ien es sabido que el amor no entiende de distancias, pero es innegable que las fronteras son un gran obstáculo, y más en tiempos de covid. Su relación ya vino marcada por la internacionalidad, y es que a pesar de que Lorea Ibañez Mateo, de 28 años, sea de Pamplona y su prometido Jordan Koontz, de 30 años, sea natural de Indiana (Estados Unidos), se encontraron el uno al otro nada menos que en Argentina, en 2014, cuando ella estaba de prácticas en el consulado del Estado español en Buenos Aires y él daba clases de inglés allá con una beca Fullbright. Les sobró tiempo para saber que estaban hechos el uno para el otro y en mayo de 2019 Jordan le pidió la mano a Lorea en la ciudad del amor, en París. De película.

Después de hacer un tetris con los proveedores de la celebración y cuadrar el calendario de la forma más conveniente para los cerca de 120 invitados, la fecha elegida para el enlace fue el 26 de junio. "Pensamos que sería el día perfecto, qué ilusos", recordó Lorea. Fue en marzo cuando empezaron a caerse los invitados estadounidense de la lista -unos por miedo y otros por su condición de sanitarios- hasta que por fin no quedaba nadie para asistir a la boda porque Estados Unidos cerró sus fronteras. Es más, ni siquiera los propios novios podían asistir al enlace que estaba previsto para celebrarse en Pamplona porque se encontraban viviendo en Alemania. "Desde allá era inviable cambiar la fecha y no contemplábamos la idea de una boda sin invitados. El día que se pueda celebrarse de manera segura, avisaremos a los invitados con un "nos casamos el mes que viene" o algo parecido, desde luego a corto plazo. En este punto nos da igual invierno que verano, exterior o interior, lirios o peonías, aquí o allá. Lo único que nos importa es celebrar con la familia al completo, así que de momento hemos decidido esperar", aseguró con rotundidad Lorea.

Llegó el 26 de junio y lejos de ser la mágica jornada que habían imaginado, Lorea y Jordan se encontraban solos en Alemania un día gris de tormenta. Aún así, lejos de deprimirse y lamentar lo que pudo haber sido, recordaron que seguía siendo una fecha especial: "Pedimos comida, vino y dulces para llevar, compramos unas flores, Jordan se puso su traje de novio, yo me puse un vestido blanco cualquiera que tenía en el armario y celebramos. No una boda, pero celebramos", contó la pamplonesa.

No pudieron viajar por Portugal aprovechando que la familia de Jordan se encontraría a este lado del charco, tampoco disfrutaron de su viaje de novios por la Provenza Francesa y por Sicilia, y Haizea, la hermana de Lorea, también tuvo que suspender la despedida de soltera en Marruecos que había planeado por sorpresa. Aún así, mirando el lado positivo, recuperaron la mayoría de fianzas ya depositadas, a excepción del viaje a Portugal y parte del viaje a Marruecos.

Sin duda, perdieron muchas cosas, entre ellas la ilusión y el tiempo invertido en una fecha tan señalada para la pareja. Sin embargo, esta odisea puso en perspectiva las prioridades de Lorea y Jordan y fueron más conscientes que nunca de que "lo importante es que tanto nosotros como nuestras familias tenemos salud. Ahora sabemos que no es momento de bodas, sino que ahora toca ser responsables y cuidarse, por nosotros y por los demás. Como leí en algún sitio que no recuerdo, la cura de esta crisis es la solidaridad".