Ha perdido el cabello largo que lucía con flequillo en serpentina y tiene las piernas igual de juncos que cuando andaba en bicicleta, siempre estirando el pelotón, imponiendo ritmo a pie de puerto. No ha perdido ni un ápice del alma de gregario. José Ramón Uriarte, de 55 años, vizcaíno de Igorre, estuvo con Miguel Induráin en los cuatro últimos Tours que ganó y en su primer Giro, y ahora, desde hace ya años, sacó plaza como bombero de la diputación de Bizkaia.

Ha vuelto a Navarra ahora como miembro de una de las brigadas que se ha entregado para apagar las llamas en Ujué. Estuvo al pie del cañón durante 12 horas, según contó en el programa El Larguero de la Cadena Ser. "Ha sido una situación dura y complicada porque el terreno era muy abrupto, con muchos parques eólicos. Estos fuegos son de una dimensión que en Bizkaia no estamos acostumbrados. Y lo importante es trabajar con serenidad para afrontar la extinción con seguridad".

José Ramón Uriarte, en su etapa como ciclista en Banesto. Archivo

Uriarte destacó la labor que habían hecho los agricultores de la zona para facilitarles la labor desde las 5.30 horas que empezó su tajo. "Por la noche es difícil atacar el fuego por tierra y es muy peligroso", contó Uriarte a Manu Carreño. El exciclista recordó que a Induráin, quien fuera tantos años su jefe de filas en Banesto, "lo llevo siempre en la mente y en el corazón" y añadió que aún coge la bicicleta para dar algún paseíto y desconectar. "Nos acompaña hasta que nos miramos".

El Tour de Francia tiende a ser un horno. Se corre sobre brasas. La canícula del julio francés. Fuego en las piernas, ceniza en los pulmones. Allí se queman las esperanzas de muchos ciclistas. Miguel Induráin, campeón del Tour entre 1991 y 1995, disfrutaba cuando sentía ese calor que a tantos asfixió. Era el calor de su tierra. En su marcha imperial por la Grande Boucle, el rey navarro tuvo a su lado a José Ramón Uriarte (Igorre, 1967) un escudero, un gregario, un amigo. Siempre fiel y leal. El ciclista de Igorre contribuyó con su sudor y su tajo a que Induráin enlazase sus últimos cuatro Tours. También le llevó a hombros a conquistar un Giro. Solidario, al servicio de Miguel. Extinguida la llama del ciclismo, José Ramón Uriarte obtuvo una plaza de bombero. “Es una profesión que me hace feliz y me recuerda al ciclismo por la buena consideración que tenemos o el punto de adrenalina que surge cuando suena la sirena”, dijo en una entrevista con este periódico.

En realidad, José Ramón Uriarte, hace lo mismo que cuando ayudaba a Miguel. Arrimar el hombro, ayudar, socorrer. Como los equipos que sostienen a un líder, los bomberos tienen el alma de los mosqueteros: Todos para uno y uno para todos. Uriarte se encontró con un escenario dantesco por la ferocidad y las dimensiones del fuego que asola Navarra. Bomberos de otros territorios históricos acudieron a la llamada de socorro de sus colegas navarros. Todos contra el fuego. La situación requería el máximo apoyo. “Nosotros no tenemos fuegos así. En otros lugares, como Galicia, están más habituados. Este es muy peligroso, muy duro. Con un viento muy intenso. A mí me tocó en la zona de Ujué, donde hay parques eólicos”, explicó Uriarte en el programa El Larguero de la Ser. Uriarte, amigo de la humildad y la discreción, cobró protagonismo en las redes sociales por una foto realizada por Mertxe Labrador en la que se le ve en un receso con su uniforme de bombero.

SITUACIÓN DURA

Expuso el exciclista vizcaíno que las tareas de extinción están siendo realmente complicadas por las dificultades del terreno, el viento y los numerosos focos. Unas circunstancias que exigen lo mejor de cada bombero. “Ha sido una situación dura y complicada porque el terreno era muy abrupto, con muchos parques eólicos”, aseguró Uriarte, que ha trabajado en turnos de 12 horas. El fuego, implacable, no descansa. “Estos fuegos son de una dimensión que en Bizkaia no estamos acostumbrados. Y lo importante es trabajar con serenidad para afrontar la extinción con seguridad”, determinó el vizcaíno, que corrió con el maillot de Banesto entre 1990 y 1997, los años gloriosos de Induráin, dominador del ciclismo en el primer lustro de aquella época. Uriarte recuerda con cariño los años que pasó al servicio de Induráin, un mito. “Lo llevo siempre en la mente y en el corazón”, dijo el excorredor, que continúa montando en bici para oxigenarse. Entonces vuelver a respirar. “Siempre estoy cerca de la bici, doy un paseíto y me encuentro mucho mejor”, expuso Uriarte, el gregario del campeón Induráin, que como bombero combate el fuego en Navarra, el corazón del ciudadano Miguel.