Antonio García-Hermoso, doctor y uno de los investigadores participante en el estudio de Navarrabiomed sobre los beneficios del ejercicio físico regular a la hora de reducir la probabilidad de contagio, así como de contraer una forma grave de covid-19, explica el procedimiento que siguieron y las conclusiones de la investigación.

¿Cómo surge la idea y cuánto tiempo ha tomado la elaboración del estudio?

–Esta idea surge porque compañeros del grupo de investigación, como el catedrático Mikel Izquierdo, están desarrollando un proyecto en el que se estaban viendo los beneficios del ejercicio físico en pacientes con covid persistente. Queríamos ver qué dice la literatura científica existente en cuanto al hecho de ser o no físicamente activo y cómo este hábito puede favorecer a reducir la probabilidad de infección o padecer una enfermedad grave de covid-19. Habremos estado unos tres o cuatro meses.

¿Cuántas personas han tomado parte en la investigación?

–El equipo lo formamos cuatro autores, tres de Navarrabiomed, de la Universidad Pública de Navarra –Robinson Ramírez-Vélez, Mikel Izquierdo y el propio Antonio Garcia-Hermoso– y una más, la primera autora, del departamento de Enfermería de la Universitat de València –Yasmin Ezzatvar–.

¿Cuántos estudios se han recopilado?

–Después de excluir duplicados y estudios que no cumplían con unos criterios de inclusión bastante rigurosos, terminamos incluyendo 16 trabajos. Principalmente son estudios observacionales, que básicamente quiere decir que no se está manipulando el ejercicio físico que hacen las personas, sino que se está viendo cuáles son los hábitos de las personas y cómo influye posteriormente en la infección o en los demás aspectos de la sintomatología de la covid. Entre todos suman más de 1.800.000 sujetos, por lo que es un trabajo bastante representativo.

Con todo esto, se concluye que el ejercicio físico reduce la probabilidad tanto del contagio como de contraer una forma grave de la enfermedad, que pueda llevar al ingreso o incluso al fallecimiento del paciente. ¿Por qué se da este aumento de la protección?

–En primer lugar me gustaría evitar posibles malinterpretaciones. Si vemos la actividad física como cualquier tratamiento farmacológico, siempre va a haber algunas personas a las que no les funcione y en cualquier caso estamos hablando de reducir una probabilidad. Todos conocemos a personas deportistas con covid persistente o que han tenido una forma grave de la enfermedad. Dicho esto, el principal beneficio de la actividad física regular está en la potenciación del sistema inmune y el retraso del envejecimiento celular. Todo esto va a hacer que la persona sea menos propensa a infectarse o a que sea de forma grave. También hay otros factores que influyen, como tomar el sol, por la vitamina D, o una buena alimentación.

Así que no solo reduce la probabilidad de contraer covid, sino también otras enfermedades. ¿Es así?

–Sí, y además estamos previniendo enfermedades que agravan la sintomatología de la covid, como la obesidad, la diabetes o la hipertensión. También funciona al revés. El hecho de ser inactivo provoca la aparición de más de 35 enfermedades crónicas no transmisibles. Es muy raro encontrar una enfermedad en la que la actividad física no sea un factor de protección y sí de riesgo. Si alguien inventase una píldora que generase tantos beneficios se haría multimillonaria.

¿Varían estos beneficios según la edad, el sexo o los hábitos previos del individuo?

–Sí. En varios de los trabajos analizados se muestra que, por ejemplo, personas que previamente tienen patologías como diabetes, obesidad o hipertensión son los que más favorecidos se ven. También se aprecia que los adultos mayores de 65 son los que más se benefician de esta protección. El adulto mayor activo, incluso con obesidad o hipertensión, es el que potencialmente más se puede beneficiar de la actividad física regular.

Se habla de 150 minutos de actividad física moderada o 75 de actividad física intensa a la semana. Entiendo que esto también varía en función de todo esto que está comentando.

–Bueno, la OMS recomienda esta dosis de ejercicio, ya sea en adultos o en adultos mayores. Además de esto, también se recomienda trabajo de fortalecimiento muscular. No hablo necesariamente de ir al gimnasio, puede ser hacer sentadillas, o levantarse y sentarse en la silla, si hablamos de una persona mayor, o subir escaleras. Además de esto, en los estudios hemos visto que a mayor dosis de actividad física, más aumenta la protección, pero hasta llegar a esos límites de 150 o 75 minutos. A partir de ahí no aumenta casi el beneficio, la curva se aplana.

El estudio no abarca a la variante Omicron, pero, por todo lo que dice, los resultados no deberían diferir mucho. ¿Cierto?

–Efectivamente, ya durante la cuarentena salieron trabajos en los que se hipotetizaba, en base a otras enfermedades respiratorias como la neumonía o la gripe, que los beneficios podrían ser estos que estamos mostrando dos años después. A priori, con la variante Omicron, en la que se ve menos sintomatología grave, los resultados deberían ser muy parecidos.

En cualquier caso, parece claro que la actividad física es beneficiosa, tanto de forma directa como indirecta.

–Así es. El ejercicio es medicina. Una de las mejores decisiones que podemos tomar para estar sanos es movernos diariamente y es sencillo incorporar en tu día a día actividades que son muy beneficiosas.