- Lluís Montoliu, biotecnólogo, experto en edición genética y presidente del Comité de Ética del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, responde a diez incógnitas -científicas y éticas- sobre los desafíos de los trasplantes procedentes de animales.

¿Cómo se valora la trascendencia de una noticia de estas características?

—Que una persona haya sobrevivido con un corazón de un cerdo durante más de 72 horas es un éxito incontestable. La xenotrasplantación viene investigándose desde los años 90, y tras muchos años de problemas y muchos test en modelos animales, sobre todo en primates no humanos (babuinos) y tras haber conseguido supervivencias de varios años de estos animales con órganos de cerdos modificados genéticamente, empezamos a vislumbrar los primeros éxitos en personas, para quien se diseñó desde un principio, con la mujer en muerte clínica a la que se trasplantó un riñón de cerdo a una pierna el pasado septiembre y ahora con el xenotrasplante de corazón de cerdo a un hombre que necesitaba reemplazar el suyo, muy enfermo. Es un hito largamente esperado, con independencia de los días, semanas o meses que sobreviva esta persona. Será el primero de muchos otros pacientes que seguirán. Es un avance histórico en medicina de trasplantes.

¿Pueden ser los xenotrasplantes en el futuro la solución definitiva frente a la escasez de órganos humanos para trasplantar y por lo tanto para muchas enfermedades crónicas?

—La xenotrasplantación nunca se pensó como solución definitiva, sino como una estrategia para ganar tiempo, para los pacientes en listas de espera a los que no les llega el órgano que necesitan. Siguen falleciendo alrededor de un 30% de las personas en listas de espera. Con la xenotrasplantación de órganos de cerdos a humanos se logra extender el tiempo que los pacientes pueden esperar a recibir otro órgano de un donante. El mejor trasplante de un corazón humano siempre seguirá siendo el corazón de otro humano.

¿Considera que pueden atisbarse algunas consideraciones de tipo ético?

—Dado que la estrategia de xenotrasplantación lleva mucho tiempo siendo investigada ha habido tiempo de plantear todos estos debates. Es éticamente aceptable utilizar los órganos de un animal para suplir la falta de órganos humanos, dado que el posible beneficio terapéutico (salvar la vida de una persona humana) es superior al daño al animal, que se sacrifica para poder obtener los órganos. Hay que señalar que los cerdos generan muchos menos problemas éticos que los primates no humanos y suelen ser más aceptados por la sociedad.

Son obviamente animales genéticamente modificados para evitar el rechazo inmediato del órgano. ¿Es ésta una técnica tan sofisticada que convierte este tipo de trasplantes en algo muy residual o excepcional?

—El cerdo utilizado porta 10 modificaciones genéticas, cuatro genes porcinos inactivados y seis genes humanos añadidos. Son por lo tanto cerdos transgénicos, multitransgénicos. La tecnología usada es la misma que sirvió para crear la oveja Dolly, de clonación o transferencia nuclear de células somáticas, en 1996. Revivicor es heredera de PPL Therapeutics, la empresa escocesa que estuvo detrás del nacimiento de Dolly. Son técnicas que llevan muchos años siendo utilizadas.

Ganar tiempo. Los xenotrasplantes están considerados como “estaciones intermedias” mientras llega el órgano humano adecuado para el trasplante. Para Lluís Montoliu, la falta de órganos humanos para trasplantes podría solventarse con diferentes estrategias. “La xenotrasplantación es una de ellas, y pretende ganar tiempo, darle más plazo a los pacientes que seguirían a la espera de recibir un órgano definitivo. Si los órganos de cerdo pueden aguantar y sobrevivir largos periodos de tiempo es algo que desconocemos. Sabemos que en primates, en babuinos se han logrado supervivencias de varios años”.

Más experimentos. Este biotecnólogo considera que hacen falta más experimentos y tiene que pasar el tiempo suficiente. Así recuerda que también los primeros trasplantes de corazón humanos fallecían al poco tiempo.

“La xenotrasplantación no se pensó como solución definitiva, sino como una forma de ganar tiempo”