"en el taller me enseñaron un oficio pero lo que más les agradezco es que me hicieron ver que tenía que hacer algo con mi vida". El pamplonés Peio Ameave, de 19 años, sólo tiene buenas palabras para los profesores del taller profesional en el que pasó dos importantes años de su vida y dónde recondujo su vida. Tanto aprovechó esos años que al terminar el taller se presentó a la prueba de acceso a Grado Medio de FP y logró nada más y nada menos que un 7,2. "Acabo de terminar el primer año de Carrocería con notazas así que voy a por el segundo y después probablemente cursaré un FP Superior".
Este es tan sólo un ejemplo de la importancia que tienen los talleres profesionales para aquellos chavales que no encuentran su sitio en el sistema educativo reglado. No todos siguen el camino de Peio, que ha regresado a las aulas, pero lo que si consigue la gran mayoría de los estudiantes es aprender un oficio con el que poder ganarse la vida. Y lo que es más importante, tal y como destacan los técnicos, maestros, padres y alumnos, gracias a los talleres "recuperamos a la persona, el chaval descubre que es válido y le ayudamos a salir adelante".
los talleres
Tres horas de formación técnica y dos de enseñanza básica
El origen de los talleres profesionales, actualmente integrados en los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI), se remonta a una iniciativa de barrio que surgió en los 80. "Mi padre empezó con chavales de la Milagrosa y la Chantrea que no hacían nada. Pidió una bajera al ayuntamiento y les enseñaba el manejo de herramientas", recuerda Amaia Madinabeitia, maestra de formación básica de estos talleres desde hace 18 años. De forma simultánea, la Diputación pidió al profesor Ángel Carrillo, que en ese momento formaba a chavales de la comarca de Estella que habían tenido una escolarización dificultosa, que trasladase esa experiencia a Pamplona. "Él fue el verdadero impulsor de estos talleres, fue un acto de valentía", afirma esta maestra.
Estos fueron los comienzos de una iniciativa que 28 años después sigue teniendo vigencia. De hecho, casi todas las áreas de estos talleres se mantienen: carpintería, fontanería, electricidad soldadura, automoción, peluquería, chapa y pintura. Esta es la parte técnica, que imparte un profesional en la materia, mientras que de la parte más teórica se encarga un maestro generalista. "Durante tres horas los técnicos les enseñan el oficio y después les damos dos horas de formación básica. De forma globalizada les enseñamos Lengua, Matemáticas, Sociales, Naturales, Formación y Orientación Laboral", explica Madinabeitia, que asegura que "el oficio lo aprenden rápido pero los talleres duran dos años porque lo que realmente realizamos es una labor de educación pura y dura".
En este sentido, esta maestra asegura que cada alumno es único, y por ello la educación es personalizada. "Pueden venir jóvenes que llevan tres años sin ir al colegio o incluso que no saben leer ni escribir y otros que, sin embargo, no se han sacado 4º de ESO. No es lo mismo, no necesitan lo mismo y por eso a cada uno les enseñamos lo que necesitan", afirma Madinabeitia. En esta misma línea se expresa el técnico Ángel Navallas, que lleva en el taller de la Milagrosa desde el año 82, y que afirma que "cada alumno aprende lo que quiere. Si me quieren exprimir yo les enseño todo lo que sé pero no forzamos a nadie. Y nunca comparamos a unos con otros". A Navallas su trabajo le hace feliz. "Tengo mucha suerte porque voy todos los días a trabajar contento. Ningún día es igual y trabajo con personas y no con cajas", afirma este sangüesino, que afirma que "el primer año es difícil porque vienen sin hábitos pero en cuanto te ganas al chaval y él se valora a si mismo tienes la sensación de que le has recuperado".
Ambos reconocen que el perfil del alumno ha cambiado aunque consideran que los talleres siguen teniendo vigencia. "Antes la mayoría venía de la calle, tenían 14 y 15 años y no se habían sacado ni la Primaria. Ahora suelen llegar de los colegios o institutos por lo que la mayoría tiene 16 años. Son chavales que no han aprobado la ESO y muchos de ellos tienen detrás una problemática familia o social", señala Navallas, que asegura que "creo que cada vez hay más demanda de gente que en 4º de ESO está molestando en el centro y hacen pasarlo mal a los profesores. Ellos también lo están pasando mal (muchas veces no nos acordamos de esto) y necesitan una salida".
una salida
Alta inserción laboral
Desde el pasado 2000, los talleres ofrecen la posibilidad de realizar prácticas en empresas. "Es su primera plataforma de empleo", afirma Madinabeitia. En los comienzos, según recuerda Carrillo, la inserción rondaba el 35% pero con los años fue creciendo. "Creo que aproximadamente un 75% de los chavales que hayan aprovechado bien los talleres se han insertado en la profesión", afirma Carrillo.
El joven Peio Ameave, a quien le apasiona la carrocería y pintar los vehículos, lleva camino de lograr trabajo en lo suyo. Para ello sigue formándose. Lo mismo hace Genaro Ciganda quien tras repetir 4º de ESO se inscribió en el taller de automoción. "Me fue genial ya que en esos años no piensas que necesitas estudiar y allí me lo hicieron ver", recuerda. Al terminar probó con la prueba de acceso a grado medio pero suspendió. "Empecé a trabajar en un taller de coches y luego en el ayuntamiento de Ansoáin, en el mantenimiento de calles", explica General, que añade que "estoy de interino pero van a sacar una plaza fija por lo que me acabo de sacar el título de ESO y me estoy preparando para las oposiciones". Un ejemplo más que demuestra la valía de estos talleres.