el euskera fue lengua utilizada con rango oficial en la corte de Carlos III y la élite político-administrativa que gestionaba la actividad pública de la Navarra de finales de la Edad Media era bilingüe, amaba este idioma y lo utilizaba en escritos oficiales y conversaciones. Así lo atestigua un documento datado en 1416 y suscrito por dos personas del círculo más próximo al monarca navarro que en aquel tiempo tenía su residencia oficial en Olite. Pello Monteano, técnico superior del Archivo de Navarra, ha realizado el primer estudio histórico en torno a un documento encontrado en 1969 y que ha sido objeto de análisis lingüísticos pero nunca de índole histórico. Considera Monteano que debe ser conocido a nivel popular que “el documento en euskera más extenso que disponemos antes de la Edad Moderna es navarro y prueba que las élites medievales navarras hablaban, apreciaban y sabían escribir el euskera, aunque luego nos dejaron todos sus documentos en lenguas escriptorias o administrativas”.

Monteano se topó con este valioso documento hace muchos años, con motivo de su exhibición en una exposición organizada por Euskaltzaindia celebrada en su localidad natal, Villava, hace treinta años. Era un chaval que desde siempre acarició la idea de dedicarse a la historia, a los viejos papeles que como éste, que vio en una vitrina, explican, entre otras muchas cosas que, por lo que fuimos, somos.

Como señala Monteano, el medievalista José Mª Lacarra (Estella, 24 de mayo de 1907-Zaragoza, 6 de agosto de 1987 ) siempre sospechó que, trabajando con los documentos navarros medievales, estaba reconstruyendo el pasado de un pueblo que escribía en un idioma que no era el que hablaba. Confiaba en que algún día se descubrieran documentos que lo mostraran claramente. “En 1969, el archivero e historiador Florencio Idoate (Oricáin 1912-Pamplona), encuentra cosido a un libro de cuentas, el que aún hoy es el texto escrito en euskera más extenso que se conserva antes del siglo XVI”. Es esta famosa carta que Monteano fecha en el verano de 1416, es decir, va a hacer ahora 600 años.

El documento en cuestión es una breve carta intercambiada entre Martín de San Martín, secretario del rey Carlos III, y Matxin de Zalba, responsable del Tesoro de Navarra. Ambos incluyen palabras en euskera, demostrando que ambos, originarios de Pamplona y San Martín de Unx, respectivamente, y pertenecientes al círculo más cercano al monarca navarro, estaban habituados a hablar y a escribir también en euskera, que sería sin duda su lengua materna, considera Monteano.

euskera

La carta de 1416

“Estamos ante la punta del iceberg”

Analiza Pello Monteano el texto, y coincide con quienes hasta ahora lo han estudiado desde la perspectiva lingüística. “El euskera se utiliza con asombrosa corrección gráfica y gramatical, incorporando incluso neologismos fiscales. Su variedad dialectal corresponde al euskera que se hablaba en la Cuenca de Pamplona y es plenamente comprensible para un vasco hablante actual, para un conocedor del batua”, asegura.

En su opinión “desde el punto de vista de la sociolingüística histórica de Navarra, esta carta es una especie de piedra de Roseta. Muestra que la élite político-administrativa del reino era, en realidad, bilingüe, y que utilizaba el dominio de la escritura, del euskera y de las lenguas romances, como instrumento de poder”.

Su investigación va a más al estimar que este escrito, conservado cosido en un libro de cuentas hasta su hallazgo por Florencio Idoate, “rompe el estereotipo de la convivencia de lenguas en la Navarra medieval, contraponiendo el euskera -una lengua desprestigiada, propia de campesinos y relegada al ámbito doméstico- y el romance navarro -la lengua de las élites a la que se reservan las funciones superiores de la administración y la cultura, además de ser la lengua habitual de las poblaciones ribereñas del Ebro-. El documento demuestra que la élite navarra habla y, lo que es más importante, sabe escribir en euskera”. La carta, en opinión de Pello Monteano “es la punta del iceberg”.

