo queda esperar en silencio a que los bares de calles como Estafeta o Navarrería regresen para que los vecinos puedan ahogar sus penas hasta el próximo 6 de julio.
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A pesar de que hubo escépticos que decían que con las fiestas de Baiona se iba a reducir el turismo y de que, precisamente por esto, habría un descenso en cuanto al número de franceses que visitaban la capital navarra, lo cierto es que los dos fines de semana han servido como un remedio para que este 2024 haya sido un año al alza frente a años anteriores, aunque no queda mucho margen de mejora.
Nacho Calvo, secretario general de la Asociación de Hostelería y Turismo de Navarra, ha estimado que las ventas han aumentado entre un 2% y un 4% en comparación con 2023: “Por lo que me han dicho, las fiestas han dado muy buenos resultados; mejores, incluso, que el año pasado, que ya fue excepcional”, ha asegurado.
Algunos de los motivos a los que atribuye estas buenas sensaciones tienen que ver con que, a pesar de que ha menguado el turismo internacional en algunos casos; concretamente, el procedente de Francia, los dos fines de semana han incentivado la llegada de visitantes de origen nacional, así como de viajeros de otras partes del mundo, como Australia o Nueva Zelanda. “Muchos de ellos aprovechan los Sanfermines como una parada para luego volar por toda Europa”, explicó. Y en cuanto a las expectativas para el próximo año, se espera que “si se puede, las cifras mejoren porque la perspectiva del turismo es muy buena, cada vez hay más gente interesada por Pamplona, por la fiesta y, en definitiva, por la vida que hay detrás. Y eso se encuentra en los bares”, ha comentado.
Por otro lado, también hay hosteleros que, pese a reconocer que los bares han vivido un San Fermín muy victorioso, albergan una percepción menos optimista, ya que gran parte del turismo, concretamente joven, apuesta por unas fiestas de “botellón y bocata calentado en el microondas”, han comentado desde el bar Don Luis. Se trata de un tipo de actividad que en los últimos años ha ganado popularidad entre el sector más joven y por las noches, ya que la consideración general es que el precio del cubata en un bar es “exageradamente caro”.
En ese sentido, la hostelería se tiene que enfrentar a un rival que cada vez va cobrando más fuerza. Por suerte, “siempre hay quienes apuestas por un turismo de mejor calidad. Nosotros somos, sobre todo, un bar de vermuteo, así que no tenemos tantos problemas como los otros porque por la tarde la gente no suele hacer botellón. Es muy difícil luchar contra un producto más barato, así que estamos en una posición en la que tenemos que ofrecer calidad”, ha señalado Roberto Recasens, gerente del Bar Río, ubicado en la calle San Nicolás.
Unas ventas masivas
Tal y como ya había comentado Nacho Calvo, la situación en la que se encuentra la hostelería es tan buena que “falta poco para alcanzar el tope”, ha repetido Recasens. En concreto, el balance que se hizo desde el bar Río fue que “las ventas del 6 y el 7 fueron asombrosas; entre el 8 y el 11 disminuyeron, pero no tanto como esperábamos y de cara al segundo fin de semana los números fueron parecidos a los de los primeros días”, ha reflexionado.
A principios de junio comenzaron con los primeros preparativos para poder llegar holgadamente a los Sanfermines. Desde entonces, trabajaron con el almacén lleno y, desde el 1 de julio, dedicaron la mayoría del tiempo a la elaboración de la bechamel para hacer sus famosos fritos de huevo. “De media, habremos servido cada día alrededor de 1.500 litros de cerveza y, como poco, 2.000 o 3.000 fritos de huevo. Es curioso porque hemos vendido casi el doble de comida que de bebida”, ha calculado.
Todo esto se debe a que la gran mayoría de sus clientes son procedentes de Pamplona y ya saben que la especialidad del bar es un frito en concreto y de una buena calidad. “Sea por el motivo que sea, aquí nos conocen y eso hace que el resto también quieran venir a probar. Cuando acaban las fiestas, toca un merecido descanso porque hemos trabajado todos incansablemente”, ha reconocido el gerente.
La hostelería de Pamplona, tras unos meses en los que han predominado los nervios, el cansancio y la inseguridad de no saber cómo iban a ir las ventas, volvieron a tener unas ventas masivas que solo se pueden obtener durante nueve de los días de San Fermín. Mientras tanto, solo queda esperar a que pasen rápido los 356 días que quedan para los próximos y, a poder ser, en la mesa de un bar.