salamanca - Un sacerdote expulsado en 1981 de la Archidiócesis de Miami (EEUU) tras un caso de abusos, y que residió en Salamanca entre 1981 y 2004, presuntamente abusó de menores en parroquias rurales de la provincia salmantina sin que el Obispado atendiera el aviso lanzado desde EEUU, según publicó ayer El País.
Nacido en Nueva York en 1945, fue ordenado sacerdote de la orden benedictina en 1973 en Salamanca. Antes de ir a Miami, estuvo destinado dos años en los pueblos de Ahigal de Villarino, Robledo Hermoso y Sanchón de la Ribera. Llegó a Miami en 1975 y al poco tiempo comenzaron las denuncias.
La archidiócesis de Miami aseguró que, con Carreras en el país americano, solo hubo noticia de un caso -ya que las otras demandas llegaron décadas más tarde-, ante lo que actuó de inmediato. La supuesta víctima en Miami fue Jorge Rubio, que habría sufrido los abusos del prelado en dos ocasiones cuando tenía 10 años. La primera fue en su casa, mientras los padres del pequeño dormían, y otra en una tienda de campaña durante una acampada.
“Un alegato de abuso sexual fue presentado contra el reverendo Carreras por la familia del niño en 1981”, explica la archidiócesis en un comunicado. “Fue retirado de la parroquia y la actividad sacerdotal. No se le permitió hacer ningún otro servicio en cualquier otra parroquia”, continúa.
“Nos hacía mantener relaciones entre nosotros y con él”, recuerda una víctima en declaraciones al periódico. “El obispado lo sabía. Lo podría haber evitado, pero nos dejó en sus manos. Fuimos entregados en bandeja a un pervertido. No puede haber perdón para eso”, acusa otro denunciante.
abusos en salamanca Antonio y Carlos nacieron en Sequeros, hace más de 40 años, el pueblo al que el sacerdote nacido en 1945 en Nueva York fue destinado inmediatamente después de su expulsión de Miami, por lo que estuvo allí desde octubre de 1981 a abril de 1983. “Montó un taller de marquetería al que íbamos muchos niños. Los viernes, nos quedábamos a dormir en su casa. Allí sucedía todo”, relató Carlos al periódico. “Tengo la imagen grabada de ocho o diez niños con él en medio. Todos desnudos, todos masturbándonos”, añadió Antonio.
Los supuestos abusos se sucedieron hasta que Carreras de repente desapareció un día, ante lo que no se dieron explicaciones claras, aunque Carlos y Antonio aventuraron que quizás pudo deberse a que sus prácticas habrían llegado “a oídos del obispo”.
El nuevo destino de Carreras fue Calzada de Valdunciel, para luego trasladarse a Castellanos de Villiquera hasta que, en 1987, fue trasladado de forma poco clara a Palacios Rubios, Poveda de las Cintas y Villaflores. Pero, dos años después, en 1989, regresó a la zona de Calzada, aunque a otras localidades más pequeñas: Valdunciel, Carbajosa de la Armuña, Naharros de Valdunciel, San Cristóbal de la Cuesta y Mata de la Armuña.
“Todas las tardes íbamos a su casa unos 10 o 15 chavales a pasar la tarde”, recuerda un hombre de Calzada de Valdunciel, que entonces tenía 8 años. “Aquella casa era un sueño. Llena de juguetes, los últimos modelos y los más caros. La primera consola que vi fue allí. Y tenía dulces, galletas. Nos daba dinero del cepillo y luego nos empezó a poner películas porno mientras nos daba un Cola Cao. Otro día nos enseñó un cajón lleno de revistas porno homosexuales”, recordó.
Los archivos sitúan al párroco en 1993 en el colegio Lorenzo Milani de Salamanca, donde trabajó como profesor. “No tenemos constancia y no vamos a dar información”, respondió su directora. En 2004, Carreras fue apartado de las parroquias rurales y nombrado capellán del convento de las Bernardas, en las afueras de Salamanca. Siete años después experimentó un alejamiento mayor, ya que fue enviado al santuario de Valdejimena, poco antes de que aparecieran en la prensa las denuncias de Miami.
silencio El Obispado de Salamanca no se ha pronunciado hasta el momento. Además, en 2011 defendió al sacerdote y su trayectoria “intachable” tras conocerse las denuncias contra él en Miami. En EEUU, las acusaciones describieron al sacerdote como “un depredador sexual” que quedaba con los niños tras ganarse la confianza de sus familias.
Por su parte, Francisco Carreras, que actualmente reside en un santuario mariano de la provincia, respondió a El País respecto a lo ocurrido en Miami: “Se solucionó todo, era todo mentira, depende todo de Estados Unidos, aquí nada”, aseguró en un primer momento. Cuando el medio le preguntó sobre las acusaciones en Salamanca, el párroco respondió con mayor agresividad: “Son ustedes unos miserables”, tras lo que salió corriendo. - Efe/D.N.