ámbito lingüístico

En el siglo XV

El 80% de la población navarra habla euskera”

Es relevante para el investigador villavés que precisamente del contenido de la carta, lo relativo a la solicitud de información oficial (un asunto relativo al pago de impuestos en San Juan de Pie de Puerto) esté redactado en euskera y el resto de la conversación escrita (relativa a la invitación a una cena) esté en romance. “Invierten los usos lingüísticos que se creen hasta ahora: usan el romance para lo privado y el euskera para lo técnico, para la información profesional, la oficial, digamos”.

Pello Monteano ha utilizado esta curiosa carta en el marco de una investigación más amplia que tiene por objeto estudiar la presencia del euskera en la Navarra del finales del medievo. Su indagación le lleva a realizar un estudio sobre la realidad lingüística en la corte navarra de Olite y en la población en general. “Pues bien -apunta Pello Monteano- vemos que hacia 1411 se produce una progresiva navarrización. Empiezan a desaparecer franceses y la corte se inunda de navarros procedentes de la Navarra vascohablante (Baja Navarra, Pamplona, Tierra Estella...), consecuencia también del crecimiento demográfico de la Navarra euskaldún, que hizo que el número de vascohablantes se incrementara hasta cerca del 80% de la población del reino sin necesidad de modificar la frontera lingüística.

Monteano precisa que en la sociedad navarra hay un crecimiento demográfico de los vascohablantes salvo en el sur. “Puede ser debido a las pestes o a la coyuntura socioeconómica, pero lo cierto es que por lo que pagan las familias en la tributación del Reino se ve que hay un aumento de población en la zona vascohablante en detrimento de la del sur, que utiliza el romance”.

Estas averiguaciones le llevan a Monteano a señalar la necesidad “que tenemos que revisar nuestra visión de la convivencia de las lenguas en Navarra. Efectivamente se hablan muchas lenguas pero en el siglo XV se producen dos fenómenos: uno, que el euskera es hegemónico, no es una lengua más, es la lengua que habla el 80% de la población. Por otro lado, que se produce una simplificación lingüística. Van desapareciendo el occitano, se agotan las lenguas árabes, la bearnesa... y llegamos al siglo XVI, objeto de mi estudio, en el que vemos que hay un bilingüismo asimétrico: hay una lengua, el euskera, hegemónica socialmente y otra que hereda esa función escriptoria, documental, que es el romance, el castellano”.

Pello Monteano desde su puesto de técnico superior del Archivo General de Navarra, antiguo palacio de los reyes de Navarra y centro del acto de reconocimiento al Reino celebrado por primera vez como evento oficial el pasado 3 de diciembre, Día de Navarra, busca y rebusca los viejos documentos para acercar la historia. Fija sus propias conclusiones pero abre nuevas vías e inquietudes para otros investigadores.

los interrogantes

En los siglos XVI-XVII

Una lengua en estado latente

Así, Pello Monteano se plantea numerosas preguntas ante la carta de Martín y Matxin, analizada a fondo, buscando respuestas. Asegura que “como retos para historiadores y lingüistas que indagan en la historia de Navarra quedan aún sin resolver dos enigmas: ¿Por qué entonces el euskera no llegó a convertirse en la lengua escrita utilizada por la administración navarra?” se pregunta Monteano. Y, además, “cómo el euskera pudo mantenerse tan pujante en “estado latente”, es decir, hablado pero no escrito. Porque en los siglos XVI y XVII sigue siendo una lengua hegemónica en Navarra”, afirma.

Abunda en su tesis y refiere litigios, declaraciones oficiales, juicios, documentos en los que el euskera figura como lengua principal de la ciudadanía navarra; cómo es mayoritaria en la población femenina y menos utilizada por los hombres; cómo un tercio de los pamploneses en el siglo XVI eran monolingües (euskera) o como Navarra ha mantenido durante siglos “cierto complejo” cuando hubo un tiempo en el que “más de la mitad de los vascoparlantes del mundo eran navarros”, recuerda el archivero.

José Mª Lacarra. Siempre sospechó que, trabajando con documentos navarros medievales, estaba reconstruyendo el pasado de un pueblo que escribía en un idioma que no era el que hablaba, y que algún día se demostraría.

Florencio Idoate. El archivero e historiador fue el que descubrió en 1969 la carta, el texto escrito en euskera más extenso que se conserva antes del XVI.

pello monteano “el euskera no era solo la lengua de cuatro aldeanos”

La carta, concluye el investigador, demuestra que el euskera era utilizado, oral y escrito, por las élites.